La V¨ªa L¨¢ctea
La benem¨¦rita colecci¨®n Criterion, que ha reunido las m¨¢s excelentes pel¨ªculas en la historia del cine, me pide un comentario que acompa?e su edici¨®n de La V¨ªa L¨¢ctea, realizada en 1969 por Luis Bu?uel.
Recuerdo que a mediados de los sesenta, Bu?uel se fascin¨® con el movimiento juvenil que culmin¨® con los acontecimientos de mayo de 1968 en Par¨ªs, manifest¨¢ndose tambi¨¦n en los campos de la m¨²sica, la moda y la oposici¨®n a las instituciones, a la familia y al Estado. Bu?uel sent¨ªa que la savia de su propia juventud corr¨ªa de nuevo. De joven, Bu?uel le hab¨ªa dado la espalda a los valores tradicionales de su origen espa?ol -la religi¨®n y el patriotismo, sobre todo-, uni¨¦ndose al movimiento surrealista en Francia y a la b¨²squeda, seg¨²n Andr¨¦ Breton, de "ese punto donde todas las contradicciones se resuelven".
Bu?uel apost¨® a la imagen como el m¨¢s fuerte incentivo para la rebeli¨®n. Sin embargo, las im¨¢genes pod¨ªan ser convencionales, reconfortantes, ortodoxas
Lo que Bu?uel le trajo al surrealismo fue la honda tradici¨®n espa?ola del anarquismo frente a una sociedad autoritaria, con el a?adido de la rebeli¨®n creativa, la locura heroica y el humor irrespetuoso. Don Quijote y la confusi¨®n entre el sue?o y la realidad. Goya y el privilegio del sue?o y la pesadilla como trasfondo de la cr¨ªtica del poder y de las costumbres.
Bu?uel se diferenciaba de sus amigos los surrealistas franceses. ?stos traduc¨ªan la rebeli¨®n en ideas. Bu?uel apost¨® a la imagen como el m¨¢s fuerte incentivo para la rebeli¨®n. Sin embargo, las im¨¢genes pod¨ªan ser convencionales, reconfortantes, ortodoxas. El cine de Bu?uel se postul¨® como una cr¨ªtica, pero tambi¨¦n una afirmaci¨®n, del poder visual. En la primera imagen de su primera pel¨ªcula, Un perro andaluz, vemos al propio Bu?uel cortando a la mitad el ojo de una mujer en el instante en que una nube bisecta a la Luna. En pel¨ªcula tras pel¨ªcula, los ciegos son objeto de burla, castigo o beatificaci¨®n. Pero es en La V¨ªa L¨¢ctea donde la ceguera (parad¨®jica ceguera del arte visual del cine) culmina como tema y tambi¨¦n como final de la cinta. Las manos de Cristo le devuelven la vista a los ciegos y quienes, siguiendo al Salvador, son incapaces de salvar una zanja sin la ayuda de sus bastones. Los milagros, le dijo Don Quijote a Sancho, son cosas que rara vez ocurren.
Lo cual quiere decir que, a veces, s¨ª ocurren. Luis Bu?uel ten¨ªa un sagrado temor y una sagrada fe en el poder de la imagen. Su idea de la pel¨ªcula perfecta consist¨ªa en sentarse en un cuarto oscuro ante una pared en blanco y proyectar sobre ella las im¨¢genes que pasasen por nuestra mente. Para Bu?uel, semejante libertad visual era impedida por las convenciones tir¨¢nicas de un orden social hip¨®crita fundado en el dinero. Al mismo tiempo, le exigi¨® a la obra de Bu?uel darle realidad pict¨®rica a las ideas, m¨¢s all¨¢ de la expresi¨®n verbal o filos¨®fica de ¨¦stas. Con una convicci¨®n: la de presentarlas en una tensi¨®n vital con todo lo que se opone a la imagen y a su intenci¨®n.
Bu?uel fue fiel a esta convicci¨®n moral y est¨¦tica en su visualizaci¨®n de la violencia (Las Hurdes, Los olvidados), la obsesi¨®n sexual (La edad de oro, ?l, Belle de Jour, Ese oscuro objeto del deseo), el fetichismo (Archivaldo de la Cruz, Diario de una recamarera), la soledad (Robinson Crusoe), la fe (Nazar¨ªn) las convenciones (El ¨¢ngel exterminador, El discreto encanto de la burgues¨ªa) y, en toda su obra, el misterio de la relaci¨®n de las mujeres y de los hombres consigo mismos, de unos con otros, y de cada cual con el mundo.
La V¨ªa L¨¢ctea es una obra ¨²nica en la filmograf¨ªa de Bu?uel, aunque en ella resuenan todas las obsesiones del autor. Dos peregrinos contempor¨¢neos parten, como lo han hecho desde la Edad Media, de la Rue Saint-Jacques en Par¨ªs rumbo a Santiago de Compostela en Galicia. El formato es el de la tradicional narraci¨®n picaresca en la que una pareja de despose¨ªdos sobreviven a lo largo de un camino. Es, asimismo, la narrativa a¨²n m¨¢s tradicional del caballero andante y su escudero en busca de la fe y del honor.
