Lang Lang, el genio chino
Con 25 a?os, es el futuro del piano. Su frescura ha revolucionado la m¨²sica. Este chino se ha convertido en un aut¨¦ntico fen¨®meno de masas en su pa¨ªs: le veneran como s¨ªmbolo del ¨¦xito. Con ¨¦l iniciamos 'Transgresores', la serie de entrevistas de este verano con cinco personajes rompedores.
Lang Lang sabe d¨®nde se esconde el alma de las cosas. Lo ha aprendido poni¨¦ndose a prueba contra todo un universo imaginario que le acompa?¨® en sus soledades de infancia como hijo ¨²nico. ?l no eligi¨® ese destino. Naci¨® hace 25 a?os en Shenyang, ciudad de un pa¨ªs, China, donde la palabra hermano ha quedado abolida por exceso de cupo.
"Hay gente que se lelva una sorpresa en China cuando descubre que Mozart est¨¢ muerto. Para nosotros es algo de hoy"
Poco a poco, este pianista ins¨®lito, superdotado, fue buscando compa?¨ªas con que llenar el tiempo. Necesitaba que le repusieran de los disgustos y las decepciones que se llevaba como m¨²sico prodigio. El m¨¢s importante fue un perro de goma que gan¨® en un concurso. Bueno, ganar es un decir, porque, en realidad, aquel perro que coloc¨® en la tapa de su piano fue un premio de consolaci¨®n que le dieron por haber quedado en un discreto puesto -s¨¦ptimo u octavo, ya no se acuerda- cuando ten¨ªa siete a?os. Al principio lo odiaba: "A los ganadores les hab¨ªan dado grandes premios, y a m¨ª, el perro".
R¨¢pidamente, aquel animal casi rid¨ªculo se convirti¨® en el espejo de su posible futura mediocridad. Pero Lang Lang, que desde que ten¨ªa uso de raz¨®n o memoria, que viene a ser lo mismo, se le hab¨ªa metido en la cabeza llegar a tocar el piano como Tom y Jerry, con el virtuosismo imposible de los dibujos animados, se rebel¨®. No contra el pobre perro, sino contra s¨ª mismo: sin errar el disparo ni descargar culpas f¨¢ciles en otros. As¨ª fue como, poco a poco, fue cogiendo cari?o a su mu?eco. "Acab¨¦ tocando el piano para ¨¦l; al fin y al cabo, no ten¨ªa la culpa de nada. Quer¨ªa hacerle feliz, se merec¨ªa lo mejor", cuenta. Fue su primer p¨²blico.
Ahora llena auditorios y provoca el delirio con sus interpretaciones profundas y concienzudas de Beethoven, Haydn, Rachmaninov o Brahms. Les dota de un vigor y una madurez asombrosas para su edad y para la lejan¨ªa de la cultura que representan. Quiz¨¢ la clave sea ¨¦sa, aparte de una visi¨®n tan en¨¦rgica como transgresora de su mundo. Una fresca calidez que le lleva a proclamar que no le importa que le aplaudan en mitad de una pieza. Una curiosa inconsciencia que le hace quitar pompa y circunstancia a un mundo demasiado formal con naturalidad y cierto descaro. Hay otras razones tambi¨¦n. Para muchos en su pa¨ªs, incluso para ¨¦l antes de estudiarlo a fondo, la m¨²sica de un tal Mozart estaba viv¨ªsima. Tanto como quien la hab¨ªa creado: "Hay gente que se lleva una sorpresa en China cuando se entera de que Mozart est¨¢ muerto y que vivi¨® hace m¨¢s de 250 a?os. Para nosotros es algo de hoy", afirma.
Como tal, en cierta forma, lo afronta Lang Lang, que es un aut¨¦ntico fen¨®meno en su pa¨ªs. All¨ª, en el Extremo Oriente, el mundo de la m¨²sica cl¨¢sica ha encontrado un puro fil¨®n de talento. Su nombre y otros como el de Yundi Li vienen apretando en el mundo del piano.
