Tropas para Darfur
La autorizaci¨®n un¨¢nime por el Consejo de Seguridad de una fuerza mixta de pacificaci¨®n para Darfur, que con un total de 26.000 soldados y polic¨ªas intentar¨¢ detener las atrocidades que con el benepl¨¢cito de Jartum vienen cometi¨¦ndose en el vasto territorio sudan¨¦s desde hace cuatro a?os, es una noticia largamente esperada. Pero la decisi¨®n del m¨¢ximo ¨®rgano de la ONU, que se complementa con un intento para facilitar la negociaci¨®n entre los divididos rebeldes y el Gobierno sudan¨¦s, no representa en s¨ª misma m¨¢s que el comienzo de un largo proceso sembrado de dificultades y cuyo objetivo, pese al gasto de 2.000 millones de d¨®lares previsto en el primer a?o, dista de estar garantizado.
Ya han comenzado las divergencias sobre su interpretaci¨®n. Mientras para las potencias occidentales m¨¢s implicadas en la negociaci¨®n est¨¢ claro que autoriza el empleo de la fuerza para proteger a los civiles, v¨ªctimas propiciatorias del genocidio, los representantes del pa¨ªs africano afirman que la resoluci¨®n no representa un cheque en blanco y que la jurisdicci¨®n final de Jartum est¨¢ fuera de duda. Sud¨¢n, que ha prometido esta vez su colaboraci¨®n, lleva a?os burl¨¢ndose de la ONU e impidiendo con los argumentos m¨¢s indecentes un despliegue de tropas eficaz que sustituya a los inoperantes 7.000 soldados de la Uni¨®n Africana en Darfur, una de las grandes tragedias enterradas de nuestro tiempo. Alrededor de un cuarto de mill¨®n de personas han muerto y m¨¢s de dos millones han huido de sus chozas en este territorio des¨¦rtico mayor que Espa?a, v¨ªctimas de la represi¨®n del Gobierno sudan¨¦s y sus vicarias milicias ¨¢rabes. En Darfur se est¨¢n perpetrando algunas de las mayores vilezas de nuestro tiempo, que han movilizado a la Corte Penal Internacional.
La resoluci¨®n de la ONU no es la primera sobre Darfur. Hace un a?o que el Consejo aprob¨® una muy similar, que nunca lleg¨® a arrancar por el torpedeamiento sistem¨¢tico de la dictadura sudanesa.
La redacci¨®n actual se ha limado hasta extremos peligrosos para complacer al r¨¦gimen africano. Ha desaparecido la amenaza de sanciones y las tropas que se desplieguen en la regi¨®n no podr¨¢n incautarse de las armas ilegales en poder de unos y otros. Por todo ello ser¨ªa ingenuo hacerse demasiadas ilusiones. Aunque es mejor tarde que nunca, calificar de "¨¦xito hist¨®rico", como ha hecho Ban Ki-moon, una decisi¨®n que, en el mejor de los casos, llevar¨¢ cinco a?os despu¨¦s una fuerza disuasoria al escenario de una tragedia de dimensiones planetarias es, cuando menos, una indecorosa hip¨¦rbole.
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