La cuna del 'soul'
Otis Redding, Sam & Dave y otros monstruos sagrados se curtieron en Stax Records, el estudio discogr¨¢fico de Memphis que vio nacer la leyenda del 'soul' m¨¢s incendiario. Tras d¨¦cadas de ausencia, la mecha vuelve a prender de la mano del compositor y cantante Isaac Hayes.
Otis Redding, Sam & Dave y otros monstruos sagrados se curtieron en Stax Records, el estudio discogr¨¢fico de Memphis que vio nacer la leyenda del 'soul' m¨¢s incendiario. Tras d¨¦cadas de ausencia, la mecha vuelve a prender de la mano del compositor y cantante Isaac Hayes.
Cuando llegaba Otis Redding, la energ¨ªa se palpaba. "Entraba en el estudio como un toro en una plaza", dice Isaac Hayes
El 'sonido Stax' disfrut¨® de una segunda vida a trav¨¦s de sus admiradores blancos e ilumin¨® a generaciones posteriores
La visita de los artistas de Stax Records a Europa ha pasado a la leyenda. Corr¨ªa 1967 y era la primera vez que los europeos ve¨ªan en un mismo cartel a Otis Redding, Sam & Dave, Carla Thomas y Eddie Floyd. Muchos asombros: los apasionados cantantes sure?os eran a¨²n m¨¢s intensos en directo. Para los que cre¨ªan que el soul era creaci¨®n exclusiva de negros, el pasmo de comprobar que la banda de acompa?amiento -los Mar-Keys y los MG's de Booker T.- inclu¨ªa instrumentistas blancos.
Cuando la expedici¨®n, bautizada la Stax-Volt Revue, lleg¨® a Londres recibi¨® tratamiento VIP. Los Beatles enviaron sus limusinas a recoger a los colegas estadounidenses. Los m¨²sicos de Liverpool interrumpieron sus labores -estaban grabando Sgt. Pepper?y fueron en bloque a escucharles y conocerles. Se supone que, cuando se encontraron con Steve Cropper, los cuatro le hicieron una reverencia.
Para Cropper, aquello fue demasiado. Un gigant¨®n que vest¨ªa de modo convencional se enfrentaba con la gente m¨¢s cool del planeta. A¨²n hoy se sonroja cuando se le rinde homenaje. En 1996, la revista Mojo mont¨® una encuesta para establecer los guitarristas clave de la historia del rock. En el n¨²mero 1 figuraba, resulta inevitable, Jimi Hendrix, pero el segundo puesto era para Cropper, lo que le colocaba como el mejor guitarrista vivo: "Una exageraci¨®n, yo conozco mis virtudes y debilidades. Me siento m¨¢s c¨®modo con otra lista que sac¨® Rolling Stone: yo estaba en el treinta y tantos, pero al lado de Bo Diddley, lo que tiene m¨¢s sentido. Somos obreros, no virtuosos".
Steve Cropper (Dora, Misuri, 1941) entrar¨ªa en las listas de ¨¦xito como miembro de Booker T. & The MG's, responsables de maravillas instrumentales como Green onions o Time is tight; pero tambi¨¦n fue uno de los catalizadores del soul de Memphis, tal como se practicaba en el estudio de Stax Records: una zona libre de prejuicios donde conviv¨ªan blancos y negros. Son centenares las sesiones memorables que llevan sus limpias frases tajantes, y conviene saber que en Stax se difuminaban las funciones: Cropper sol¨ªa funcionar como arreglista y productor. Adem¨¢s firm¨® como coautor de piezas imperecederas de Eddie Floyd (Knock on wood), The Astors (Candy), Sam & Dave (Soul man), Don Covay (Sookie sookie), Wilson Pickett (In the midnight hour) y numerosos ca?onazos de Otis Redding, incluyendo su ¨¦xito p¨®stumo, Sittin' on the dock of the bay.
