Superpoderes casi posibles
Parece un cat¨¢logo imposible de siete superpoderes con los que todos hemos so?ado de peque?os: ser invisibles, vivir mil a?os, mover objetos con el pensamiento, teletransportarse, viajar al interior del cuerpo humano. La ciencia est¨¢ demostrando que hay quimeras posibles. Bueno... casi posibles.
Hace 50 a?os, un joven f¨ªsico de la prestigiosa Universidad de Princeton (Estados Unidos) public¨® una idea que pas¨® entonces sin pena ni gloria. Era su primera publicaci¨®n cient¨ªfica y fue acogida con indiferencia. El joven, llamado Hugh Everett, dej¨® la ciencia poco despu¨¦s, y en 1982 muri¨® a los 51 a?os. ?Y su idea? Su idea es de las menos intuitivas y m¨¢s fantasiosas del escaparate de la ciencia: los universos paralelos. Seg¨²n Everett, el universo deb¨ªa de estar constantemente dividi¨¦ndose; era la mejor explicaci¨®n para el hecho de que los sorprendentes fen¨®menos que se dan a escala at¨®mica, como que una part¨ªcula pueda estar en dos sitios a la vez, no se observen en el mundo macrosc¨®pico. En su visi¨®n, "cuando encontramos un objeto superpuesto, esa superposici¨®n nos divide en dos: un ser que observa el objeto aqu¨ª, y otro que lo observa all¨¢", explica la revista Nature.
?Podremos manipular las teclas de la memoria para recordar el temario de la oposici¨®n y olvidar al amante traidor?
?Est¨¢ cercano el d¨ªa en que podamos escribir un texto sin necesidad de teclear ni dictar, s¨®lo con pensarlo?
Pero lo m¨¢s curioso no es esa teor¨ªa, sino que, seg¨²n Nature, f¨ªsicos actuales la hayan rescatado para darle una vida que nunca se esper¨® que tuviera -s¨ª, ellos tambi¨¦n se preguntan c¨®mo demostrarla-. Pero ¨¦ste no es un art¨ªculo sobre teor¨ªa cu¨¢ntica. Ni sobre universos paralelos. Es sobre ilusiones, sue?os, quimeras... que, como la idea de Everett, algunos empiezan a tomarse en serio. Vivir mil a?os, crear vida en el laboratorio, controlar la memoria... Hay donde escoger.
01 Meterse en nosotros
Mide lo que una p¨ªldora cualquiera, pero es un robot. Se traga. En el momento preciso de deglutir, alguien distrae al paciente para evitar que piense en bichos, o en novelas de esas en que los robots se rebelan. Porque eso es lo que se est¨¢ tragando: un diminuto robot con c¨¢maras, sensores, minipinzas e instrumentos quir¨²rgicos e incluso con patitas. Su misi¨®n ser¨¢ patrullar el interior del tubo digestivo en busca de, por ejemplo, lesiones cancer¨ªgenas. Si encuentra algo, los m¨¦dicos podr¨¢n ordenarle que elimine las c¨¦lulas da?adas. ?No recuerda a la pel¨ªcula Viaje alucinante, o a la novela de Isaac Asimov del mismo nombre? Pues es realidad, o lo ser¨¢ pronto, si todo marcha seg¨²n lo previsto. El microrrobot en cuesti¨®n se llama VECTOR y es un proyecto financiado por la Uni¨®n Europea en el que participan una veintena de centros de investigaci¨®n, entre ellos la Universidad de Barcelona.
