Musulmanes en Espa?a
Recalentada en el miedo y en la amalgama de religi¨®n, terrorismo y pol¨ªtica que exporta Al Qaeda, la islamofobia avanza en toda Europa, mientras en Espa?a, de la mano de la inmigraci¨®n, fundamentalmente marroqu¨ª, el islam multiplica sus adeptos y sus espacios de culto. A las 450 mezquitas u oratorios registrados oficialmente hay que a?adir medio centenar m¨¢s en tramitaci¨®n de permisos y no menos de 200 templos que funcionan de manera alegal. Es una suma relativamente baja si se tiene en cuenta que nuestro pa¨ªs tiene ya m¨¢s de un mill¨®n de musulmanes, y que, descontadas las 11 grandes mezquitas, el resto son, por lo general, oratorios pobremente habilitados en garajes, pisos y bajos comerciales.
200.000 adolescentes y ni?os forman la segunda generaci¨®n de musulmanes nacidos ya en Espa?a
"?Por qu¨¦ me miran a m¨ª cuando se produce un atentado?", pregunta el universitario marroqu¨ª Said Kirlani
Dentro de muy pocas d¨¦cadas, blanco y cat¨®lico dejar¨¢n de ser rasgos definitorios del espa?ol
"?Por qu¨¦ no nos ven, por qu¨¦ no nos creen?", pregunta El Afifi, portavoz de la mezquita de la M-30"
Si pones la palabra islam en Google, el 98% habla de terrorismo", apunta Yusuf Fern¨¢ndez
200.000 adolescentes y ni?os forman la segunda generaci¨®n de musulmanes nacidos ya en Espa?a
La llegada del islam tropieza con las corrientes integristas que reclaman una "Espa?a cristiana"
Antes de que fundara la asociaci¨®n Ibn Batuta -denominada as¨ª en honor al m¨ªtico viajero del mundo ¨¢rabe-, la casa de Mohamed Chaib en Sant Boi de Llobregat era el centro de acogida por excelencia de la inmigraci¨®n marroqu¨ª en Catalu?a. Simp¨¢tico, cari?oso en el trato, el diputado auton¨®mico del PSC, ¨²nico representante pol¨ªtico espa?ol de origen ¨¢rabe y musulm¨¢n, fuera de Ceuta y Melilla, lleg¨® a Espa?a en 1965, con cuatro a?os de edad, procedente de T¨¢nger. Sus padres abrieron entonces una v¨ªa que el resto de su familia sigui¨®, posteriormente, hasta sumar hoy en Catalu?a un total de 60 personas. Aunque ¨¦l logr¨® licenciarse en farmacia, sus t¨ªos, primos y sobrinos trabajan en la construcci¨®n, en la peque?a industria o en el servicio dom¨¦stico. En la familia de Chaib hay ahora una larga veintena de ni?os y adolescentes. ?l dice que, precisamente, ¨¦ste es el momento m¨¢s dif¨ªcil.
Sin tiempo para la digesti¨®n social de una inmigraci¨®n masiva asentada en pocos a?os, surge ya, preferentemente en Catalu?a y Madrid, una segunda generaci¨®n de musulmanes espa?oles compuesta por unos 200.000 ni?os y adolescentes que nacieron en Espa?a o llegaron aqu¨ª a corta edad. Son los j¨®venes que a la vuelta de unos a?os van a interpelarnos -han empezado a hacerlo ya- sobre nuestro modelo de integraci¨®n y sobre la gesti¨®n espa?ola del islam. Vista la experiencia de otros pa¨ªses, cabe suponer que esta segunda generaci¨®n no tendr¨¢ complejo alguno en reclamar sus derechos, no va aceptar cortapisas en su pr¨¢ctica religiosa o en la expresi¨®n de su doble identidad. Seguramente exigir¨¢ una convivencia natural, igualdad de trato e id¨¦nticas oportunidades, y si se siente discriminada tender¨¢ a refugiarse en su identidad de origen y a despegarse afectivamente del significado de Espa?a.