El estudio de Stax fue bautizado como Soulsville USA, en respuesta a Hitsville USA, el cuartel general de su competencia en Detroit, Motown Records. Y ocupaba un antiguo cine en un barrio negro. Sus dimensiones y el suelo inclinado contribuyeron al retardo que distingu¨ªa al sonido Stax. Eso y el hecho de que, hasta 1967, los discos se grabaran en directo, con m¨²sicos y cantante sudando juntos. T¨¦cnicamente, el estudio era m¨¢s que primitivo, pero all¨ª se hac¨ªa magia. Durante su visita de 1966 a EE UU, los Beatles se plantearon trabajar all¨ª, pero razones de seguridad -el edificio fue rodeado por masas de teenagers hist¨¦ricos- les obligaron a desistir. Una pena, recuerda Deanie Park, entonces responsable de publicidad en Stax: "Iba a cortar la alfombra en pedacitos y venderlos a los fans. Hice c¨¢lculos, y despu¨¦s de comprar una nueva me quedaba un buen beneficio".
Tambi¨¦n Janis Joplin se sinti¨® atra¨ªda por Stax. Tras romper con su grupo original, Big Brother & The Holding Company, form¨® la Kozmic Blues Band, una agrupaci¨®n al estilo Memphis. Para reconocer su inspiraci¨®n, la tejana quiso debutar en el concierto de Navidad de Stax. Calibr¨® mal y se estrell¨® ante un p¨²blico que prefer¨ªa su soul sin los excesos histri¨®nicos de una hippy. Janis sali¨® llorando. S¨ª grab¨® en Stax el m¨¢s famoso vecino de Memphis, Elvis Presley. Desdichadamente, El Rey prefiri¨® no empaparse del estilo Stax y registrar canciones convencionales. Fueron sesiones alejadas del esp¨ªritu del estudio: no se permit¨ªan visitas, se instalaron televisores para ver deporte, se trajeron toneladas de hamburguesas. Demasiados lujos para un taller de artesan¨ªa musical.
La productividad de Stax nos deja hoy con la boca abierta. Cuando llegaba Otis Redding, la energ¨ªa se palpaba. Seg¨²n Isaac Hayes, "entraba al estudio como un toro en una plaza". Otis dinamizaba todo el proceso de creaci¨®n. Cropper recuerda que Otis blue, uno de sus cl¨¢sicos, se hizo en 24 horas, con una parada para que los m¨²sicos cumplieran sus obligaciones profesionales: "Se tocaba en locales nocturnos; ser instrumentista de estudio no daba para vivir". Seg¨²n Cropper, les faltaba una canci¨®n, y se le ocurri¨® que Satisfaction pod¨ªa encajar en el modo abrasivo de Otis: "?l no la conoc¨ªa, as¨ª que fui a por el disco, saqu¨¦ la letra, los m¨²sicos ensayamos un poco y Otis lo cant¨® leyendo del papel". Los Rolling Stones, que entonces no se sent¨ªan particularmente orgullosos de Satisfaction, crecieron en estatura al o¨ªr la apabullante versi¨®n de Redding.
Hoy, Cropper se asombra de que no recurrieran a estimulantes para mantener semejante ritmo de trabajo: "??ramos m¨¢s puritanos que ahora! Una cerveza, algo de licor si no estaba el jefe. El estudio era inc¨®modo, sobre todo en verano, con un equipo de grabaci¨®n que se recalentaba y fallaba. No hab¨ªa aire acondicionado, algo que ser¨ªa insoportable en el Memphis actual. El punto era entrar con las ideas claras, grabar r¨¢pido y salir corriendo. Sol¨ªamos escaparnos al Lorraine Motel, donde te dabas un chapuz¨®n y com¨ªas algo".
El Lorraine Motel entrar¨ªa en la historia de la infamia el 4 de abril de 1968: all¨ª fue asesinado Martin Luther King. Inmediatamente, los guetos entraron en ebullici¨®n. Muchos negocios de blancos fueron incendiados en Memphis, pero Stax qued¨® indemne. Consid¨¦renlo un testimonio del respeto que se ten¨ªa al jefe, un antiguo violinista country llamado Jim Stewart, que peleaba para que no se diluyera el elemento negro-sure?o en los discos de Stax. La copropietaria era su hermana, Estelle Axton, tambi¨¦n una pieza fundamental: estaba encargada de la tienda de la compa?¨ªa, Satellite Records, donde se tomaba el pulso a los gustos del p¨²blico y se entablaba contacto con futuros compositores o artistas.
