Boston ya tiene jefe
Kevin Garnett ilusiona a los hinchas de los Celtics tras 21 a?os sin t¨ªtulos
Con una sonrisa de oreja a oreja, Kevin Garnett (Mauldin, Carolina del Sur; EE UU), gorra y camisa de los Red Sox de Boston, el equipo de b¨¦isbol de la ciudad, saluda desde el mont¨ªculo de Fenway Park. Realiza el lanzamiento de honor y 38.000 aficionados, tan apasionados, turbulentos y optimistas como s¨®lo lo son los bostonianos, pierden la cabeza al pensar que tal vez sus hijos podr¨¢n entender y empezar a formar parte de la fraternidad baloncest¨ªstica de los Celtics, un club que empieza en Boston y se extiende a todo Massachusetts, Maine, New Hampshire, Rhode Island y Connecticut.
Si el territorio celtic dio la espalda a la franquicia m¨¢s exitosa de la historia de la NBA -16 t¨ªtulos, el ¨²ltimo en 1986- ha sido porque, desde la retirada de Larry Bird, Boston ni siquiera ha insinuado en 15 a?os que pueda volver a competir por el t¨ªtulo. Hasta que ha llegado Garnett y, como buena hinchada tr¨¢gica, su efusividad se ha multiplicado por cien. Saben que con ¨¦l -mejor jugador de la Liga en 2004, diez veces all-star, 20 puntos, 11 rebotes y 5 asistencias de media- no s¨®lo fichan a uno de los mejores de su generaci¨®n, tal vez el m¨¢s vers¨¢til, sino que a alguien que juega como ellos entienden que debe jugarse.
Era cuesti¨®n de tiempo que el MVP de 2004 suplicara que le sacaran de la tundra de Minnesota
No fue traici¨®n. El caso de Garnett no se puede comparar con el de Karl Malone y Gary Payton, que dejaron sus franquicias de toda la vida para buscar el anillo que acabara de consagrarles. KG se convirti¨® en el primer jugador en 20 a?os en saltar a la NBA desde el instituto, en 1995. Su destino fue el que todos intentan evitar: Minnesota, lo m¨¢s parecido a Alaska, al sur de la frontera de Canad¨¢. Era cuesti¨®n de tiempo que Garnett, como ocurri¨® con la mayor¨ªa de los que llegaron antes o despu¨¦s que ¨¦l, suplicara que le sacaran de la tundra. Curiosamente, aguant¨®. Doce a?os. De hecho, se benefici¨® del clima -"hace tanto fr¨ªo que s¨®lo pienso en entrenarme y dormir", dijo- y nunca se quej¨®. Vio c¨®mo sus compa?eros le abandonaban uno tras otro: Tom Gugliotta, Stephon Marbury, Wally Szczerbiak, Troy Hudson, Sam Cassell y Latrell Sprewell. Ellos son los mejores socios que ha tenido en sus 12 a?os en la Liga y apenas abri¨® la boca. Ni cuando miraba al banquillo ni cuando le se?alaban con el dedo cada vez que los Timberwolves quedaban fuera de los playoffs en la primera ronda. El mejor p¨ªvot pasador de la Liga tuvo que aguantar c¨®mo Minnesota perd¨ªa tres selecciones de primera ronda del draft porque su m¨¢nager, Kevin McHale, decid¨ªa jugar a ser una especie de Tony Soprano. Tampoco habl¨®. Marbury patale¨® hasta que le traspasaron, Ricky Davis perdi¨® dinero y se fue a Cleveland, y Sprewell solt¨® una de las frases m¨¢s famosas de la historia de la NBA. Cuando Minnesota le ofreci¨® 20 millones de d¨®lares (14,5 millones de euros) por tres a?os, los rechaz¨®. "Con eso no podr¨¦ alimentar a mi familia", dijo. Garnett, el mejor pagado de la Liga, 21 millones por temporada, les dese¨® a todos buena suerte.
Tras alcanzar la final de conferencia en 2004, su mayor logro, los Timberwolves se desintegraron. Garnett hizo un esfuerzo para intentar mantener el n¨²cleo unido. L¨ªder absoluto, la voz de la raz¨®n, cuando habla, sus compa?eros escuchan. Con Garnett, Paul Pierce y Ray Allen, a Boston s¨®lo le falta encontrar a unos cuantos chavales en alg¨²n parque, formar un equipo y alcanzar la final de la Conferencia Este. Si lo hizo LeBron James la temporada pasada, lo pueden hace ellos en la siguiente.
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