Para la sociedad espa?ola, ¨¦ste es, pues, un momento clave, en la medida en que estos j¨®venes representan tanto la oportunidad de una integraci¨®n enriquecedora como el riesgo de un foco conflictivo persistente larvado en la marginaci¨®n social. Dentro de muy pocas d¨¦cadas, blanco y cat¨®lico dejar¨¢n de ser los rasgos distintivos definitorios del espa?ol.
Algunos de los movimientos religiosos que recorren Europa se sirven de los oratorios para hacer propaganda y evitar que los inmigrantes musulmanes se integren en sus sociedades respectivas. "Si queremos ahorrarnos las experiencias negativas de otros pa¨ªses, tenemos que reaccionar, y hacerlo pronto, porque ya vamos tarde", sostiene Jos¨¦ Mar¨ªa Contreras, director de Pluralismo y Convivencia, la fundaci¨®n gubernamental promovida por la Direcci¨®n General de Asuntos Religiosos.
Y es que, seg¨²n Mohamed Chaib, entre la poblaci¨®n inmigrante de nuestro pa¨ªs ya opera la formaci¨®n Hizb-Ul-Tihrir, ilegalizada en Alemania y el Reino Unido, y, sobre todo, Justicia y Caridad, el partido religioso de gran implantaci¨®n en Marruecos. "El elemento determinante a tener en cuenta es la actitud de estos movimientos respecto a la integraci¨®n de los musulmanes. Si est¨¢n en contra, como es el caso de Hizb-Ul-Tihrir, es porque, aunque se presentan como no violentos, preparan el terreno pol¨ªtico para objetivos inconfesables. Aceptarlos en Espa?a ser¨ªa incurrir en el buenismo", afirma el parlamentario del PSC. La formaci¨®n de los imanes, que adem¨¢s de leer la oraci¨®n de los viernes act¨²an de gu¨ªas espirituales en las 700 mezquitas, est¨¢ en el centro de las preocupaciones de los l¨ªderes de la comunidad musulmana.
?Se est¨¢ construyendo un islam espa?ol, entendiendo por espa?ol un islam no s¨®lo tolerante y respetuoso con las leyes y los derechos constitucionales, sino tambi¨¦n engarzado en los valores y h¨¢bitos culturales de la sociedad espa?ola? La pregunta es la misma que se formulan otros pa¨ªses europeos, y no puede decirse que haya una respuesta un¨ªvoca. Si el asimilacionismo franc¨¦s (cinco millones de musulmanes) se da m¨¢s bien por fracasado -despu¨¦s de cuatro generaciones, en medio de las revueltas en los extrarradios, parte de la sociedad sigue pregunt¨¢ndose si el islam es compatible con la Rep¨²blica laica-, tampoco el modelo del multiculturalismo (1,6 millones de musulmanes en el Reino Unido) aparece exento de problemas.
Las pol¨¦micas sobre el uso en las escuelas del tradicional pa?uelo (hiyab), la reivindicaci¨®n de no comer cerdo y s¨ª carne halal (sacrificada seg¨²n el rito musulm¨¢n), la negativa a vestir el uniforme de gimnasia o el rechazo a ser atendidas por ginec¨®logos persisten en muchos pa¨ªses, reforzando continuamente la imagen conflictiva del islam. La idea de que los deberes religiosos de esta confesi¨®n menoscaban la igualdad de los derechos de la mujer y la libertad individual se suma a la impresi¨®n de que, como en el caso de las caricaturas de Mahoma, los musulmanes plantean a los Estados europeos unas exigencias pol¨ªticamente excepcionales y culturalmente desconcertantes, irrazonables. El islam est¨¢ bajo sospecha. Cada atentado, cada noticia que da cuenta de la implicaci¨®n de un im¨¢n en actividades violentas o en la propagaci¨®n del sexismo es una nueva paletada de cemento a la estereotipada imagen de esta religi¨®n.
?Hay razones para esperar que, en el caso espa?ol, la integraci¨®n musulmana resultar¨¢ m¨¢s fecunda? Seg¨²n los datos que el Real Instituto Elcano recab¨® en junio de 2004 (tres meses despu¨¦s del 11-M), el 80% de los encuestados espa?oles tiende a considerar como autoritaria a cualquier persona que practique el islam, y el 57%, como violenta.
