El rock de Antonioni
Al menos dos veces, Michelangelo Antonioni se encontr¨® cabalgando sobre la cresta de la ola de la d¨¦cada de los sesenta. Su Blow Up (1966) ofrece el retrato m¨¢s visualmente rico del swinging London, mientras que Zabriskie Point (1970) capta el agostamiento del sue?o hippy y su transformaci¨®n en espasmos revolucionarios.
En Blow Up, Antonioni ejerce de turista boquiabierto, atrapado por los colores y la excitaci¨®n de lo que ocurre a su alrededor. Cierto que se trata de una mirada superficial, pero el italiano tampoco intentaba retratar un movimiento que se cre¨ªa demasiado cool para explicarse. En alg¨²n momento, decidi¨® anclar el elemento thriller del gui¨®n -el fot¨®grafo que cree haber captado un asesinato- con la m¨²sica jazz¨ªstica del teclista Herbie Hancock. Aparte, est¨¢ la escena de The Yardbirds, donde Jeff Beck destroza su guitarra. Antonioni hab¨ªa o¨ªdo campanas inciertas: el grupo que machacaba sus instrumentos era The Who y lo hac¨ªa como un ritual; en la pel¨ªcula, el guitarrista reacciona ante los problemas que le da su instrumento. A ojos atentos, el sacrificio no resulta convincente: en vez de una Fender o una Gibson, Beck est¨¢ usando una guitarra barata; un grupo de primera divisi¨®n no usar¨ªa semejante chatarra.
En Londres, Antonioni tambi¨¦n tuvo la oportunidad de ver la psicodelia brit¨¢nica: durante la presentaci¨®n de la revista IT, Pink Floyd desarroll¨® su espect¨¢culo de luz y sonido en el Roundhouse, un dep¨®sito ferroviario reconvertido en club underground. Tres a?os despu¨¦s, llam¨® a Pink Floyd para ocuparse de la m¨²sica de Zabriskie Point.
No fue una colaboraci¨®n feliz. El realizador se llev¨® a los m¨²sicos a Roma, donde deb¨ªan grabar por la noche. Durante el d¨ªa, los brit¨¢nicos usaban las dietas para explorar la bodega del hotel. Tras la relajada experiencia de trabajar con Barbet Schroeder en More, Pink Floyd se encontr¨® con la pesadilla de cualquier creador de bandas sonoras: un cineasta rezong¨®n, insatisfecho, pero que tampoco verbalizaba sus razones. Antonioni exig¨ªa temas acabados, se quejaba de que la m¨²sica se impon¨ªa sobre las im¨¢genes y ped¨ªa que volvieran al estudio. No era de f¨¢cil conformar: visit¨® a The Doors y Jim Morrison aport¨® un tema, L'America, que Antonioni rechaz¨®.
Finalmente, la banda sonora de Zabriskie Point fue un rompecabezas. Antonioni utiliz¨® piezas de Pink Floyd pero sum¨® improvisaciones de Jerry Garc¨ªa, el guitarrista de Grateful Dead, y temas grabados de The Youngbloods. Una opci¨®n inteligente: esas m¨²sicas enraizaban la historia en Estados Unidos. Aunque esos sonidos no fueron suficientes para salvar Zabriskie Point, donde se hac¨ªa evidente que el realizador hab¨ªa llegado a un mundo que se escapaba de su comprensi¨®n. La pel¨ªcula fue rechazada por su p¨²blico potencial y contribuy¨® al hundimiento de la MGM.
Babelia
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