Rezo por la lluvia
En el verano del a?o pasado, cuando Polonia estaba azotada por una fuerte sequ¨ªa, el presidente del Parlamento invit¨® a los diputados a rezar en la capilla del Legislativo por la lluvia. Igualmente curioso fue que en la Uni¨®n Europea el primer ministro polaco afirmara que val¨ªa la pena morir por un sistema de votaci¨®n basado en la ra¨ªz cuadrada. Muchos europeos se preguntaron qu¨¦ pasaba con Polonia.
Ahora son los polacos los que tienen que hacerse esa pregunta, porque desde las ¨²ltimas elecciones presidenciales y parlamentarias de 2005 Polonia ya no es el pa¨ªs que era, una rep¨²blica democr¨¢tica en la que todos los ciudadanos ten¨ªan los mismos derechos, un pa¨ªs con tribunales independientes, donde el monopolio comunista fue reemplazado por el pluralismo pol¨ªtico e informativo y el poder centralizado por la autogesti¨®n de los municipios, distritos y provincias. En aquella Polonia imperaba la presunci¨®n de la inocencia de los acusados y se respetaban los derechos humanos. En ella el compromiso y la tolerancia eran virtudes, mientras que el fanatismo y el esp¨ªritu de venganza estaban en desgracia. Un pa¨ªs en el que el ingreso en la Uni¨®n Europea, ratificado en un refer¨¦ndum, se celebr¨® como una fiesta nacional. Eso era la Polonia de ayer, porque en la de hoy todas esas conquistas, todos esos valores, est¨¢n siendo arrinconados, rechazados y condenados.
Polonia se desliza hacia un r¨¦gimen autoritario y profundamente receloso de Europa y sus valores
Polonia se ha convertido en un pa¨ªs que se desliza hacia un r¨¦gimen autoritario en el que las instituciones democr¨¢ticas ser¨¢n una pura decoraci¨®n sin contenido, sin sustancia. Y con eso no quiero decir que el primer ministro Jaroslaw Kaczynski, el hombre fuerte de Polonia, sea un fascista o un comunista. Eso tampoco significa que en Polonia no exista la prensa libre, se hayan prohibido las elecciones o se encarcele a los pol¨ªticos de la oposici¨®n. Tampoco quiero decir que Kaczynski tenga la intenci¨®n de sacar ma?ana a Polonia de la UE.
Kaczynski lo que busca es implantar un r¨¦gimen de gobierno muy personal y en ese esfuerzo ya ha conseguido un ¨¦xito asombroso, porque ning¨²n jefe de gobierno en la Polonia democr¨¢tica tuvo tanto poder como ¨¦l. Utiliza su enorme poder para transformar el r¨¦gimen de Polonia y cambiar la pol¨ªtica exterior del pa¨ªs. Y realiza su plan de manera sumamente eficaz disponiendo invariablemente del respaldo de una tercera parte de los electores. Hay que se?alar que su actuaci¨®n constituye un enorme ¨¦xito personal y al mismo tiempo una gran cat¨¢strofe para la democracia polaca. Son muchos los s¨ªntomas que indican que J. Kaczynski podr¨¢ seguir gobernando seis a?os m¨¢s. Si eso sucede, la democracia polaca habr¨¢ sufrido una terrible derrota ante el populismo.
El populismo polaco tiene varios rostros. Existe desde hace muchos a?os, pero por primera vez se ha concentrado en torno al poder. J. Kaczynski construy¨® su Gobierno con el apoyo de dos partidos que antes eran considerados como enemigos del orden democr¨¢tico. La Liga de las Familias Polacas (LPR) es la continuadora de la corriente fascista en la Polonia de antes de la II Guerra Mundial, mientras que Autodefensa es la versi¨®n criminal, aventurera y populista del poscomunismo. Son dos partidos, por definici¨®n, hostiles a la Uni¨®n Europea y a los valores que representa. Sus representantes elogian las dictaduras del general Franco y de Salazar, luchan contra la teor¨ªa de la evoluci¨®n de las especies de Darwin, exigen la exclusi¨®n de las obras de Goethe, Conrad y Dostoievski del programa escolar, falsifican de manera inimaginable la historia m¨¢s moderna y cometen aut¨¦nticas fechor¨ªas.
