"Nos tirote¨® sin parar. Era la guerra"
El polic¨ªa local Jos¨¦ Antonio Garc¨ªa Segarra tiene grabado a fuego el d¨ªa en que plant¨® cara al atracador en Vall d'Uix¨®
"Lo recuerdo perfectamente. Est¨¢bamos haciendo el relevo cuando nos pasaron el aviso de que hab¨ªa un atraco en la Caja Rural San Isidro. Mi compa?ero y yo fuimos para all¨¢. Lo que sucedi¨® a continuaci¨®n no lo olvidar¨¦ jam¨¢s. Fue una ensalada de tiros horrible. Era la guerra. Aquel t¨ªo disparaba sin parar y lo hac¨ªa como un profesional. Con mucha sangre fr¨ªa". Jos¨¦ Antonio Garc¨ªa Segarra, de 41 a?os, ex polic¨ªa local de Vall d'Uix¨® (Castell¨®n), tiene marcado a fuego aquel episodio. Aquel pistolero con el que se enfrent¨® hace m¨¢s de siete a?os era Jaime Jim¨¦nez Arbe, El Solitario, que cuatro a?os despu¨¦s asesinar¨ªa a dos guardias civiles en Navarra.
Garc¨ªa est¨¢ jubilado y en tratamiento psiqui¨¢trico desde aquel 10 de mayo de 2000, cuando su vida se cruz¨® con la de El Solitario. Pero no s¨®lo por eso, sino porque la Audiencia de Castell¨®n le conden¨® en octubre de 2004 a un a?o y seis meses de prisi¨®n al encontrarle responsable de la "muerte no querida pero evitable" de su compa?ero Manuel Ferrandis Fenollosa. Seg¨²n el tribunal, Garc¨ªa abri¨® fuego contra el atracador, "a pesar de que en la l¨ªnea de tiro se encontraba su compa?ero", y le alcanz¨® con una bala en la cabeza.
"Se enfrent¨® a nosotros en dos etapas: primero, intentando herirnos; luego, tirando a matar"
Hubo una gran refriega a tiros: unos 200 disparos que atravesaron coches, escaparates, contenedores de basura, fachadas de viviendas, etc¨¦tera. El atracador, disfrazado con barba y peluca postizas, llevaba un arsenal encima: una metralleta, una pistola y un rev¨®lver. "El Solitario se enfrent¨® a nosotros en dos fases: la primera, pretendiendo herirnos a alguno para que los dem¨¢s nos qued¨¢ramos atendi¨¦ndole; la segunda, tirando a matar", rememora Garc¨ªa.
El pistolero logr¨® escapar en un Suzuki Vitara de color blanco, dejando atr¨¢s un reguero sangriento: el cad¨¢ver del oficial Manuel Ferrandis, de 49 a?os, casado y padre de tres hijos; al agente Jos¨¦ Quirant de 38 a?os, con un balazo en la pierna (ha quedado cojo); a Daniel Diago, de 34 a?os, con un disparo en un muslo; y al sargento Carlos Domingo, de 39 a?os, con heridas en la cara y en los ojos por las esquirlas de unos cristales.
La Guardia Civil practic¨® una inspecci¨®n ocular "chapucera" y realiz¨® un informe pericial lleno de errores y lagunas, seg¨²n Jos¨¦ Antonio Garc¨ªa, que cuatro a?os despu¨¦s fue condenado como responsable de la muerte de su compa?ero. "Soy inocente. Desde mi posici¨®n era imposible que yo hubiera matado a Ferrandis. El tribunal admiti¨® una teor¨ªa que yo denomino 'la bala que peg¨® la vuelta' y que supone que un proyectil cambie su trayectoria 180 grados. De nada sirvieron las pruebas periciales que yo aport¨¦", asegura el ex polic¨ªa local, que caus¨® baja en el cuerpo a causa de la condena.
Garc¨ªa prosigue: "La justicia se ensa?¨® conmigo. No tuvo en cuenta las circunstancias ni que en un tiroteo de este tipo hay que dirimir en d¨¦cimas de segundo... ?y bien! Desde entonces estoy en tratamiento psiqui¨¢trico y he gastado m¨¢s de 60.000 euros tratando de demostrar que la bala que mat¨® a mi compa?ero la dispar¨® El Solitario. El proyectil, tras rebotar en un pilar de hierro, impact¨® en la cabeza de Ferrandis. Yo hubiera preferido que me hubiese matado a m¨ª".
Dos meses despu¨¦s de aquel terrible incidente, la Guardia Civil ense?¨® a Garc¨ªa y a sus compa?eros unas fotos de un individuo, con barba y peluca, atracando un banco. "Cuando lo vimos, dijimos: 'Ese t¨ªo es el mismo que nos tirote¨® a nosotros", recuerda hoy.
Cuando sucedi¨® lo de Vall d'Uix¨®, nadie sab¨ªa de la existencia de tan peligroso individuo ni hab¨ªa dado el salto a la fama. Lo har¨ªa cuatro a?os despu¨¦s, cuando ametrallara sin piedad a los guardias civiles Juan Antonio Palmero y Jos¨¦ Antonio Vidal, de 29 y 31 a?os. Eso le convirti¨® en el enemigo p¨²blico n¨²mero 1.
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