El Sur era entonces una tierra salvaje, donde muchas disputas se resolv¨ªan a tiros. El mismo Otis Redding encabez¨® una expedici¨®n de castigo contra unos hermanos que se hab¨ªan peleado -cuesti¨®n de faldas- con un amigo suyo. Se desencaden¨® un tiroteo en el que hubo varios heridos; el mismo cantante recibi¨® unos perdigones y tuvo que soltar dinero para acallar a los atacados. Estaba muy lejos el Otis que cantar¨ªa para los hippies californianos en el Monterey International Pop Festival, en 1967, prototipo de todos los festivales de rock que han llegado luego.
Memphis alardea hoy de ser la capital cultural del Misisipi, pero en los sesenta no asum¨ªa su relevancia musical. En otros tiempos hab¨ªa sido la Babilonia donde se gastaba el dinero generado por el algod¨®n y contaba con una famosa calle del pecado, Beale Street, donde se dieron a conocer B. B. King y mil bluesmen. En los cincuenta hab¨ªa all¨ª prendido la mecha del rock and roll: el estudio de Sun Records hab¨ªa visto la metamorfosis de Elvis Presley, que pas¨® de cantante mel¨®dico a tigre del rockabilly. Pero un chico blanco que asimilaba modos de los negros, aunque hubiera cambiado el mundo, era considerado una aberraci¨®n. Con su arraigado conservadurismo, Memphis parec¨ªa ignorar el fen¨®meno de Stax, aunque, en realidad, lo miraba con desconfianza. Stax sonaba por todo el planeta, pero era finalmente una empresa regional, de escasos recursos y contactos. Necesit¨® recurrir a los sofisticados disqueros neoyorquinos de Atlantic Records para su distribuci¨®n. El contrato que firmaron ten¨ªa una cl¨¢usula explosiva que pas¨® inadvertida a los pardillos de Memphis: Atlantic se hac¨ªa con la propiedad de los masters que distribu¨ªa, un abuso incluso considerando las trapacer¨ªas habituales del mundo discogr¨¢fico.
Cropper a¨²n se indigna al recordar aquel truco de fuleros: "Nos desplumaron, todav¨ªa se atribuyen docenas de discos nuestros, que ellos simplemente pon¨ªan en las tiendas. Nos robaron, pero al estilo americano, con abogados, firmado y rubricado. Claro que Jim [Stewart] se equivoc¨® demasiadas veces. Hab¨ªa regalado nuestro cat¨¢logo, pero estaba obsesionado por conservar la exclusividad de nuestro talento. Como Booker T. & The MG's est¨¢bamos bajo contrato, nos prohibi¨® grabar Bridge over troubled water, con Simon & Garfunkel. Podr¨ªamos haber participado en uno de los discos m¨¢s vendidos del siglo XX, ?hubiera sido una publicidad incre¨ªble para Stax!". Una carcajada: "Debo reconocer que a veces nos salt¨¢bamos las prohibiciones y toc¨¢bamos clandestinamente en sesiones ajenas".
Tras la muerte de Otis en accidente de avi¨®n (y la ruptura con Atlantic), Stax pas¨® un bache. Se recuper¨®: entr¨® como socio un disquero negro, Al Bell. Bajo su direcci¨®n, la compa?¨ªa lleg¨® a contar con un centenar de artistas y se implic¨® profundamente con las reivindicaciones de la comunidad afroamericana, ali¨¢ndose con l¨ªderes como el reverendo Jesse Jackson. Pero la salvaci¨®n llegar¨ªa de la mano de uno de los chicos de la trastienda: Isaac Hayes (Covington, Tennessee, 1942). Un hu¨¦rfano que hab¨ªa conocido la pobreza m¨¢s asfixiante, Isaac hall¨® un hogar en Stax, donde tocaba el piano y compon¨ªa, especialmente para el incandescente d¨²o formado por Sam Moore y Dave Prater.