Bu?uel ha mezclado estas tradiciones en una especie de continuidad espacio-temporal. Los peregrinos son dos hombres contempor¨¢neos. El tiempo y el espacio que les acompa?a son un presente perpetuo dentro de una geograf¨ªa simult¨¢nea. Los protagonistas de la ortodoxia y de la heterodoxia act¨²an sus creencias en la antigua Palestina, en la Europa medieval, en la Edad de la Raz¨®n y en las posadas, los restoranes de lujo y las supercarreteras de la actualidad.
La Virgen Mar¨ªa, su hijo Jes¨²s y los hermanos menores de ¨¦ste. El Marqu¨¦s de Sade. El Jansenista en duelo con el jesuita. Satan¨¢s mismo (?o la muerte misma?) vestido como estrella de rock. Un jefe de camareros impertinente y sus meseros. Un ni?o sangrante en el camino. Una maestra de escuela locamente solemne y sus rob¨®ticas ni?as recitando anatemas. El Papa mismo frente al pelot¨®n de fusilamiento. La ramera de Babilonia, seduciendo a los peregrinos. Obispos sentenciosos y curas fugitivos. Semejante reparto, en s¨ª mismo un comentario ir¨®nico sobre Hollywood y sus "miles de extras", representa ante nuestras miradas las ¨¢ridas abstracciones de la herej¨ªa cristiana. ?Hubo alguna vez una Sant¨ªsima Trinidad? ?Fue Cristo Dios, hombre y Esp¨ªritu Santo simult¨¢neamente, en secuencia o s¨®lo fue, en todo momento, Dios padre disfrazado de ser humano a fin de ser reconocido por los hombres? ?No fue Jes¨²s m¨¢s que el cuerpo humano del Esp¨ªritu Santo? ?Fueron sus sufrimientos meras apariencias? Si sufri¨®, ?era Dios? Si era Dios, ?pod¨ªa sufrir? ?O era Cristo apenas una part¨ªcula de la mente divina? ?No es permitido distinguir entre los actos de Jes¨²s el hombre y las palabras de Cristo el Dios (distinci¨®n que los ciegos al final de la pel¨ªcula omiten)? ?Era Cristo en realidad dos hombres, uno nacido de Dios padre, el otro de Mar¨ªa la madre? ?Concibi¨® la Virgen a la manera de la luz que pasa por una ventana? ?Tuvo Jes¨²s hermanitos menores?
Bu?uel le da realidad visual a estas abstracciones teol¨®gicas mediante los vastos recursos del ingenio y del humor. El loco cura fugitivo cree que Dios est¨¢ en la hostia como la liebre en el pat¨¦. El fusilamiento del Santo Padre es "algo que nunca veremos" (salvo en esta pantalla). Una discusi¨®n teol¨®gica entre un capit¨¢n y sus camareros se inserta en la gran tradici¨®n de la comedia de pastelazos. Los te¨®logos que cruzan espadas a favor o en contra de la ortodoxia jesuita o la herej¨ªa jansenista son una versi¨®n c¨®mica de los duelos cinematogr¨¢ficos entre Errol Flynn y Basil Rathbone, reducidos al absurdo. Y Mar¨ªa le ruega a Jes¨²s que no se rasure la barba.
Al lado de este sentido c¨®mico, Bu?uel enfrenta las contradicciones entre la fe y la infidelidad. El joven cazador hereje que dispara contra el rosario, lo recibe de vuelta de manos de la Virgen Mar¨ªa y permite que las l¨¢grimas corran por su rostro infiel. En verdad, como uno de los peregrinos le dice al otro cuando cae un rayo, Dios lo sabe todo pero nosotros no sabemos qu¨¦ sabe Dios. S¨®lo un artista del calibre de Bu?uel pod¨ªa reunir todos estos significados en un solo continuo, sin ruptura, respetando el misterio tanto de la ortodoxia como el de la herej¨ªa y denunciando las certidumbres dogm¨¢ticas de ambas.
"Mi odio hacia la ciencia y la tecnolog¨ªa acabar¨¢ por devolverme a la detestable fe en Dios", dice un personaje epis¨®dico que habla por el propio Bu?uel, cuando el director agonizaba en un hospital de Ciudad de M¨¦xico en 1985, discutiendo teolog¨ªa durante una semana con su amigo el padre jesuita Juli¨¢n Pablo.
"Gracias a dios, soy ateo". Con seguridad, hoy Bu?uel se encuentra en un cielo her¨¦tico, rodeado de Docetistas, Nestorianos, Patripasianistas Mon¨¢rquicos y otros, surtidos gn¨®sticos.
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