Navarra en la tormenta

La dimisi¨®n del candidato socialista a la presidencia del Gobierno de Navarra, Fernando Puras, era obligada despu¨¦s de que el comit¨¦ federal de su partido desautorizase la propuesta de negociar con Nafarroa Bai la formaci¨®n del futuro Ejecutivo regional, seg¨²n lo decidido en Pamplona. Puras ha realizado el gesto que se espera de cualquier responsable pol¨ªtico que se vea obligado a acatar unas instrucciones de las que disiente. Pero su dimisi¨®n no garantiza el cierre de la crisis del socialismo navarro sino que, antes por el contrario, podr¨ªa marcar su inicio, por m¨¢s que su secretario general, Carlos Chivite, haya confirmado la intenci¨®n de seguir en el puesto hasta el pr¨®ximo a?o.

Los socialistas se disponen a pagar un alto precio por una crisis que, como la de Navarra, no deriva de ninguna quiebra institucional sino de una mala gesti¨®n pol¨ªtica de los resultados electorales del 27 de mayo. El PSN fue la tercera fuerza m¨¢s votada, por detr¨¢s de UPN y Nafarroa Bai, y su primer error consisti¨® en creer que conven¨ªa a sus intereses y a los de las instituciones forales negociar por separado los principales puestos en disputa: la alcald¨ªa de Pamplona, la Mesa del Parlamento regional y el Gobierno aut¨®nomo. A este primer error sumar¨ªa un segundo, determinante en el actual episodio: adoptar un papel protagonista que no se correspond¨ªa ni con el respaldo electoral del que dispone ni con el contexto pol¨ªtico que contribuyeron a crear la estrategia antiterrorista del Gobierno de Zapatero, por un lado, y la desmesura de la oposici¨®n del Partido Popular, por otro. El color del Ejecutivo de Navarra se convirti¨® en una prueba falaz acerca de la continuidad o la ruptura del "proceso de paz", y en estas condiciones los pactos poselectorales se han revelado imposibles por el temor a su influencia en las generales de marzo.

La renuncia de Puras y el malestar de los socialistas navarros hacen impredecible el futuro de un eventual Gobierno en minor¨ªa de UPN, opci¨®n por la que se inclina abiertamente la direcci¨®n en Ferraz. No sin segundas intenciones: en principio, la convocatoria de nuevas elecciones reforzar¨ªa la mayor¨ªa de la marca de los populares en Navarra y recortar¨ªa el apoyo al PSN. Pero ahora la decisi¨®n queda por entero en manos del candidato de UPN, Miguel Sanz, quien ha intentado eludirla hasta el ¨²ltimo momento mediante una argucia que no era de recibo, exigiendo garant¨ªa escrita a los socialistas de que no habr¨ªa moci¨®n de censura a lo largo de la legislatura. Era, y es, una responsabilidad de Sanz realizar el c¨¢lculo pol¨ªtico de si debe intentar formar Gobierno o, por el contrario, abrir el paso a una nueva consulta electoral. La crisis de los socialistas no puede ser la excusa para disimular el hecho de que si opta por lo primero, har¨¢ prevalecer el normal funcionamiento de las instituciones, puesto que los navarros ya se han pronunciado. Pero si opta por lo segundo, eludiendo el riesgo de fracasar, ser¨¢n los intereses de partido los que se habr¨¢n impuesto.