VECTOR tiene precursores ya en el mercado o a punto de salir: peque?as c¨¢psulas para endoscopia equipadas con c¨¢mara y, en algunos casos, sensores qu¨ªmicos. Y estos cachivaches min¨²sculos no son la ¨²nica tecnolog¨ªa m¨¦dica que remite a la ciencia-ficci¨®n. Tambi¨¦n son sorprendentes los m¨²ltiples tipos de nanopart¨ªculas, tan peque?as que resultan invisibles al ojo humano, cuidadosamente dise?adas para llevar las mol¨¦culas de f¨¢rmacos all¨ª donde se necesitan -entre otras funciones-. "Esto se traduce en una mejora en la eficacia terap¨¦utica del f¨¢rmaco y una reducci¨®n de su toxicidad", explica Josep Samitier, coordinador de la Plataforma Espa?ola de Nanomedicina. "Las nanotecnolog¨ªas aplicadas a la medicina pretenden hacer realidad el argumento de la pel¨ªcula Viaje alucinante no de forma literal, reduciendo el tama?o de los cirujanos, pero s¨ª construyendo sistemas de detecci¨®n, an¨¢lisis y terapia que act¨²en a la misma escala que los microorganismos y sus estructuras internas".
02 La invisibilidad
Si alguien ha sentido envidia de Harry Potter y su capa de invisibilidad, que siga sinti¨¦ndola. La ciencia no solucionar¨¢ su problema... a corto plazo. En un futuro m¨¢s lejano, tal vez. El a?o pasado se cre¨® el escudo de invisibilidad que m¨¢s se parece, por ahora, a la capa de Potter, y la revista Science catalog¨® el desarrollo entre los 10 mejores trabajos cient¨ªficos de 2006. Eso s¨ª, como capa es un tanto peculiar. Para empezar, no es de tela, sino de un nuevo tipo de material dise?ado especialmente para eliminar la reflexi¨®n y la sombra de todo aquello que cubre. Tampoco sirve de momento para la luz que ve el ojo humano, sino para la radiaci¨®n de microondas. Pero, seg¨²n Science, el dispositivo recurre a una estrategia "potencialmente revolucionaria para manipular la luz".
?C¨®mo funciona? Las microondas, lo mismo que la luz visible, rebotan en los objetos con que tropiezan; las ondas rebotadas -ya sean de luz visible o microondas- son lo que se ve. Las ondas en el agua, en cambio, se comportan de otra forma: cuando encuentran una roca pulida, la rodean y prosiguen su viaje como si nada; un observador corriente abajo no podr¨¢ averiguar nada de la roca mirando el agua. El nuevo escudo de invisibilidad funciona haciendo que las microondas hagan con los objetos a ocultar lo mismo que el agua. Lo logra gracias a su estructura, cuidadosamente estudiada -y muy compleja de construir- para alterar la direcci¨®n de las ondas.
El escudo en s¨ª consiste en 10 anillos conc¨¦ntricos de fibra de vidrio de un cent¨ªmetro de altura, recubiertos por una l¨¢mina de cobre de forma distinta en cada anillo. El a?o pasado, los investigadores, de la Universidad de Duke, colocaron en su interior un cilindro de cobre de cinco cent¨ªmetros de di¨¢metro y, ?magia!, lo hicieron desaparecer. ?Se podr¨¢ hacer un escudo as¨ª que funcione con luz visible? Dar al material la estructura precisa para que interact¨²e como se quiere con la luz es muy complejo, as¨ª que los investigadores, simplemente, no lo saben. Lo que es seguro es que no dejar¨¢n de intentarlo.
03 Potenciar la memoria
?Tomar¨ªa usted, persona sana, una p¨ªldora sin efectos secundarios capaz de potenciar su memoria? Es probable que pronto lleguen al mercado f¨¢rmacos as¨ª. Los hallazgos sobre el funcionamiento de la memoria han salido de las publicaciones de ciencia b¨¢sica para trasladarse a la arena comercial, y hoy, varias compa?¨ªas farmac¨¦uticas compiten por sacar al mercado su potenciador de la memoria. Lo que se promete no es una metamorfosis de superh¨¦roe; nadie pasar¨¢ de mediocre a genio y, a las doce campanadas, a casa como Cenicienta. Pero las p¨ªldoras de la memoria s¨ª aspiran a devolver a un cerebro de 60 a?os la agilidad de uno de 20. ?Qui¨¦n no firmar¨ªa?