J. Kaczynski, LPR y Autodefensa se han apropiado del Estado. Se han adue?ado de instituciones p¨²blicas como el Consejo de la Radio y la Televisi¨®n, el Banco Nacional, el Tribunal de Cuentas y la inmensa mayor¨ªa de las empresas p¨²blicas y sociedades del Tesoro. El aparato de Justicia, los servicios secretos y la fiscal¨ªa son un feudo exclusivo de J. Kaczynski y hoy sirven al plan de construir un Estado en el que imperan las sospechas y el miedo. Actualmente, cuando alguien oye el timbre de la puerta de su casa a las 6.00 de la ma?ana, sabe perfectamente que no es el lechero. Y todos esos pasos van acompa?ados con un lenguaje lleno de alusiones a la conspiraci¨®n hostil de un enemigo indefinido. Dicen los actuales gobernantes que, tras la ca¨ªda del comunismo, Polonia estuvo gobernada por una trama que saqueaba las riquezas del pa¨ªs y en pol¨ªtica exterior enarbolaba la bandera blanca de la rendici¨®n. As¨ª justifican las purgas que han llevado a cabo en la diplomacia polaca.
No estoy esbozando una caricatura, sino una imagen verdadera de la realidad. J. Kaczynski ve en la Uni¨®n Europea un peligro, una amenaza, un instrumento de Alemania para convertirse en dictador del continente y conseguir la dominaci¨®n de Polonia por la v¨ªa pac¨ªfica. Todo aquel que tiene otra opini¨®n es un traidor, porque para J. Kaczynski Polonia es ¨¦l, su hermano, el presidente, y sus compa?eros m¨¢s cercanos. Por eso la Uni¨®n Europea es buena solamente cuando da dinero o cuando sirve para oponerse a la pol¨ªtica energ¨¦tica de Mosc¨², pero es mala cuando critica al Gobierno polaco. En esos casos, Angela Merkel es percibida como una descendiente directa de Hitler a la que cabe exigir que indemnice a los polacos por los cr¨ªmenes del nazismo. Pero, ?es acaso extra?a esa concepci¨®n de J. Kaczynski si ataca de manera igualmente canallesca a Bronislaw Geremek, uno de los pol¨ªticos polacos m¨¢s respetados en el mundo, y confunde a la direcci¨®n de mi diario, Gazeta Wyborcza, con los ide¨®logos del Partido Comunista de Polonia?
Para gobernar como lo desea J. Kaczynski tiene que falsificar totalmente la historia y reamueblar la conciencia de los polacos. Hay que convencer a todos que los h¨¦roes de las transformaciones -Walesa, Geremek o Mazowiecki- fueron traidores o c¨®mplices de los traidores. Hay que definir la transici¨®n pac¨ªfica, el mayor ¨¦xito de Polonia en el siglo XX, como "una gran traici¨®n". Hay que ense?arles nuevamente a los polacos a tener miedo y a odiar a sus vecinos. Y, por ¨²ltimo, hay que ense?arles a tener fe ciega en la infalibilidad del nuevo caudillo, Jaroslaw Kaczynski. Conozco a los polacos y s¨¦ que todo eso ser¨¢ muy dif¨ªcil.
J. Kaczynski es la herencia m¨¢s triste dejada a Polonia por los comunistas. Sus defectos los tienen tambi¨¦n muchos pol¨ªticos de otros pa¨ªses ex comunistas. Un ejemplo es Rusia. Putin no es como Stalin ni como Brezhnev, pero todos tememos que pueda convertirse en el soporte de un nuevo autoritarismo ruso. J. Kaczynski, aunque utiliza un lenguaje conservador, es un simple imitador de Putin.
En los ¨²ltimos cincuenta a?os Polonia dio al mundo lo mejor que ten¨ªa: Juan Pablo II, Lech Walesa y Solidaridad, Czeslaw Milosz y Witold Gombrowicz, Leszek Kolakowski, Andrzej Wajda, Witold Lutoslawski, Leszek Balcerowicz, Wislawa Szymborska, Jacek Kuron, Tadeusz Mazowiecki y Bronislaw Geremek. No me gustar¨ªa que ahora empezase a dar al mundo lo peor que posee. ?Nos queda solamente rezar para que llegue la lluvia del sentido com¨²n?
Adam Michnik es escritor polaco. Traducci¨®n de Jorge Ruiz Lardizabal.
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