Solista no es una palabra muy bien vista en China. Pero Lang Lang, sobre todo, se ha convertido en todo un icono del triunfo individual. El genuino representante del ¨¦xito personal. Algo que debe extra?ar en un lugar que todav¨ªa se considera en los c¨ªrculos ortodoxos como comunista, pero que en la realidad ha roto a la fuerza el cord¨®n umbilical de los dogmas colectivistas. Se ve¨ªa venir. Estaba m¨¢s que claro en una sociedad cuya primera generaci¨®n de hijos ¨²nicos empieza a pedir paso.
Pero al tiempo, Lang Lang es un fen¨®meno global. Ha firmado con una multinacional, la Deutsche Grammophon, que pertenece a Universal; interpreta bandas sonoras como El velo pintado, y da conciertos en los cinco continentes, unos 140 al a?o. Tiene casas en Pek¨ªn, adonde va cada muy poco tiempo y da clases magistrales a ni?os y j¨®venes; en Nueva York, donde se muda despu¨¦s de haber pasado a?os en Filadelfia, la ciudad donde se ha formado a fondo en la escuela Curtis, y en Berl¨ªn, donde pasa temporadas con su mentor, Daniel Barenboim. ?l se ocupa de perfeccionar su formaci¨®n musical, pero tambi¨¦n humanista. "Es un segundo padre para m¨ª. Me ense?a todo lo que me puede ser de utilidad", asegura Lang Lang en el vest¨ªbulo de un hotel en plena Alhambra de Granada, donde actu¨® este mes de julio en su festival internacional junto al director citado y la orquesta Staatskapelle de Berl¨ªn.
All¨ª se present¨® el joven pianista, acompa?ado de su madre y con su aspecto de chico a la ¨²ltima: aparatosas gafas de Dior, polo Lacoste azul, prendas de Adidas y sus dos iPod: uno rojo con m¨²sica china, pop y crossovers, y otro verde con m¨²sica cl¨¢sica.
Es usted el alumno aventajado de un grande como Daniel Barenboim. ?C¨®mo le trata?
Se preocupa mucho por m¨ª en todos los sentidos, no s¨®lo como profesor de piano; tambi¨¦n me cuida.
?C¨®mo?
No preocup¨¢ndose s¨®lo por c¨®mo evoluciono con el piano, sino en todos los sentidos; qu¨¦ pienso de determinadas cosas, discutimos, me explica de todo. Por ejemplo, antes de llegar a Granada, en el avi¨®n me cont¨® la historia de este festival y de la Alhambra.
Es un mentor, entonces.
Eso, eso, un aut¨¦ntico mentor que me ense?a a amar este mundo y a sentirme feliz por formar parte del mismo.
?C¨®mo se conocieron?
Vino a verme a un concierto con la Filarm¨®nica de Nueva York. Tocaba el Segundo concierto para piano y orquesta, de Rachmaninov, con Kurt Masur, en 2002. Fue perfecto porque en aquella ¨¦poca me graduaba en la escuela Curtis y necesitaba alguien que se ocupara de m¨ª. Tuve mucha suerte de encontrarme con ¨¦l en ese momento porque estaba despistado, no sab¨ªa qu¨¦ hacer.
Pues no parece usted muy desconcertado en esta vida.
No, tengo una suerte inmensa; consigo lo que quiero tanto en mi vida normal como profesionalmente. No me quejo, lo paso bien.
Se ha convertido usted en un s¨ªmbolo del individualismo en China.
Un poco, s¨ª, un poco. Porque los pianistas no son como los futbolistas. Soy un solista.
Es usted m¨¢s parecido a un jugador de tenis.
S¨ª, exacto. Aunque me gusta jugar en grupo tambi¨¦n, por eso hago mucha m¨²sica de c¨¢mara; pero, aun as¨ª, sigues trabajando de forma individualista.
Y eso, en un pa¨ªs como China, no es tan com¨²n.