No se trata de suplementos alimenticios o productos semim¨¢gicos, sino de f¨¢rmacos en toda regla respaldados por investigadores de prestigio. La empresa Memory Pharmaceuticals la inici¨® Erik Kandel, premio Nobel de Medicina en 2000. En Helicon est¨¢ Tim Tully, que a mediados de los a?os noventa cre¨® moscas transg¨¦nicas con m¨¢s cantidades de lo normal de una prote¨ªna implicada en la memoria, y que efectivamente demostraban habilidades de supermoscas. Varios de los f¨¢rmacos en desarrollo, ahora en fase de ensayos cl¨ªnicos, llegar¨¢n al mercado -si lo logran- indicados para enfermos de alzheimer o con deterioro cognitivo leve. Pero se da por seguro que muchos usuarios, independientemente de las regulaciones farmac¨¦uticas de cada pa¨ªs, ser¨¢n gente sana. As¨ª que la pregunta es: ?ser¨¢n f¨¢rmacos seguros? Algunos expertos han advertido ya contra un potencial efecto secundario bastante dif¨ªcil de medir: ?y si acabamos recordando m¨¢s de lo que queremos?
Eso nos lleva a otra quimera: la posibilidad no s¨®lo de potenciar la memoria en general, sino de toquetear su c¨®digo. Conocer y manipular las teclas adecuadas para memorizar unas cosas -el temario de la oposici¨®n- y olvidar otras -el amante traidor- a voluntad. ?Se podr¨ªa hacer eso? "S¨ª, es una posibilidad real", explica por correo electr¨®nico Joseph LeDoux, investigador de la Universidad de Nueva York que meses atr¨¢s logr¨® borrar selectivamente un recuerdo concreto de la mente de ratas de laboratorio (los animales olvidaron que un determinado est¨ªmulo sonoro ven¨ªa seguido de una descarga el¨¦ctrica). "Nuestro trabajo plantea varias cuestiones ¨¦ticas. Como cient¨ªficos, simplemente tratamos de entender c¨®mo funciona la memoria, no buscamos un m¨¦todo para borrar o reforzar recuerdos. Pero la sociedad deber¨¢ discutir las implicaciones pr¨¢cticas de este trabajo".
El trabajo de LeDoux es en realidad uno m¨¢s de muchos estudios en la misma l¨ªnea. Gracias a ellos se sabe hoy que cuando un conocimiento almacenado se recupera, "hay un periodo cr¨ªtico en el que la memoria es susceptible de ser perdida", explica Jos¨¦ Mar¨ªa Delgado, investigador de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). "Es cuando un recuerdo se rescata del olvido por un momento y se vuelve a guardar sin ser reforzado, como si de pronto ves a alguien que conoc¨ªas de hace mucho tiempo y no interact¨²as con ¨¦l. Entonces, la imagen de su rostro puede olvidarse para siempre, el recuerdo se borra". Tambi¨¦n el grupo de Delgado ha demostrado, como el de LeDoux, que es posible manipular esos procesos de borrado y reforzamiento.
La cara positiva de estos hallazgos es que abren una v¨ªa al tratamiento de las secuelas de experiencias traum¨¢ticas. Pero se entrev¨¦n tambi¨¦n aplicaciones de utilidad borrosa. "?Qui¨¦n decidir¨¢ qu¨¦ borrar y qu¨¦ reforzar, y en qui¨¦n? No tengo las respuestas", dice LeDoux. Incluso si esa potestad la ejerciera el propio usuario de la memoria a alterar, los efectos ser¨ªan dudosos. Alguien ha advertido ya que el c¨®digo de la memoria -la decisi¨®n de qu¨¦ guardo y qu¨¦ no- es un delicado mecanismo seleccionado a lo largo de millones de a?os de evoluci¨®n. ?Estamos seguros de que interesa alterarlo?