Una mu?eca andaluza saluda al visitante en el vest¨ªbulo de la casa de la diputada auton¨®mica melillense Salima Abdessalam. Hay mujeres de su familia que llevan el pa?uelo, por tradici¨®n o como se?al de piedad, y otras, no. "Da igual lo que llevemos en la cabeza o lo que comamos, somos espa?olas cien por cien", dice Salima. "No se puede englobar a todas las musulmanas por igual porque no es lo mismo la universitaria que la mujer que llega a Espa?a sin saber lo que es un interruptor o una lavadora. Efectivamente", admite, "el Cor¨¢n permite al hombre tener hasta cuatro mujeres si es capaz de mantener con todas ellas un trato equitativo, imposible en la pr¨¢ctica; pero eso pertenece a un momento de la historia en el que el mundo entero ve¨ªa a las mujeres como esclavas o incubadoras. El Cor¨¢n tambi¨¦n dice otras muchas cosas. Lo que pasa es que ha sido interpretado por los hombres. Yo no vivir¨ªa nunca en Arabia Saud¨ª, en Argelia o en Marruecos. Luchamos por un islam espa?ol, contra el terrorismo y el machismo", indica.
Aunque los secretarios generales de la Comisi¨®n Isl¨¢mica Espa?ola (CIE), el sirio-espa?ol Riay Tatary y el espa?ol converso F¨¦lix Herrero, se declaran conmovidos todav¨ªa por la reacci¨®n ejemplar del "pueblo de Madrid", es evidente que el 11-M una brecha que est¨¢ lejos de cerrarse.
"Aquello nos desestabiliz¨® profundamente porque socav¨® una cosa tan delicada como la confianza. La confianza es la mirada, el gesto, el roce entre personas de una misma sociedad", indica Mohamed el Afifi, hispano-egipcio, portavoz del Centro Cultural Isl¨¢mico de Madrid, conocido como la mezquita de la M-30. Su despacho en este templo magn¨ªfico de m¨¢rmoles y maderas nobles est¨¢ abarrotado de peri¨®dicos, muchos de ellos subrayados y recortados. "?Cu¨¢ntos espa?oles", pregunta, "saben que en aquellos d¨ªas terribles dimos sangre para nuestros hermanos espa?oles, que nos manifestamos con ellos, que somos los primeros interesados en que los terroristas desaparezcan? ?Por qu¨¦ no nos ven, por qu¨¦ no nos creen?". Siempre atento a que el vaso de t¨¦ del visitante-hu¨¦sped permanezca lleno, El Afifi transmite el desaliento.
De la comunidad musulmana -suponien-do que pueda llamarse as¨ª al desorganizado conjunto de gentes de diferente origen y condici¨®n, mayoritariamente rural, pobre y deficientemente formada- surge una queja un¨¢nime contra los medios de comunicaci¨®n que, a su juicio, pontifican sobre lo que desconocen. Se quejan los imanes y las musulmanas feministas que trabajan contra el patriarcado, los sindicalistas de ATIME y los conversos al islam suf¨ª (pura espiritualidad, amor y fraternidad), los fieles m¨¢s fervorosos y tambi¨¦n los no practicantes que s¨®lo ven en los cinco rezos diarios una estupenda tabla de gimnasia, ideal para la espalda y para encoger el est¨®mago. Seg¨²n ellos, los medios confunden el islam con las tradiciones machistas de los pa¨ªses ¨¢rabes, yerran al no ver en el uso del pa?uelo -el s¨ªmbolo m¨¢s visible de la identidad musulmana- otra cosa que una prueba de la sumisi¨®n de la mujer, y caen en la trampa, tan bien urdida por el terrorismo, cuando identifican religi¨®n y fanatismo violento.
