El ex esp¨ªa del CNI encarcelado por traidor guardaba la carta con la que se vendi¨® a Rusia
Fl¨®rez se infiltr¨® en el entorno de ETA y tuvo relaciones de "muy alto nivel" de 1992 a 1997
El ex agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Roberto Fl¨®rez Garc¨ªa guardaba por escrito el testimonio de su traici¨®n. En los registros practicados el pasado lunes en su domicilio y su despacho profesional en el Puerto de la Cruz (Tenerife) se ha encontrado una copia de la carta que, en noviembre de 2001, dirigi¨® a los servicios secretos rusos ofreci¨¦ndoles sus servicios. Reclamaba un primer pago de 200.000 d¨®lares (m¨¢s de 145.000 euros) a cambio de informaci¨®n. Se supone que cobr¨® mucho m¨¢s durante los dos a?os largos que dur¨® su colaboraci¨®n con Mosc¨².
La investigaci¨®n se inici¨® tras la detenci¨®n de un colaborador ruso del CNI en 2005
La juez interviene una misiva en la que Fl¨®rez pidi¨® 200.000 d¨®lares a cambio de informaci¨®n
Adem¨¢s de correspondencia muy comprometedora, Fl¨®rez archivaba copias de los informes que vendi¨® al espionaje ruso: nombres de decenas de agentes, estructura y procedimientos del servicio secreto, planes de operaciones, etc. No parec¨ªa una pr¨¢ctica muy inteligente, pero este agente siempre dio muestras de andar tan sobrado de audacia como falto de la menor precauci¨®n.
En la primavera de 2005, un colaborador ruso del CNI desapareci¨® sin dejar rastro en su pa¨ªs. M¨¢s tarde se supo que hab¨ªa sido detenido por corrupci¨®n. Pod¨ªa ser casualidad, pero no era la primera. En 2002 y 2003 se hab¨ªan producido incidentes similares: objetivos neutralizados en Rusia al primer acercamiento, operaciones abortadas en sus fases m¨¢s incipientes...
Los responsables del servicio secreto espa?ol no pod¨ªan seguir mirando a otro lado. Era evidente que ten¨ªan un problema: un agujero de dimensiones desconocidas por el que se hab¨ªa filtrado, o quiz¨¢ se segu¨ªa filtrando, informaci¨®n altamente sensible.
El director del CNI, Alberto Saiz, cre¨® un gabinete de crisis y le encarg¨® la tarea de localizar al topo. No se conoc¨ªa el alcance ni la amplitud de la red de complicidades que el traidor pod¨ªa tener dentro de La Casa, como llaman sus miembros al centro de inteligencia. Por eso, el equipo de investigaci¨®n se reuni¨® fuera de la sede oficial y su propia existencia se mantuvo en secreto.
Tras dos a?os de trabajo, la mara?a se fue desenredando y los hilos confluyeron en un guardia civil que dej¨® el centro en febrero de 2004, tras doce a?os de servicio. Nunca pas¨® de cabo (se ha dicho err¨®neamente que era suboficial) pero sus antiguos jefes reconocen que era "uno de los mejores a la hora de obtener informaci¨®n sobre el terreno".
Es decir: no era un analista, que elabora sesudos informes de despacho, ni un operativo, que escala tapias y coloca micr¨®fonos, sino alguien capaz de emborrachar a un islamista o de hacer hablar a un monje con voto de silencio.
Nacido en mayo de 1965 en Asturias, ingres¨® en la Guardia Civil con 19 a?os. El CNI lo capt¨® en 1992, como a otros muchos agentes destinados en el servicio de informaci¨®n de la Comandancia de Intxaurrondo (Guip¨²zcoa), y lo mantuvo en el Pa¨ªs Vasco, integrado en un equipo en el que pronto descoll¨®.
"Era muy bueno en lo suyo", recuerda un general que lo recibi¨® en su despacho, a pesar de que se trataba de un guardia de base, lo que evidencia hasta qu¨¦ punto se le valoraba. "Ten¨ªa don de gentes y logr¨® hacer relaciones importantes, de un nivel bastante alto, en el entorno de ETA. Pero tambi¨¦n es verdad", agrega el general, "que corr¨ªa demasiados riesgos. Se iba de chatos con un batasuno y luego acud¨ªa a saludar al comandante de la Guardia Civil. '?C¨®mo haces eso?', le re?¨ªa. Y ¨¦l se encog¨ªa de hombros".
En 1997, el CNI decidi¨® sacarlo del Pa¨ªs Vasco, por temor a que acabara por ser descubierto. Y lo mand¨® lejos: a la embajada espa?ola en Per¨², como ayudante del agregado de informaci¨®n.
En Lima dio pruebas, una vez m¨¢s, de su facilidad para hacer amigos. Se infiltr¨® en el grupo opositor Per¨² Posible y se gan¨® la confianza de quien luego ser¨ªa presidente peruano Alejandro Toledo. Pero su disponibilidad para acudir a cualquier hora, sin importarle faltar a su trabajo, hizo sospechar al periodista Gustavo Gorriti, quien descubri¨® su condici¨®n de esp¨ªa con una simple llamada a la sede diplom¨¢tica espa?ola. Un reportaje en el diario peruano La Rep¨²blica, en abril de 2000, provoc¨® su inmediata y forzosa repatriaci¨®n.
De vuelta a Madrid, fue destinado a La Escuela, una dependencia de la sede central del CNI donde se forman los nuevos agentes y se reciclan los veteranos.
All¨ª tuvo ocasi¨®n de conocer a fondo los procedimientos operativos del servicio secreto y relacionarse con agentes destinados en la Divisi¨®n de Contrainteligencia y, en especial, en el ¨¢rea de Rusia, a la que logr¨® ir destinado en enero de 2004, s¨®lo un mes antes de su salida del centro. Fl¨®rez no fue expulsado ni denunciado a la polic¨ªa como ha asegurado el entonces ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, del PP. Ni tampoco se march¨® voluntariamente, como dijo Saiz. "Simplemente, se le invit¨® a pedir la baja", explica un antiguo responsable del CNI.
No est¨¢ clara la raz¨®n de esta p¨¦rdida de confianza. Como m¨ªnimo, vulner¨® las normas de seguridad y dio muestras de indisciplina. Fl¨®rez ten¨ªa motivos para estar descontento. En el Pa¨ªs Vasco y en Per¨², nadie controlaba sus movimientos y adem¨¢s ganaba mucho m¨¢s dinero. En la sede del CNI, era un guardia de base, sin idiomas, ni estudios, ni perspectivas de carrera profesional.
"A enemigo que huye, puente de plata", repite el ex responsable del CNI, quien admite que nunca se investig¨® a Fl¨®rez y que crey¨® que con su marcha se libraba de un problema. Craso error.
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