Antes no, pero ahora empieza a serlo. Hay estrellas en la m¨²sica, en el cine. Empezamos ese camino que no s¨¦ si es bueno o malo, pero que es as¨ª.
Para un chico tan joven, ?ser una estrella es m¨¢s una losa o un placer?
Una losa, no. Es fant¨¢stico, me encanta. Mi sue?o era ser pianista y lo he conseguido. Soy feliz. Era la vida que hab¨ªa elegido desde ni?o, mi objetivo estaba claro desde peque?o. Si alguien te obliga o te fuerza a ello puede ser estresante, pero elegirlo y conseguirlo te hace feliz.
Pero su padre, que es m¨²sico tambi¨¦n, lo deseaba. ?No se sinti¨® presionado por eso?
Por supuesto que lo quer¨ªa. Es cierto que de ni?o algunas cosas fueron estresantes. Pero ahora, no. Estoy metido a fondo en este mundo y lo adoro. Es como vivir con alguien. Si lo deseas, fant¨¢stico; si no, es un infierno. Tiene que existir la qu¨ªmica. Si me tuviera que ganar la vida con las matem¨¢ticas, me volver¨ªa loco. No hay nada malo en las matem¨¢ticas, es mi relaci¨®n con ellas lo que falla. Pero la m¨²sica, la adoro.
?Con qu¨¦ compositores siente esa qu¨ªmica?
Intento establecer esa conexi¨®n especial con cada pieza que decido estudiar. Cada obra requiere su tiempo. No son lo mismo las Variaciones Goldberg, de Bach, o la sonata Hammerklavier, de Beethoven, que otras que dominas en unos d¨ªas. Tambi¨¦n hay conciertos, como el Segundo de Rachmaninov o el Quinto de Beethoven, con los que me siento especialmente bien. Pero hay otros, el Primero de Brahms, por ejemplo, que me cuesta m¨¢s. No es que sean dolorosos, es que te hacen sentir inc¨®modo. Tienen algo que te deja sin aliento, no consigues respirar tranquilamente. La dificultad es encontrar el equilibrio, el momento en el que abres la puerta. Como jugar al f¨²tbol.
Ya, le he o¨ªdo comentar en el documental 'Dragon songs' que tocar el piano es casi tan dif¨ªcil como jugar al f¨²tbol. ?Me lo puede explicar?
S¨ª, as¨ª es. Todo tiene su dificultad. Para jugar al f¨²tbol hay que saber. Todos los grandes jugadores toman sus grandes decisiones en el campo como si fueran artistas. Desde d¨®nde colocan la pelota hasta la configuraci¨®n, el ritmo: ahora r¨¢pido, despu¨¦s lento. En piano tienes 10 dedos, como los jugadores sin portero, y debes decidir cu¨¢l utilizas en la mejor posici¨®n. Como dijo Liszt, el truco est¨¢ en que cada dedo es un ente, y los 10 al tiempo, un bloque. Como en un equipo, cuentas con grandes individualidades; pero, como grupo, necesitas un equilibrio.
Pero la gente cree que el piano es cosa de uno, y usted lo concibe de otra manera.
S¨ª, la cabeza controla, el coraz¨®n da emoci¨®n. La cabeza es el director; el coraz¨®n, el artista; los dedos, jugadores. El piano, en s¨ª, no es m¨¢s que un artilugio. Eres t¨² quien debe ponerle coraz¨®n. As¨ª es como se le humaniza. Si no le das emoci¨®n, no tiene sentido. Luego est¨¢ tu sentido musical, las din¨¢micas que imprimes, el fraseo? Como si recitaras un poema y cantaras, todo al tiempo. No s¨®lo debes tener sensibilidad para una cosa, todo est¨¢ relacionado.
Buena filosof¨ªa, ?de d¨®nde la ha sacado? ?De Europa, de China, de Estados Unidos?