"Es descorazonador. Si miras las entradas que se producen en Google a partir de la palabra islam, encuentras que el 98% habla de terrorismo", apunta Yusuf Fern¨¢ndez, director de Webislam, la p¨¢gina de referencia de la comunidad isl¨¢mica espa?ola. ?Hace falta subrayar que la inmensa mayor¨ªa de nuestros convecinos musulmanes son trabajadores que buscan sacar adelante a sus familias, personas de paz que practican un islamismo moderado? Entre la comunidad musulmana, nadie minusvalora el peligro real que supone el ascenso de un islam radical y violento utilizado al servicio de la geoestrategia global. "Ninguno estamos a salvo de esta barbarie, pero, ?por qu¨¦ me miran a m¨ª cuando se produce un atentado?", pregunta Said Kirlani, presidente de la Asociaci¨®n de Estudiantes Universitarios Marroqu¨ªes. Por el contrario, los l¨ªderes de esa comunidad reclaman frecuentemente un mayor control sobre esos imanes sin permiso de residencia, pero protegidos por la ley de extranjer¨ªa, que no hablan espa?ol -el ¨¢rabe es la lengua lit¨²rgica del islam- ni conocen verdaderamente nuestro pa¨ªs. Son ellos quienes piden una mayor vigilancia sobre la doctrina que se imparte en determinadas mezquitas.
"Menos lamentos p¨²blicos sobre las mezquitas-garajes clandestinas y m¨¢s intervenci¨®n del Estado", propone Mohamed el Afifi. "Hay que integrar al que viene a aportar y expulsar al que viene a destrozar", sostiene F¨¦lix Herrero. "Hace falta un ¨®rgano que supervise la pr¨¢ctica y la gesti¨®n de las mezquitas. El Gobierno debe hacer pedagog¨ªa, desmontar la identificaci¨®n de islam y terrorismo, y darnos a los musulmanes, practicantes o no, la oportunidad de combatirlo", dice Kamal Rahmouni, presidente del sindicato aconfesional ATIME. "Necesitamos una instituci¨®n propia espa?ola o europea que forme a los imanes en los valores de la democracia", indica Said Kirlani. Salvo en la decena de grandes mezquitas, sufragadas con capital de Arabia Saud¨ª, Siria o Emiratos ?rabes, en la casi totalidad del resto de los templos la oraci¨®n comunitaria est¨¢ dirigida por imanes marroqu¨ªes, generalmente titulados en ciencias isl¨¢micas en Marruecos, o por licenciados en la universidad religiosa Ali Azhar de El Cairo.
"Hay varios tipos de discursos conflictivos", explica la asesora de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia, Ana Planet. "El discurso desenfocado del se?or que llega de Egipto y se pone a predicar en Fuencarral [Madrid] sin saber nada de espa?ol ni de Espa?a; el del resistente, que invoca a la condici¨®n musulmana para tratar de impedir la integraci¨®n, y el del clandestino antisistema, que habla de Espa?a como tierra de infieles apenas son una gota dentro de una comunidad que apuesta por la convivencia y por el legado com¨²n con los espa?oles, pero hay que tenerlos muy en cuenta", aclara Ana Planet.
Contra lo que ocurr¨ªa antes del 11-M, ahora es altamente improbable que los partidarios del fanatismo terrorista aparezcan por las mezquitas para captar adeptos y ofrecer sesiones privadas de v¨ªdeos sobre Chechenia. Lo que Mohamed Chaib s¨ª ha detectado son discursos contra la integraci¨®n que tratan de vender una visi¨®n pol¨ªtica panmusulmana. "Tenemos que abrirnos a los vecinos, a la sociedad", dice. "En Catalu?a hemos instaurado el d¨ªa de las mezquitas de puertas abiertas".
Los musulmanes espa?oles temen quedarse atrapados entre la incomprensi¨®n de la sociedad espa?ola y los estereotipos y prejuicios aventados por el terrorismo y las versiones rigoristas del islam que exportan las corrientes waharistas. "El problema no es el desconocimiento, sino las pocas ganas de combatir el desconocimiento que observo", apunta Mohamed el Afifi. En contraste con el catolicismo, el islam no tiene jerarqu¨ªas, carece de la estructura de una Iglesia que act¨²a de intermediaria entre Dios y los fieles, y que peri¨®dicamente revisa su doctrina en los concilios vaticanos. Eso no significa que los ulemas, expertos int¨¦rpretes de la ley cor¨¢nica, no se pronuncien sobre cuestiones como la fecundaci¨®n in vitro, el cambio clim¨¢tico o los avances tecnol¨®gicos.
