?Que llamen al 112!
Desde que sali¨® el primero de la tarde -un precioso toro ensabanado- se vio con mediana claridad que estaba muy perjudicado. Enfermo de verdad. Al tercer envite se desplom¨® a todo lo largo. Curro D¨ªaz comprendi¨® las graves circunstancias de su oponente y mand¨® a su cuadrilla que, al igual que ¨¦l, cambiara el vestido de torear por la bata blanca sanitaria. Dicho y hecho: en un abrir y cerrar de ojos, el ruedo se transform¨® en una unidad de cuidados intensivos momentos antes de que alguien diera la voz de alarma: "Que llamen al 112".
Pero no hizo falta. Los toreros mimaron al enfermo para que no se derrumbara de nuevo y evitarle cualquier esfuerzo que lo lastimara. Una vez que consiguieron controlar las constantes vitales, es un decir, Curro D¨ªaz tom¨® la muleta y comenz¨® las maniobras de reanimaci¨®n: pases por alto, todo muy despacio, caricias y arrumacos, pero, al final, el enfermo no se recuper¨®. El animalito se muri¨® de un pinchazo. Mejor dicho: sali¨® ya muerto; quiz¨¢, muy enfermo, y, a pesar de los cuidados del experimentado equipo m¨¦dico, no pudo desarrollar la labor para la que fue criado.
Osborne/D¨ªaz, Bautista, Jim¨¦nez
Toros de Rosario Osborne, bien presentados, absolutamente inv¨¢lidos, descastados y sosos. Curro D¨ªaz: pinchazo y descabello (ovaci¨®n); pinchazo y tres descabellos (vuelta). Juan Bautista: estocada trasera (ovaci¨®n); estocada (ovaci¨®n). C¨¦sar Jim¨¦nez: casi entera y dos descabellos (palmas); dos pinchazos y estocada baja (silencio). Plaza de la Malagueta. 10 de agosto. Tercera corrida de feria. Media plaza.
Fue una pena. Muy pocos protestaron. Otra pena. ?Pero es que en esta plaza se aplaude todo...! M¨¢s pena todav¨ªa.
Y salieron los dem¨¢s. Y qued¨® claro que lo que hab¨ªa era una epidemia: todos los toros enfermos, inv¨¢lidos, sos¨ªsimos, sin clase alguna. Una verdadera caricatura de toros bravos. Y no hubo toreo, claro est¨¢. Ni un capotazo de salida, ni un quite, ni una tanda de mediana factura. Nada. Todos los toreros tuvieron que vestir de enfermeros e ir provistos de grandes cantidades de material sanitario: suero fisiol¨®gico, pastillas, inyecciones y, sobre todo, de medios para la reanimaci¨®n con el buen prop¨®sito de salvar lo insalvable.
En resumidas cuentas, todo fue un fiasco; una verg¨¹enza; un fraude; un enga?o...
No hubo toreros, dicho queda, porque no hubo toros. No ser¨ªa justo enjuiciar una actuaci¨®n de enfermero s¨®lo en la parte de responsabilidad que los diestros tuvieran en la elecci¨®n de esta ganader¨ªa, que no parece que sea mucha.
Hubo pases, claro que s¨ª, porque la torer¨ªa andante pretende, en pura l¨®gica, justificar su presencia en la feria, pero todo result¨® muy anodino, muy pobre, sin gracia ni consistencia alguna. Hay que entender que la soser¨ªa se contagia y que, en el fondo, no se le pueden pedir peras al olmo.
S¨ª se le puede pedir a Curro D¨ªaz, no obstante, que sea torero en todo momento, y que no puede dar una vuelta al ruedo por su cuenta cuando ¨¦l, antes que nadie, sab¨ªa que su labor ante el cuarto s¨®lo merec¨ªa las gracias por la atenci¨®n prestada.
Y a los veedores de la empresa y a la empresa misma hay que pedirle m¨¢s tino a la hora de elegir ganader¨ªas. Es evidente que los toros de Rosario Osborne, al menos los de ayer, son impropios de una plaza de primera categor¨ªa como ¨¦sta de M¨¢laga. Lo de ayer fue una moruchada que debi¨® tener como destino las capeas populares.
Y un ¨²ltimo ruego: si quedan aficionados en M¨¢laga, que quedan, que se manifiesten e impidan que el moderno p¨²blico festivo oculte con sus aplausos lo que no fue m¨¢s que un triste y vergonzoso fraude.
Hoy rejoneo. Toros de Campos Pe?a para Rui Fernandes, ?lvaro Montes, Sergio Vald¨¦s y El Cartagenero.
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