04 Teletransportarse
Sigamos con la quimera m¨¢s a?orada por todo sufridor de atascos y vuelos retrasados. Ning¨²n f¨ªsico dir¨¢ que se est¨¢ hoy m¨¢s cerca que hace d¨¦cadas de teleportar una persona, pero en lo que se refiere a part¨ªculas, el campo avanza a buen ritmo. La teleportaci¨®n cu¨¢ntica se basa en el fen¨®meno del entrelazamiento entre part¨ªculas: dos part¨ªculas -por ejemplo, fotones- pueden permanecer en cierto modo unidas a pesar de encontrarse lejos; de esta forma, cuando se produce un cambio en una de ellas, en la otra ocurre lo mismo. Son las propiedades de la part¨ªcula, la informaci¨®n, las que se teleportan de modo instant¨¢neo. El a?o pasado, un grupo de la Universidad de Copenhague en colaboraci¨®n con el espa?ol Ignacio Cirac, del Instituto Max Planck para ¨®ptica cu¨¢ntica en Garching (Alemania), logr¨® por primera vez teleportar informaci¨®n entre luz y materia -dos objetos diferentes situados a medio metro de distancia-. De acuerdo, no es Star Trek, pero- habr¨¢ que seguir so?ando.
05 Vivir mil a?os
El a?o pasado, el geront¨®logo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) Aubrey de Grey traz¨® un provocador puente entre los aspectos m¨¢s fantasiosos de la muy publicitada medicina antiedad y la ciencia seria, declarando que los humanos llegaremos a vivir m¨¢s de mil a?os. No como especie, se entiende, sino cada uno de nosotros. Respondieron una treintena de geront¨®logos obviamente menos so?adores que De Grey: las ideas de ¨¦ste son "extremadamente optimistas", dijeron. Vale. Pero ?son del todo descabelladas?
La investigaci¨®n sobre el envejecimiento est¨¢ en plena ebullici¨®n; sus hallazgos a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas han cambiado el punto de vista sobre varias cuestiones clave. Por ejemplo: antes se cre¨ªa que los humanos ten¨ªamos una edad preprogramada para envejecer, algo as¨ª como un reloj que obligaba a las c¨¦lulas a perder su vigor llegado el momento. No es exactamente as¨ª. La longevidad parece estar regulada por la acci¨®n conjunta de muchos mecanismos de reparaci¨®n, que eliminan los errores -en el ADN, por los efectos t¨®xicos de los residuos del metabolismo...- que se acumulan constantemente en la c¨¦lula a lo largo de la vida. Esos mecanismos reparadores dejan de funcionar, o funcionan peor, a partir de cierta edad, y la raz¨®n ?creen los investigadores? es simplemente la evoluci¨®n: el organismo humano no estar¨ªa optimizado para vivir mucho m¨¢s all¨¢ de la edad reproductiva. "Cada especie, al adaptarse a su entorno -depredadores, estilo de reproducci¨®n...-, se adapta tambi¨¦n a una longevidad id¨®nea, que consiste en garantizar que no va a envejecer ni va a tener c¨¢ncer [u otras enfermedades asociadas con la edad] antes de tiempo", explica Manuel Serrano, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas (CNIO).
El trabajo de Serrano apoya la idea de que el envejecimiento es m¨¢s una acumulaci¨®n de fallos que una acci¨®n preprogramada. Su grupo ha demostrado la relaci¨®n entre la acci¨®n del gen antic¨¢ncer P53 -que elimina c¨¦lulas da?adas- y la longevidad. Los ratones con m¨¢s P53 no s¨®lo tienen menos c¨¢ncer, sino que son m¨¢s longevos. Y, por supuesto, P53 no es el ¨²nico gen relacionado con la longevidad. Cada vez se desentra?an m¨¢s mecanismos implicados en determinar el tiempo de vida de los organismos. En ratones, gusanos y moscas se sabe ya que alterando determinados genes, la esperanza de vida puede aumentarse hasta en un 60%.