Hayes ya hab¨ªa grabado en solitario sin eco, pero en 1969 se reinvent¨®. Con la cabeza rapada y ropas de boutique, se lanz¨® a desarrollar sedosas versiones de ¨¦xitos de Dionne Warwick o Glenn Campbell que duraban entre 12 y 18 minutos. El disco se llam¨® Hot buttered soul y reemplazaba los metales por cuerdas: perfecto para ambientar seducciones. Vendi¨® millones. Repiti¨® la haza?a dos a?os despu¨¦s, cuando compuso la banda sonora de Shaft y estableci¨® un excitante nuevo modelo de m¨²sica para las pel¨ªculas de acci¨®n.
Hayes fue la indiscutible figura del festival Wattstax, que represent¨® el momento de mayor visibilidad p¨²blica de la compa?¨ªa. Se pretend¨ªa la versi¨®n black power de Woodstock, aunque en realidad se celebr¨® en un solo d¨ªa (20 de agosto de 1972) en un estadio de Los ?ngeles: 112.000 espectadores se aprovecharon del precio simb¨®lico de las entradas (un d¨®lar) para disfrutar de las apariciones de buena parte de las figuras de Stax. Fue un concierto rebosante de orgullo negro, con muchos pu?os al aire. Y qued¨® inmortalizado en una pel¨ªcula y en un disco doble, donde aparecen desde el festivo Rufus Thomas hasta los concienciados Staple Singers.
Los primeros setenta fueron a?os de expansi¨®n, pero tambi¨¦n brotaron las semillas de la destrucci¨®n. Una v¨ªctima fue el esp¨ªritu igualitario. Isaac Hayes exigi¨® un contrato de superestrella y tradujo su ¨¦xito en exhibiciones de riqueza: su Cadillac chapado en oro chirriaba en unas calles donde la gente malviv¨ªa. Hayes lo niega hoy: "El coche era un s¨ªmbolo de que un miembro de la comunidad hab¨ªa triunfado. No recib¨ª m¨¢s que parabienes". M¨¢s peligrosa fue su asociaci¨®n con Johnny Baylor, un promotor negro que consegu¨ªa fant¨¢sticos resultados, pero que era muy dado a las pistolas y las amenazas.
En la era de Baylor, el ambiente de Stax se hizo antip¨¢tico: Cropper y otros m¨²sicos blancos encontraron hostilidad, se tuvo que prohibir entrar con armas o drogas. Sam Moore (Miami, 1935) confiesa hoy que la coca¨ªna y la hero¨ªna amargar¨ªan la relaci¨®n con su compa?ero Dave Prater: "Sam & Dave triunf¨¢bamos, pero no nos habl¨¢bamos. Me enfad¨¦ cuando dispar¨® a su mujer y la polic¨ªa comenz¨® a interesarse por nosotros. Yo ten¨ªa demasiadas cosas que esconder, y aquello me indign¨®". En sus buenos tiempos, ni siquiera Otis Redding se atrev¨ªa a salir al escenario tras Sam & Dave; a partir de 1969 se inici¨® una ca¨ªda a los abismos que desemboc¨® en la muerte de Prater, en 1988.
Volvamos a 1972: el FBI pill¨® a Johnny Baylor en un aeropuerto con 150.000 d¨®lares y un cheque de Stax por otros 500.000, cantidades enormes aquellos d¨ªas. El dinero fue incautado y comenz¨® una investigaci¨®n para determinar si escond¨ªa alguno de tres posibles delitos: evasi¨®n de impuestos, sobornos para disc-jockeys y emisoras, u -?horror!- un negocio de drogas. Los implicados mantuvieron que eran pagos por los servicios de Baylor. El estar bajo la lupa de las autoridades federales no le sent¨® muy bien a Stax. Empezaban los a?os tormentosos. Su nueva distribuidora era Columbia, una compa?¨ªa colosal con d¨¦ficit de presencia en el mercado negro. No hubo entendimiento: Stax despachaba a Columbia toneladas de cada lanzamiento... que no se vend¨ªan y se acumulaban como devoluciones. Su principal enemigo, sin embargo, estaba en Memphis.