Pensando, d¨¢ndole muchas vueltas. A veces combino la filosof¨ªa china m¨¢s antigua con otras cosas que he aprendido en Occidente. Barenboim quiere que pase m¨¢s tiempo en Europa que en otros lugares. Para la m¨²sica cl¨¢sica es mejor. No es que en Estados Unidos no haya una cultura para esto: la hay, pero es diferente. Es como la de Europa, pero en otro sentido. Aqu¨ª, las cosas se parecen m¨¢s a la antigua cultura china. Es curioso, la concepci¨®n de la vida china es muy europea; pero su modo de hacer las cosas, muy americano. As¨ª lo veo, en general. Como viven, tratan a la gente; la comida, muy parecida a la espa?ola; la tapa, el picoteo.
Resulta curioso lo suyo, porque, aparte de ser un s¨ªmbolo del individualismo en China, cuando cuenta que vive a caballo entre Pek¨ªn, Nueva York y Berl¨ªn parece m¨¢s un icono de la globalizaci¨®n.
Me esfuerzo mucho en dar esa imagen porque creo firmemente que el mundo es uno. Como artista veo claro que los seres humanos experimentan sensaciones parecidas en todas partes. La m¨²sica cl¨¢sica muestra claramente eso.
As¨ª que la m¨²sica cl¨¢sica puede ser el lenguaje de la globalizaci¨®n.
Por supuesto, no s¨®lo la cl¨¢sica. La m¨²sica entera.
Pero este mundo, en muchos aspectos, va de cabeza. ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s le preocupa?
Odio la guerra, la pelea, la falta de respeto mutuo. No lo entiendo, no lo acepto. El aspecto religioso es importante. Todas son diferentes, pero iguales en el fondo; todas buscan un sentido trascendente, sean budistas, cristianas, musulmanas. Los conflictos religiosos han sido siempre m¨¢s graves que los que han existido entre naciones. La gente est¨¢ tan metida en sus mundos que no quiere saber nada de los de enfrente, y eso est¨¢ mal. De ah¨ª vienen los problemas. Adem¨¢s hay gente que no le gusta estar en paz. Se ve al visitar ciudades, el humor de cierta gente. Aunque no se puede generalizar.
Como que todos los ¨¢rabes son terroristas; la Alhambra nos puede ense?ar lo contrario.
Es una tonter¨ªa pensar eso. La Alhambra es como un sue?o. La cultura que la concibi¨® es una gran cultura.
Ofrece 140 conciertos al a?o. Demasiados.
Me gusta tocar. Para la mayor¨ªa ser¨¢n muchos, para m¨ª est¨¢ bien. Lo ideal ser¨ªan 100, lo s¨¦, pero no me sobran por ahora. Aprendo tocando, lo necesito para superarme; si tocara menos perder¨ªa motivaci¨®n. En la m¨²sica cl¨¢sica era m¨¢s normal ese ritmo de trabajo en otros siglos. Bach compon¨ªa algo cada semana y lo tocaba los viernes. Una pieza no se perfecciona con una interpretaci¨®n, hay que moldearla en escena. Me gusta aprender repertorio y tocarlo en p¨²blico.
Con ese ritmo, ?a qu¨¦ le tiene miedo?
?Yo? A nada.
?A la soledad?
No me siento solo, en absoluto.
Pero no tiene miedo a nada porque es muy joven. Ya tendr¨¢ tiempo de escalofriarse.
S¨ª, quiz¨¢ en el futuro, pero espero que no.
?Y qu¨¦ echa de menos de China?
A mis parientes, mis amigos, la comida. Y ya est¨¢.
?S¨®lo?
Es que regreso cada poco tiempo.
Usted es un fen¨®meno all¨ª, le adoran. Millones de ni?os quieren ser pianistas por usted. Se ve que le gustan las cosas dif¨ªciles.
El piano es muy popular, s¨ª. Es el instrumento rey, m¨¢s que la guitarra. El n¨²mero uno. Tanto como el f¨²tbol, aunque no juegan bien.
Y eso que dice usted de que en China muchos creen que Mozart vive.
