El Manteca hace las maletas
El emblem¨¢tico bar de jazz de Vigo cambiar¨¢ de local al finalizar el verano
Son las tres de la madrugada cuando Xan de Ald¨¢n se sienta al piano del Manteca. Desgrana con nervio varios temas, el ¨²ltimo, como siempre, My way. En ese momento hay dos opciones: o dar por terminada la noche o empezarla de nuevo. Es mi¨¦rcoles, noche de jam. Lo habitual es que ocurra lo segundo: cualquier mi¨¦rcoles finaliza al alba.
El Manteca Jazz pronto estar¨¢ de mudanza. El edificio se ha vendido y tienen que trasladarse. Todav¨ªa no hay destino, puesto que Gonzalo Villar, capit¨¢n de este barco con Justo P¨¦rez, quiere un local espacioso y c¨¦ntrico como el que ocupan desde 2003. Con sus b¨¢rtulos viajar¨¢n las jam sessions, uno de sus mayores ¨¦xitos, que naci¨® casi por casualidad en la etapa anterior, el bar La Negra Tomasa. "Fue m¨¢s una iniciativa nuestra que de los m¨²sicos", relata Gonzalo, "ten¨ªamos que pedirles que tocaran". Con el tiempo y el prestigio han ido cambiado las tornas. Ahora son los m¨²sicos quienes les reclaman un hueco en el escenario por el que pasaron, entre otros, Jorge Pardo, Perico Sambeat, Pedro Ruy Blas, TGX con Llibert Fortuny o The Funklab, desde que Chano Dom¨ªnguez estrenase el piano que, por cierto, tambi¨¦n recibi¨® la aprobaci¨®n de Chucho Vald¨¦s.
El Malec¨®n fue el primer bombazo de los dos socios. Era un local de m¨²sica latina al que Compay Segundo dedic¨® un tema que Justo guarda como oro en pa?o. Es, que se sepa, la ¨²nica grabaci¨®n que existe de En la gozadera del Malec¨®n. All¨ª constataron su querencia por la m¨²sica en directo y por formar grupos propios con actuaciones estables.
Las costumbres han fidelizado numeroso p¨²blico de todas las edades. Los mayores llevan treinta a?os acudiendo al mismo local de la calle Carral que abri¨® sus puertas en 1976. El vigu¨¦s Fernando Pereira reform¨® la zapater¨ªa de su suegra para convertirla en un club con m¨²sica en directo, el Charango. Con memoria prodigiosa rememora los inicios de la carrera de Moncho Borrajo en su escenario, situado en el lateral donde hoy est¨¢n las mesas del Manteca. Tambi¨¦n pasaron por all¨ª Joaqu¨ªn Sabina, cobrando 7.000 pesetas, "copas aparte", y Lou Bennet, por 15.000, la actuaci¨®n m¨¢s cara. "La gente estaba sedienta de m¨²sica, ven¨ªan pijos y progres, se sentaban y escuchaban con un respeto hoy inusual". Hasta el Manteca, otros locales se fueron sucediendo en el bajo.
A trav¨¦s de sus propietarios, se podr¨ªan reconstruir los pasos del jazz gallego de los ¨²ltimos tiempos porque todas sus figuras han pasado por all¨ª. La lista podr¨ªa comenzar con Clunia, Abe R¨¢bade, Paco Charl¨ªn, Alberto Conde, Sumrr¨¢, Cuch¨²s Pimentel... y no se acabar¨ªa enseguida. Adem¨¢s del nombre, el nuevo Manteca conservar¨¢ el logotipo, regalo del ilustrador cubano L¨¢zaro Enr¨ªquez, un enamorado de Chano Pozo, autor, junto a Dizzy Gillespie, del tema Manteca. Y seguir¨¢n las jam, el Cuarteto de la Casa y los delirios hasta las tantas.
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