La discogr¨¢fica se hallaba endeudada con el Union Planters National Bank. La principal instituci¨®n financiera de la ciudad se hab¨ªa expandido descontroladamente, y alguien descubri¨® desfalcos en un mar de pr¨¦stamos dif¨ªciles de recuperar. El banco focaliz¨® sus problemas en Stax y se inici¨® una lucha a muerte. Jim Stewart y Al Bell se resistieron: viajaron a Suiza buscando inversores y lograron una promesa de ayuda de Arabia Saud¨ª, pero el asesinato del rey Faisal ceg¨® aquella v¨ªa.
El 19 de diciembre de 1975, Stax fue declarada en bancarrota. Para Deanie Parker, en el fondo lat¨ªa el racismo: "El establishment de Memphis carec¨ªa de simpat¨ªa por una empresa negra que hac¨ªa gala de su militancia; nos quer¨ªan como camareros, no triunfando en los negocios". Finalmente, puede que todo fuera un asunto de dinero: entre salvaguardar a Union Planters y mantener a flote Stax, la decisi¨®n de las fuerzas vivas no ten¨ªa dudas. El estudio termin¨® en manos de una Iglesia fundamentalista, que lo pulveriz¨® en 1988 bajo el argumento de que all¨ª se hab¨ªa elaborado "demasiada m¨²sica del diablo". Y tanto: entre 1961 y 1974, Stax coloc¨® 243 discos en las listas de m¨²sica negra, 167 de los cuales tambi¨¦n en las de pop en general.
Fue un final en falso. Stax tuvo la fortuna de contar con un gran historiador: Rob Bowman, un music¨®logo canadiense, se pas¨® a?os indagando entre los escombros. El libro resultante, Soulsville USA: the story of Stax Records (1997), es posiblemente la mejor monograf¨ªa escrita sobre una compa?¨ªa independiente. Se quedar¨ªa en arqueolog¨ªa de no haber disfrutado el sonido Stax de una segunda vida a trav¨¦s de sus admiradores blancos.
Su econom¨ªa, su ardor, su impulso siguieron iluminando a generaciones posteriores. En 1979, The Clash se fue de gira por Estados Unidos y exigi¨® a Sam & Dave como teloneros. Elvis Costello se inspir¨® en Stax para su elep¨¦ de 1980, Get happy!, que inclu¨ªa su versi¨®n de un tema de Sam & Dave. Neil Young llegar¨ªa a contratar a Booker T. & The MG's en 1993. El soul sure?o fue recuperado tambi¨¦n en pel¨ªculas como Los Commitments o Granujas a todo ritmo; de hecho, la perenne popularidad de la segunda dar¨ªa de comer a muchos veteranos de Memphis, enrolados en las diversas encarnaciones de los Blues Brothers.
Y los discos cl¨¢sicos. Las compa?¨ªas Fantasy, en EE UU, y Ace, en el Reino Unido, explotaron aquel fabuloso cat¨¢logo hasta tiempos recientes. Actualmente, las reediciones corren a cargo de Universal, que a finales de 2006 anunciaba la reactivaci¨®n de Stax, fichando de nuevo a Isaac Hayes y recuperando a la soulwoman Angie Stone. Ya hubo un intento de resurrecci¨®n en 1977 que gener¨® algunos ¨¦xitos menores; tiene mucho de quim¨¦rico el pretender recrear el esp¨ªritu de una ¨¦poca.
Pero se intenta. En Memphis se ha reconstruido el viejo estudio, transformado ahora en el Stax Museum of American Soul Music. M¨¢s all¨¢ de reforzar el papel de la ciudad como cuna de grandes m¨²sicos, se trata de devolver esperanza a la comunidad negra. Deanie Parker, antigua jefa de publicidad en Stax, preside ahora Soulsville, una asociaci¨®n que pretende reanimar los barrios m¨¢s deprimidos: "No nos parece mal que se intente convertir a Memphis en un parque tem¨¢tico musical, eso traer¨¢ dinero, pero es m¨¢s importante que Stax sirva de ejemplo para los j¨®venes negros. Muchos ni siquiera saben que algunos grandes ¨¦xitos de hip-hop se basan en temas que grabamos aqu¨ª al lado, en McLemore Avenue. Deben interiorizar que sus abuelos, sus padres, superaron todas las adversidades y crearon una m¨²sica que a¨²n suena por el mundo entero".
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