Tambi¨¦n en Espa?a hay un proceso de decantaci¨®n de tendencias, incluso dentro de la Comisi¨®n Isl¨¢mica, el organismo de interlocuci¨®n con las autoridades. Mientras F¨¦lix Herrero, presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Entidades Religiosas Isl¨¢micas (FEERI) se muestra de acuerdo con los matrimonios homosexuales, Ray Tatary, presidente de la asociaci¨®n mayoritaria Uni¨®n de Comunidades Isl¨¢micas Espa?olas (UCIDE), se manifiesta en contra y cree "innecesarios" los congresos de feminismo e islamismo que la progresista Junta Isl¨¢mica organiza peri¨®dicamente.
La llegada -o el regreso, seg¨²n se mire- del islam tropieza con las corrientes integristas que reclaman "una Espa?a y una Europa cristiana" -"la Iglesia cat¨®lica har¨ªa bien en abanderar el pluralismo religioso, no la homogeneidad", se?ala Jos¨¦ Mar¨ªa Contreras-, y tambi¨¦n con el sentimiento antirreligioso que la izquierda espa?ola aliment¨® durante los 40 a?os de dictadura nacional-catolicista. El comentario jocoso "si no creo en la Iglesia verdadera, c¨®mo voy a creer en las falsas", refleja bien esa actitud, que se expresa igualmente en la idea de "ya tenemos bastante con nuestros obispos como para aguantar tambi¨¦n a los imanes y a toda la parafernalia machista del islam". Pero si la izquierda espa?ola tiene una particular dificultad para entender el hecho religioso, el feminismo ve, frecuentemente, en el islam una confesi¨®n aberrante que amenaza con echar por tierra sus avances conseguidos. "Nos molesta que las feministas occidentales nos vean como mujeres serviles y sumisas, incapaces de tomar conciencia o de tener ideas propias", se?ala Yonaida Selam, ponente en los congresos de Feminismo Isl¨¢mico de Barcelona que exigen la reinterpretaci¨®n del islam. "He vuelto a llevar el pa?uelo para defender mi identidad de musulmana y creyente, por rebeld¨ªa ante la imagen distorsionada del islam", explica Selima Abdessalam, diputada de la Coalici¨®n por Melilla. A la vista de las j¨®venes musulmanas que se dejan ver por los barrios y pueblos, puede decirse que el pa?uelo, impuesto por sus padres en bastantes casos, es a veces perfectamente compatible con unos pantalones ajustados, de los que marcan figura.
"El islam es la ¨²nica religi¨®n que permite el divorcio en determinadas circunstancias, aunque no lo recomienda si hay hijos de por medio. Si tu marido se enamora de otra mujer, el islam te ofrece una tercera opci¨®n. No tienes que optar forzosamente entre tragar con la situaci¨®n o divorciarte. Puedes aceptar la poligamia", indica Amparo S¨¢nchez Rosell, valenciana conversa. Todas ellas salvan al islam original de las interpretaciones machistas y de la tradici¨®n patriarcal de los pa¨ªses ¨¢rabes. "Los casos de poligamia en Espa?a no llegan al dos por mil", subraya Riay Tatary. Un problema serio es que el Cor¨¢n impone a los creyentes casarse con musulmanes y tener hijos, aunque ya existe una asociaci¨®n que agrupa a los matrimonios mixtos cristiano-musulmanes.
"Cuando se habla del islam hay que diferenciar el islam como religi¨®n y el islam como cultura", aclara Said Kirlani. "El islam como religi¨®n es ¨²nico. Son los textos del Cor¨¢n, sujetos, eso s¨ª, a interpretaciones. Pero las diferencias culturales que existen entre nosotros a la hora de vivir el islam son enormes", explica. "Aunque parte de los 800.000 marroqu¨ªes que vivimos en Espa?a no somos practicantes, casi todos nos consideramos culturalmente musulmanes, de la misma manera que los agn¨®sticos y ateos cristianos participan de la fiesta de los Reyes Magos, ponen el bel¨¦n y aceptan las procesiones de Semana Santa".
