Henri Amouroux, historiador y periodista
Era uno de los mayores expertos en la ocupaci¨®n nazi de Francia
Henri Amouroux es el autor de una monumental -10 vol¨²menes- Grande Histoire des Fran?ais sous l'Occupation, repleta de an¨¦cdotas y detalles que hacen vivo el relato. Es una escritura de periodista, de un periodista embarcado en un art¨ªculo interminable y apasionante -la publicaci¨®n se espaci¨® entre 1976 y 1993-, y cada volumen fue un ¨¦xito de ventas. Y el relato va cambiando de orientaci¨®n: si el segundo volumen ten¨ªa por t¨ªtulo Quarente milions de p¨¦tainistes, en los ¨²ltimos reconoc¨ªa la complejidad de esa unanimidad popular respaldando al mariscal para que firmase el armisticio con el invasor alem¨¢n en 1940. P¨¦tain ya no era la otra cara de la moneda De Gaulle, como tantos franceses creyeron, y Amouroux fing¨ªa a¨²n creer en 1976.
Conservador y curioso, obsesionado pero respetuoso de los hechos, Amouroux hab¨ªa ido evolucionando en su an¨¢lisis hist¨®rico a medida que iba escribi¨¦ndolo y discut¨ªa con historiadores de formaci¨®n acad¨¦mica. ?l, nacido en 1920 en P¨¦rigueux, empez¨® a trabajar como periodista de agencia poco antes de que comenzase la Segunda Guerra Mundial. Luego escribi¨® en un peque?o diario de Burdeos de corte colaboracionista. Al mismo tiempo, entraba en contacto con la Resistencia y participaba en ella de manera activa. De esa ¨¦poca confusa, de ese momento clave de la historia de Francia, en la que ¨¦l estuvo jugando dos papeles opuestos, es de lo que escribi¨® sin cesar.
En 1997 intervino en el juicio a Maurice Papon, antiguo responsable de la Administraci¨®n petainista en la regi¨®n bordelesa y responsable de la deportaci¨®n de decenas de ni?os jud¨ªos hacia los campos de exterminio nazis. Lo hizo como testigo de la defensa, intentando explicar la complejidad del momento, el poder limitado de las autoridades francesas.
Fue una intervenci¨®n que iba contracorriente, que no se ensa?aba con el altanero e insoportable Papon, que pretend¨ªa -sin lograrlo- que el debate judicial tuviera en cuenta la polisemia de ciertos hechos. Los vagones del tren de la muerte estaban ah¨ª, y sobran los matices.
La mayor parte de su carrera period¨ªstica la hizo en Sud-Ouest, un peri¨®dico regional de gran tirada del que lleg¨® a ser director entre 1968 y 1974. Luego le llamaron para que realizase un milagro -detener la ca¨ªda de ventas de France Soir-, y no lo logr¨® porque estaba fuera del alcance del santo m¨¢s milagrero.
Colabor¨® con la radio p¨²blica, escribi¨® documentales para televisi¨®n y, sobre todo, se convirti¨® en el hombre que mejor les ha contado a los franceses lo que hicieron durante la ocupaci¨®n alemana. Hace s¨®lo un a?o que hab¨ªa renunciado a presidir el prestigioso premio de periodismo Albert Londres. Se sab¨ªa enfermo y se recluy¨® en su casa de Normand¨ªa.
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