Eso es lo bueno para mi generaci¨®n. Mozart queda lejos de nuestro mundo. En Estados Unidos, la gente se volvi¨® loca por el piano hace 100 a?os; en Europa, hace 200; en Jap¨®n, 50 a?os atr¨¢s; en China, entre los ochenta y noventa. Estuvimos cerrados durante d¨¦cadas. La Revoluci¨®n Cultural, todo eso. Hab¨ªamos perdido el tren. Pero ahora no hay nada que pueda evitarlo, es la globalizaci¨®n. As¨ª que los ni?os quieren aprender y entender el mundo, y ser parte de ¨¦l. No encerrarse, sino aprender lo bueno de cada cultura. China crecer¨¢ con sus j¨®venes por todo el mundo, para que vuelvan a nuestro pa¨ªs a implantar una cultura nueva.
Mire qu¨¦ es curiosa una cosa. Lo que ha asustado China al mundo con su comunismo, y resulta que lo que hab¨ªa que temer era su capitalismo.
Bueno, no soy un pol¨ªtico, me considero neutral. Pero hay que saber que China fue muy d¨¦bil a mitad del siglo XX, y necesitaba hacer algo, despertarse. Mucha gente vive todav¨ªa en China como hace 2.000 a?os, y no hay nada que hacer. A muchos no les gusta cambiar, prefieren seguir como han vivido siempre. Mira lo que se ha conseguido con la guerra de Irak, nada. No puedes pretender cambiar a la gente de un d¨ªa para otro. Cambiar¨¢n con paciencia, poco a poco, generaci¨®n a generaci¨®n.
Y para su generaci¨®n, ?qu¨¦ es el comunismo?
No nos lo creemos, no nos sentimos comunistas. La teor¨ªa es el igualitarismo, pero todos somos distintos. Aunque est¨¢ bien tender a repartir, es muy dif¨ªcil conseguir la igualdad. Pero lo bueno en China es que la gente se ha concentrado mucho en lo importante, en la econom¨ªa y en el progreso. Lo podremos ver el a?o que viene, con las olimpiadas, por ejemplo. Pero seguimos aprendiendo y evolucionando, y eso es m¨¢s importante que todo lo dem¨¢s.
?C¨®mo aprenden m¨²sica en su pa¨ªs? El ¨¦xito es evidente.
Trabajamos duro. No es f¨¢cil. Pero, al tiempo, esa dureza es buena. El problema es que no tenemos buenos profesores. Durante la ¨¦poca de la Revoluci¨®n Cultural se prohib¨ªa todo eso, la cultura occidental, la m¨²sica cl¨¢sica. Con ese panorama, ?c¨®mo esperas buen nivel en el profesorado? De todas formas, han hecho un gran esfuerzo por recuperar el tiempo perdido; pero si tienes talento, debes salir fuera. Es dif¨ªcil perfeccionar all¨ª teor¨ªa musical. Puedes llegar a entonar, pero el porqu¨¦ hacerlo de una manera u otra no te lo ense?an bien.
Entonces, esa madurez musical que usted ha alcanzado, ?c¨®mo se fue construyendo?
Empec¨¦ a estudiar historia de Europa muy pronto. Mi ambiente era muy cl¨¢sico, para la m¨²sica china y la occidental. Conoc¨ª la cultura pop mucho m¨¢s tarde. Empec¨¦ a ir al cine a los 17 a?os o por ah¨ª. Estuve como en una isla.
?En la cual reinaba como hijo ¨²nico?
Tiene ventajas; con m¨¢s hermanos, mis padres no habr¨ªan tenido dinero para que estudiara piano.
Llama la atenci¨®n. Unos tanto y otros tan poco. Aqu¨ª el Gobierno espa?ol estimula la natalidad con 2.500 euros. Por no hablar de la cantidad de ni?as chinas que se adoptan.