Al igual que otros muchos representantes musulmanes, el presidente de la asociaci¨®n de estudiantes marroqu¨ªes subraya que, para ellos, el valor supremo de Espa?a y Europa no es otro que los derechos humanos y las libertades, tan atacados, por lo general, en los pa¨ªses originarios de la inmigraci¨®n. "El islam democr¨¢tico surgir¨¢ de su inmersi¨®n en la cultura europea siempre que las nuevas generaciones no se sientan discriminadas y puedan recibir ense?anza religiosa y practicar su culto en igualdad de condiciones", indica. Y es que, aunque ninguno de los entrevistados hace batalla de la cuesti¨®n financiera, quien m¨¢s, quien menos, se pregunta por qu¨¦ el islam no figura entre las casillas de la declaraci¨®n de renta que permiten contribuir con el 0,7% a determinadas confesiones religiosas. "El Gobierno est¨¢ plante¨¢ndoselo", responde Jos¨¦ Mar¨ªa Contreras.
"Todos estamos dando los primeros pasos. Mientras unos insuflan odio y prejuicios, otros trabajamos por la integraci¨®n y por combatir el fanatismo criminal", viene a decir la mayor¨ªa de los entrevistados. Pero, sin arrumbar el optimismo que transmiten quienes trabajan sobre el terreno -"tenemos a Espa?a en el coraz¨®n", dice Riay Tatary-, la pregunta sigue en pie. ?Por qu¨¦ va a tener ¨¦xito aqu¨ª una experiencia que fuera de nuestras fronteras sigue suscitando tantas dudas? ?Contribuir¨¢ al empe?o la cultura mediterr¨¢nea de compartir la calle, el car¨¢cter comunicativo, el pasado inmigrante, la posibilidad de aprender de los errores ajenos?
Un dato positivo es que, seg¨²n el Observatorio Europeo del Racismo y la Xenofobia, la comunidad musulmana espa?ola es la que menos rechazada se siente de toda Europa. "Si despu¨¦s del 11-M y de todo lo que vierten contra nosotros no ha pasado nada, es que hay esperanza", afirma Mohamed el Afifi.
La clave es la educaci¨®n, no la forma de vestir
LA ENSE?ANZA DEL ISLAM en las escuelas es la principal reivindicaci¨®n de los musulmanes espa?oles, pero entre los profesores de los centros donde ya se asoma la segunda generaci¨®n, la impresi¨®n dominante es la de desconcierto. ?Hay que permitir el pa?uelo en el recinto escolar, pero no la gorra vuelta hacia atr¨¢s de los ecuatorianos? ?Y si llega una chica con el velo (niqab) que recubre pr¨¢cticamente todo el rostro? ?Falda larga o pantalones para las escolares musulmanas en la clase de gimnasia? ?Qu¨¦ pasa con la joven que se desmay¨® el otro d¨ªa durante los ejercicios porque como hacce el Ramad¨¢n no ha comido nada durante el d¨ªa? ?Implantamos ya los men¨²s especiales sin cerdo?No hay una respuesta com¨²n a estas cuestiones del ¨¢mbito educativo que, como recuerda Ana Planet, asesora para Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia, son competencia de las comunidades aut¨®nomas. El ministerio dispone en estos momentos de un total de 33 profesores de religi¨®n musulmana que dan clases en primaria, 20 de ellos destinados en Ceuta y Melilla, y el resto, en Andaluc¨ªa y Arag¨®n. En relativo contraste con la par¨¢lisis de los tres ¨²ltimos lustros, la Administraci¨®n ha empezado a reactivar la cooperaci¨®n con las comunidades musulmanas.De los tiempos en los que esa cooperaci¨®n se ejerc¨ªa "con sonrisas y sin un duro", como apunta Ana Planet, se ha pasado a un presupuesto de 1,6 millones de euros con el que se financian proyectos culturales educativos y de integraci¨®n desarrollados por las distintas asociaciones culturales de las mezquitas (un mill¨®n de euros) y las iniciativas, algunos sueldos de los empleados y gastos de funcionamiento de las dos federaciones; UCIDE (450.000 euros) y FEERY (150.000). El primer libro sobre el islam no escrito en ¨¢rabe existente en Europa est¨¢ en espa?ol, Descubrir el islam, y ha sido publicado por la editorial cat¨®lica SM. El Gobierno y distintas administraciones auton¨®micas financian cursos de espa?ol y de formaci¨®n a imanes, aunque el objetivo de crear una Facultad de Teolog¨ªa en la universidad p¨²blica est¨¦ todav¨ªa lejano.Para evitar que las mujeres abandonen las clases de espa?ol si tienen que compartirlas con los hombres, el presidente de la Fundaci¨®n Pluralismo y Convivencia aconseja, llegado el caso, separar las clases. "Nuestra prioridad", subraya, "es que esas mujeres salgan de sus casas, aprendan la lengua y se integren". Mohamed Chaib sostiene que el asunto del pa?uelo se ha convertido en una obsesi¨®n absurda y que su prohibici¨®n ser¨ªa contraproducente. "La clave es la educaci¨®n en las escuelas y en las mezquitas, no en la forma de vestir", dice. "Tenemos que ser intransigentes con el adoctrinamiento en los oratorios y exigentes en la educaci¨®n. Nada de faltar a clase, nada de ni?as de 14 a?os conducidas a Marruecos para casarlas, nada de piscinas p¨²blicas con horarios separados para hombres y mujeres. En Catalu?a hemos resuelto casos en que los padres imped¨ªan a sus hijas ir a la escuela porque cre¨ªan que la religi¨®n les prohib¨ªa hacer gimnasia y m¨²sica. Reunimos a los imanes y ellos les explicaron que el islam est¨¢ a favor del conocimiento. Los equ¨ªvocos se pueden aclarar", explica.La gran mayor¨ªa de los espa?oles y buena parte de los inmigrantes musulmanes ignoran que los escolares musulmanes islamistas tienen derecho a recibir ense?anza isl¨¢mica en los centros docentes p¨²blicos y privados concertados, siempre que constituyan un grupo superior a 10 alumnos. Seg¨²n el acuerdo de cooperaci¨®n del Estado espa?ol con la Comisi¨®n Isl¨¢mica de Espa?a suscrito el 28 de abril de 1992, los lugares de culto isl¨¢mico legalmente reconocidos gozan de un r¨¦gimen de inviolabilidad, similar al de las iglesias cat¨®licas y al de los templos de religiones consideradas de arraigo como la evangelista y la jud¨ªa.
Lo que va del dicho al hecho
LAS COMUNIDADES que sustentan las mezquitas est¨¢n exentas del Impuesto sobre Bienes Inmuebles, del de Sociedades y del de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jur¨ªdicos. La poblaci¨®n musulmana, incluidos los militares del Ej¨¦rcito espa?ol, presos y hospitalizados, tiene derecho a la asistencia religiosa y a participar en actividades y ritos religiosos propios del islam.El acuerdo de cooperaci¨®n con el Estado contempla la conclusi¨®n de la jornada laboral una hora antes de la puesta del sol durante el mes del ayuno (Ramad¨¢n) y el establecimiento de una fecha alternativa de examen para los musulmanes que concurran a las pruebas de ingreso en las Administraciones P¨²blicas si el d¨ªa fijado coincide con una festividad religiosa isl¨¢mica. Igualmente, se recomienda a los centros p¨²blicos que adecuen la alimentaci¨®n de los musulmanes a los preceptos religiosos isl¨¢micos y el horario de comidas durante el Ramad¨¢n.Espa?a suscribe acuerdos elogiados en Europa, pero en la pr¨¢ctica es renuente a cumplirlos. La oposici¨®n de un grupo de vecinos impide, sistem¨¢ticamente, en Catalu?a construir mezquitas que acabar¨ªan con los oratorios improvisados en garajes y dar¨ªa a la pr¨¢ctica de esa religi¨®n mayor dignidad y transparencia. Pese a su rango de ley, el convenio no est¨¢ a¨²n desarrollado, a los 15 a?os de su firma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.