La cucaracha Kafka
Yo, el miserable animal de la oscura habitaci¨®n de al lado, soy un escritor llamado Kafka. Por mucho disfraz que quieran colocarme, soy el producto repulsivo de la desesperaci¨®n an¨ªmica, del insomnio nocturno, de la angustia familiar y del desenga?o amoroso. Soy el sue?o de un escritor fracasado que para poder escribir mi vida decide hacerse el muerto.
Cuando Kafka se sent¨® a escribir mi historia lo primero que sinti¨®, antes de dar con la primera l¨ªnea, fue un abrumador deseo de vaciarse en m¨ª, en una repugnante cucaracha, un escarabajo, cualquier clase de bicho inmundo, sin nombre espec¨ªfico, al que llam¨® Gregor Samsa. Yo le suger¨ª: "Ll¨¢mame K". Pero lo que persegu¨ªa, al no precisar el tipo de insecto y darnos toda suerte de descripciones ambiguas, era confundirnos, y que nunca lleg¨¢ramos a conocer el individuo que estaba tras de mis incontables patas. Un monstruo de caparaz¨®n parduzco y abombado, condenado al desprecio y a la desaparici¨®n. Imagin¨® que escrib¨ªa mi corta vida de hombre fracasado y animal sin nombre, mientras, cansado de vivir, se encontraba en cama pensando en c¨®mo zafarse del autoritarismo arbitrario de sus padres, las exigencias de su novia, el agobio que le produc¨ªa la oficina. Deprimido, harto y sin poder decirlo, no consigue hacerse entender y decide quedarse acostado ignorando que para el mundo se est¨¢ transformando en un monstruoso insecto.
Mi escritor insiste en no querer levantarse de la cama, pero yo, que camino como un escarabajo, lo hago por ¨¦l
Fue el 17 de noviembre de 1912. Mi escritor no ten¨ªa ganas de levantarse. Hac¨ªa pocos d¨ªas que la mujer amada le hab¨ªa dado alguna muestra de intimidad pero, luego, silencio absoluto. No respond¨ªa a sus llamadas. Si hoy no ten¨ªa noticias de ella, significaba que todo hab¨ªa terminado. As¨ª que, como tantas otras veces desde que era ni?o, se hab¨ªa quedado en cama esperando esta decisi¨®n. Acostado de cara al techo, se distra¨ªa mirando sombras y paredes. Hac¨ªa fr¨ªo. ?ste fue el primer s¨ªntoma de nuestra uni¨®n. Su cuerpo se estaba transformando en el m¨ªo. Detr¨¢s de la puerta, los rutinarios ruidos familiares, el padre dando ¨®rdenes, la criada disparando sartenes y cucharas. La familia desayunaba sin ¨¦l.
Horas antes, le hab¨ªa escrito a su novia: "Mientras estaba tumbado en la cama, he visto la imagen de un gran escarabajo, un abejarr¨®n, o un ciervo volante, creo... De un escarabajo de gran tama?o, s¨ª. Lo puse como si estuviera hibernando y apret¨¦ las patitas contra mi cuerpo abombado. Y susurro un corto n¨²mero de palabras que son ¨®rdenes a mi triste cuerpo, parco y encorvado junto a m¨ª. Pronto habr¨¦ acabado, ¨¦l se inclina, se marcha fugaz, y lo har¨¢ todo bien, mientras descanso". Era yo. Por supuesto.
Mi escritor insiste en no querer levantarse, pero yo, que camino como un escarabajo, lo hago por ¨¦l. Por ¨¦l, me enfrento a su familia, que me recibe con el horror de toparse con una bestia espantosa. Me pregunto si reconocen en mi caparaz¨®n, de tama?o de un metro, al doble de su hijo Gregor Samsa, que mi amo ha inventado para fastidiarles. Me hace trepar por techos y paredes. Me dota de voz profunda pero muda y por mucho que suplique me golpean e insultan. Debo esconderme debajo de la cama. ?Para qu¨¦ habr¨¦ salido? ?Puede una cucaracha defender a un hombre? Produzco un terrible asco a toda la familia, incluido a mi escritor, que a estas alturas ya me mira con los mismos ojos de sus parientes y considera mi relato de "excepcionalmente nauseabundo". Situaci¨®n que me lleva a preguntarme si no ser¨¦ yo el autor de la cucaracha Kafka. Mi personaje se cree ¨¦l mismo un s¨ªmbolo de la desesperaci¨®n del animal condenado al mutismo y al eterno alejamiento. Duda de ser una persona. A Kafka, yo le era familiar desde hac¨ªa mucho tiempo, el padre le trataba como una pulga, la cocinera como una bestia, el aprendiz de la tienda familiar como un perro enfermo. Abandonado por su novia, se siente gusano venenoso. Y todo ello, por culpa de todos sus intentos de escribir. Soy el testigo mudo de una historia que ahora recupera su voz. Calificar a un escarabajo de hombre es un insulto humano. Pronto va a ser zarandeado y barrido por la escoba, dado que en su estar de cucaracha persiste en seguir escribiendo la vida de Franz Kafka.
-?Muerto? -dijo la se?ora Samsa.
-Esto es lo que creo -contest¨® la criada. Y como prueba empuj¨® todav¨ªa un buen trecho con la escoba el cad¨¢ver de Kafka.
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