?Pues yo veo este pa¨ªs siempre lleno de gente! Lo de las adopciones pasa tambi¨¦n en Estados Unidos. Es muy triste, es tan triste?, un atraso cultural que ocurre sobre todo en el campo y no tanto en las ciudades. Es una mierda, de hecho. Ahora el problema que tenemos, adem¨¢s, es otro. Que son todos ni?os, y el sue?o de todos ellos es encontrar novia.
Y de la cultura pop, ?qu¨¦ le fascina?
Cuando empec¨¦ a escuchar m¨²sica pop me resultaba chirriante, demasiado efecto electr¨®nico, dif¨ªcil para que mis o¨ªdos se acostumbraran. La primera vez que me met¨ª en una discoteca, en Tel Aviv, estuve un mes con pitidos en los o¨ªdos.
?No le gust¨®?
S¨ª, hombre, pero es que ten¨ªan la m¨²sica muy alta.
Y en sus iPod, ?qu¨¦ escucha?
En el rojo, pop chino y mandar¨ªn; tambi¨¦n otros cantantes que me gustan: Norah Jones, Justin Timberlake, Christina Aguilera? En el verde, todo tipo de m¨²sica cl¨¢sica.
?Barenboim le est¨¢ tentando para pasarse a la direcci¨®n como hizo ¨¦l?
No, ¨¦l no quiere. Cree que debo seguir concentrado en el piano. Hombre, a m¨ª me gustar¨ªa probarlo. De hecho, voy a dirigir desde el piano unos conciertos de Mozart con la Sinf¨®nica de la Radio de Baviera, en M¨²nich. Ya ver¨¦ si lo disfruto o no. Tambi¨¦n hay una cosa que me gustar¨ªa probar: dirigir alguna vez los valses del Concierto de A?o Nuevo en Viena.
Veo que sigue so?ando, aunque lo ha conseguido casi todo.
S¨ª claro, bastante. Me encantar¨ªa ense?ar, dedicar mucho tiempo a eso.
?C¨®mo se despierta un verdadero talento? ?Cu¨¢l es la clave?
La clave es tocar y tocar. Y comunicar, ense?ar a transmitir la m¨²sica, y eso no es dif¨ªcil. Por supuesto, hay que derribar la imagen de la m¨²sica cl¨¢sica como algo aburrido y caduco. ?Puede alguien decir que Shakespeare lo es? Pues hay que intentar lo mismo con la m¨²sica. La m¨²sica buena jam¨¢s pasa de moda. Debe tomarse en serio la actitud; pero la emoci¨®n, debemos intentar que la gente se deje llevar por ella.
Incluso en las salas de conciertos. La gente sonr¨ªe poco, muestra con reserva sus emociones.
Estoy completamente de acuerdo. Me encantar¨ªa sentir eso. Yo hago las cosas de coraz¨®n, y quiero la misma respuesta. A veces parece que van al templo. A m¨ª no me importa que aplaudan en mitad de un movimiento.
No, pero al p¨²blico s¨ª. Enseguida se oye: "?Schhhhh!". No es como en los tiempos de Liszt, cuando la gente le vitoreaba y las mujeres se desmayaban a sus pies.
Eso. Si a la gente le sale aplaudir, que lo haga.
?En China pasa?
Aplauden cada movimiento, no conocen esas convenciones.
Ni falta que hace ense?¨¢rselas tampoco.
Y tanto. No s¨¦, a lo mejor tienen raz¨®n los que se lo toman todo tan en serio, pero deben saber que no hay ninguna regla que obligue a eso. Si a alguien le apetece aplaudir, que lo haga. Los m¨®viles s¨ª que son un problema, eso es distinto.
?Se considera un rompedor de cosas establecidas?
Tampoco, lo que intento es hacer bien mi trabajo. Quienes van por el mundo d¨¢ndoselas de rompedores me parecen idiotas. Siempre ha existido alguien antes que les ha precedido. Los que solamente nos preocupamos de hacer cosas no tenemos tiempo para plantearnos si son inusuales o no. Si te concentras m¨¢s en eso es que eres imb¨¦cil.
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