Pescado extranjero
Revueltas deben de estar las aguas del Cant¨¢brico, habida cuenta las noticias que publican los peri¨®dicos. El precio del bonito y de la merluza est¨¢ bajando, y baja porque llegan al mercado capturas que no realizan los arrantzales vascos. Claro que, como dice un gran amigo m¨ªo, est¨¢ prohibido utilizar el t¨¦rmino "arrantzales" sin anteponer el adjetivo "nuestros", de modo que mejor no quebrar norma tan sagrada. Bien, como dec¨ªa, la entrada de pescado extranjero est¨¢ bajando los precios. Por eso, en el mercado, las etxekoandres (no menos "nuestras" que los arrantzales) y los etxekojaunas (porque los hombres tambi¨¦n vamos al mercado) podemos comprar pescado m¨¢s barato.
No s¨¦ si han le¨ªdo bien: el pescado est¨¢ barato. ?Puede imaginarse infamia m¨¢s tremenda? ?Cabr¨ªa perpetrar deslealtad mayor? L¨®gicamente, las cofrad¨ªas de nuestros arrantzales han puesto el grito en el cielo y, no menos l¨®gicamente, el poder p¨²blico atiende su clamor. Tanto el Gobierno central como el auton¨®mico ponen manos a la obra. El Ministerio de Agricultura y Pesca intensifica los controles sobre las importaciones de bonito y merluza, atajando ilegalidades y garantizando su correcto etiquetado. Y el Gobierno vasco tampoco quiere quedarse corto: en los ¨²ltimos d¨ªas, ha decomisado m¨¢s de 800 kilos de at¨²n pescados en tierras lejanas.
Ambos gobiernos est¨¢n dispuestos a blindar los privilegios de la flota vasca de bajura, elevar los precios del pescado y satisfacer, una vez m¨¢s, las desorbitadas pretensiones de un interesado grupo de presi¨®n. Y todo eso al margen de que sean los contribuyentes los que 1) pagan el mantenimiento de ambos gobiernos; 2) pagan las subvenciones que consigue el sector pesquero, y 3) pagan los productos que se ofrecen a sobreprecio en los mercados y en las pescader¨ªas. ?No es todo esto un obsceno asalto?
El poder p¨²blico deber¨ªa garantizar la libre competencia, en aras de obligar a las empresas privadas a prestar un mejor servicio al conjunto de la ciudadan¨ªa, pero es evidente que en este caso, como en tantos otros, los intereses de la flota de bajura pesan mucho m¨¢s que el bienestar de las familias vascas. Y sin embargo, ?a qu¨¦ viene prohibir las importaciones de pescado? ?Por qu¨¦ demonios no puede acceder a los mercados el producto que leg¨ªtimamente pescan las flotas de otros pa¨ªses? ?Y qu¨¦ pasa si baja el precio del pescado? ?Es una tragedia para los consumidores que baje el precio del pescado? ?Por qu¨¦ debemos convertirnos en rehenes de determinados grupos de presi¨®n?
"Si no se aplica la cl¨¢usula de salvaguardia, la flota del Cant¨¢brico desaparecer¨¢", dicen las cofrad¨ªas. Bien, ?eso da derecho a un sector empresarial a aplicarnos un sobreprecio? ?Los que vamos a comprar a la pescader¨ªa somos una ONG? Y si este criterio vale para el sector pesquero, ?podr¨ªamos aplicarlo a otros sectores econ¨®micos? Recientemente ha cerrado una editorial bilba¨ªna que realizaba un gran trabajo, en modo alguno correspondido por los consumidores. ?Eso le da derecho a exigir la prohibici¨®n de los libros de Harry Potter? ?Deber¨ªa controlar estas importaciones el Departamento de Cultura? Todo esto resultar¨ªa grotesco, tan grotesco como que, para las administraciones p¨²blicas, los intereses de las cofrad¨ªas vascas sean m¨¢s importantes que los de los contribuyentes. ?De verdad es tan terrible que baje el precio del pescado? Quiz¨¢s lo terrible es que determinados sectores empresariales se nieguen a enjuiciarse a s¨ª mismos, a preguntarse por qu¨¦ no son competitivos y a obrar en consecuencia.
En una sola cosa tienen raz¨®n las empresas del Cant¨¢brico: que se comercializa como "bonito del Norte" el que viene de otros mares. Ah¨ª merecen todo nuestro apoyo: cada pescado tiene un origen y unas condiciones de captura, conservaci¨®n y venta. Pero eso no les da derecho a prohibir la entrada del pescado que capturan los dem¨¢s. Que todo nos llegue con su precio, su origen y su sabor determinados. Ya seremos nosotros, al comprar, los que haremos lo que nos venga la gana. No hace falta que ni ellos ni sus gobiernos protectores nos impidan comprar en libertad.
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