Silencio, por favor
El silencio es el sonido de la nada. Y nada hab¨ªa sido tan valioso, al menos para m¨ª. Odio el ruido de fondo de la vida. No puedo con la poluci¨®n sonora que se adhiere a nuestra cabeza en las grandes ciudades, hasta convertirse en algo lamentablemente cotidiano. Aqu¨ª en la isla, he recuperado el silencio en estado puro y he descubierto que tengo alg¨²n problema porque cuando no se oye nada de nada, suena en mi o¨ªdo algo parecido a una radio mal sintonizada. No son voces, tranquilos. S¨®lo un sssmmmiiisss muy suave pero persistente. Lo que se dice un zumbido. Hago como que no me entero, pero s¨ª. No es grave (supongo), pero me incomoda. Me recuerda que vengo del foll¨®n, de la m¨²sica a todo trapo, de 20 a?os de radio dici¨¦ndole a mi t¨¦cnico de sonido Ram¨®n: "S¨²beme los auriculares", de m¨¢s de tres a?os con el Neng aull¨¢ndome en la derecha su hipogrito huracanado. ?C¨®mo voy a estar! Bueno. Si Beethoven hizo sinfon¨ªas, yo creo que podr¨¦ hacer mis vacaciones.
Me gusta sentarme delante del bosque y del mar que quedan delante e identificar la banda sonora de esta tierra ¨¢rida. Las chicharras son las reinas. ?Qu¨¦ persistencia y qu¨¦ monoton¨ªa! El creador, con un poco de mala leche, las dot¨® de un ¨²nico sonido: criiic. Y encima les oblig¨® a emitirlo con las patas. Eso no se hace. Me pregunto c¨®mo se entender¨¢n entre ellas. Yo creo que se retan o compiten. A lo mejor es la se?al que las medusas utilizan para comunicarse con su planeta. La segunda posici¨®n la ocupan los gallos, y ah¨ª viene mi terrible descubrimiento: los gallos, al menos aqu¨ª, cantan todo el d¨ªa. Repito: todo el d¨ªa. O son ciegos y no saben que es de noche o el mito del gallo despertador se ha ido a tomar viento. Tengo gallos a la derecha y gallos a la izquierda. Delante est¨¢ el mar y, claro, al no nadar... Tengo gallos en est¨¦reo que emiten su reclamo, o lo que demonios sea, a todas horas. Uno est¨¢ af¨®nico, lo digo de verdad. ?Para qu¨¦ gritar¨¢n tanto si tienen las gallinas al lado? ?Qu¨¦ quieren demostrar?
Hablando de gallos, hoy me ha parecido que ven¨ªan m¨¢s italianos. Es el momento de visitar su pa¨ªs, ya que seguro que no ha quedado nadie. A ver qui¨¦n aguanta la torre de Pisa. El otro d¨ªa cen¨¦ en un restaurante donde yo era el ¨²nico no nacido en Italia. Como me encanta observar a la gente, estuve a mis anchas y me puse las botas. Hab¨ªa tres hermanas de unos 60 a?os que desplegaban toda su italianidad mientras com¨ªan pollo a la brasa. (Pollo y no gallo). Eran trillizas y no hab¨ªa bebido. Rubias y elegantes. Cog¨ªan la copa de vino con el me?ique enhiesto se?al¨¢ndose mutuamente. Una se hab¨ªa operado y las otras no. La n¨²mero tres, seg¨²n las agujas del reloj, no hablaba, ni re¨ªa, se dir¨ªa que ni escuchaba. No s¨¦ qu¨¦ dec¨ªan, pero estuve mir¨¢ndolas unas dos horas. Como cuando pones Dolce Vita.
Me alej¨¦ del restaurante y el ruido qued¨® a mi espalda, hasta desaparecer. S¨®lo se o¨ªa el motor de mi coche. Puse la radio y era una emisora ?italiana! Sonaba Me piace como sei, de Jarabe de Palo. Cre¨ª haber entrado en un bucle, hasta que al llegar a casa, el gallo af¨®nico cant¨® las dos que son¨® a letan¨ªa por el pollo muerto. Sonre¨ª. Cambio y corto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.