El antih¨¦roe tranquilo

Un hombre aterriza en un universo cerrado desde no se sabe d¨®nde. Su aspecto es tranquilo y sus intenciones, honestas. Habla poco, aunque puede dar la impresi¨®n de esconder algo, lo que provoca que algunos habitantes de ese microcosmos recelen de ¨¦l. Estamos ante un antih¨¦roe cl¨¢sico, figura m¨ªtica muy utilizada por el western que el director franc¨¦s Philippe Lioret ha recuperado para El extra?o, ambientada en los a?os sesenta en la isla francesa de Quessant, alrededor de los ¨²ltimos fareros, justo antes de que las innovaciones tecnol¨®gicas acabaran con su presencia.

Como el Shane de Ra¨ªces profundas (George Stevens, 1953), el reci¨¦n llegado farero se instala en un nuevo hogar con el esp¨ªritu del que debe expiar pecados, pero su talante y su arrebatadora personalidad hacen que todos los cimientos se remuevan: los profesionales, los afectivos, los amorosos. Y como en la legendaria pel¨ªcula de Stevens, en El extra?o se van a desarrollar dos grandes historias de amistad y amor inconfesos. La primera, la m¨¢s aparente, quiz¨¢ la m¨¢s f¨¢cil de trazar, con la esposa fiel, con la mujer sosegada que nunca pens¨® que el terreno por el que siempre hab¨ªa pisado se resquebrajara por la fuerza de unas miradas c¨®mplices de soslayo, por unas sonrisas furtivas. Aunque es en la segunda, con el rudo marido compa?ero de trabajo, la m¨¢s complicada de llevar a cabo, en la que Lioret y su guionista, Emmanuel Courcol, se lucen en su desarrollo, marcando las pautas de comportamiento con una naturalidad y una credibilidad apasionantes. Narrada de forma retrospectiva entre un pr¨®logo y un ep¨ªlogo quiz¨¢ innecesarios ambientados en la actualidad, la historia de El extra?o contiene eso s¨ª un elemento folletinesco que enturbia un tanto el conjunto, aunque la magn¨ªfica introducci¨®n del papel del Ej¨¦rcito franc¨¦s en el proceso de independencia de Argelia la redimen de sus flaquezas.