?Podr¨ªa hacerse eso con los humanos? ?Bastar¨ªa con tocar unos cuantos genes, como si fueran interruptores de la longevidad, para duplicar nuestra esperanza de vida? Dificultades t¨¦cnicas y ¨¦ticas aparte, ?por qu¨¦ no?
En sus provocativas declaraciones, De Grey asegura que ser¨¢ posible reparar los da?os celulares y lograr as¨ª "revertir y no s¨®lo ralentizar" el proceso de envejecimiento. A Serrano -que no ha sido preguntado sobre las declaraciones de De Grey- no le resulta incre¨ªble ese escenario: "Todo depende de que sepamos c¨®mo repararnos y cu¨¢nto se invierta en hacerlo. Si uno repara su coche constantemente, le dura mucho, pero es un proceso muy costoso; si no lo reparas nunca, no te dura mucho m¨¢s de dos a?os. ?Todo depende! La ciencia-ficci¨®n de que alg¨²n d¨ªa se podr¨¢n reparar los tejidos y vivir much¨ªsimo... a m¨ª me parece que alg¨²n d¨ªa (lejano) ser¨¢ realidad".
06 Crear vida artificial
Todo apunta a que el mito de Frankenstein se har¨¢ realidad el siglo XXI. S¨®lo que no ser¨¢ un monstruo de alma buena, sino un microorganismo. Nacer¨¢ -eso s¨ª se cumple- en un laboratorio. Puede que en el del carism¨¢tico Craig Venter, el inventor de la t¨¦cnica que permiti¨® acelerar la secuenciaci¨®n del genoma humano. Venter ya cre¨® en 2003 el primer virus del todo artificial y completamente funcional: una copia de un virus que existe naturalmente, llamado PhiX, y que infecta bacterias, no humanos. Venter lo cre¨® en s¨®lo 14 d¨ªas a partir de piezas sueltas de material gen¨¦tico.
Este a?o, Venter ha dado un paso m¨¢s all¨¢. En vez de copiar un organismo ya presente en la naturaleza, quiere crear uno nuevo. En concreto, una versi¨®n reducida del primer organismo que ¨¦l mismo secuenci¨®, Mycoplasma genitalium, que tiene s¨®lo 470 genes. Venter se ha dedicado a inactivar cada uno de esos genes para ver cu¨¢les son los estrictamente indispensables para la vida, y se ha quedado con 381. El pr¨®ximo paso ser¨¢ sintetizar una mol¨¦cula de ADN con esos 381 genes, introducirlos en una c¨¦lula sin n¨²cleo, pero con la maquinaria molecular necesaria para leer los genes y traducirlos a prote¨ªnas, y, voil¨¤!, ya tenemos el primer organismo artificial en la Tierra (con alguna licencia, dado que para crearlo ha habido que recurrir a una c¨¦lula ya existente). Todo eso est¨¢ a¨²n sobre el papel, pero Venter no quiere que nadie le pise la idea ni los potenciales beneficios que genere, y ha solicitado una patente que cubra la creaci¨®n de Mycoplasma laboratorium (as¨ª lo han bautizado). ?Se la conceder¨¢n? El Grupo ETC, que ya ha alertado de los riesgos de la nanotecnolog¨ªa, ha iniciado una campa?a en contra. Quieren que el apodo que han escogido para el bicho de Venter, Synthia, acabe siendo tan popular como Dolly.
07 La telequinesia
Estire el brazo. Para hacer eso, algunas de las neuronas de la parte de la corteza cerebral responsable del movimiento -la corteza motora- han tenido que activarse y enviar determinadas se?ales. Suponga ahora que usted es manco, pero que de todas maneras su cerebro env¨ªa la orden de antes: estirar el brazo. Hoy se sabe que en esta segunda situaci¨®n las se?ales que enviar¨ªan sus neuronas motoras ser¨ªan muy similares a las enviadas cuando efectivamente movi¨® el brazo. Y tambi¨¦n se sabe que esas se?ales pueden aprovecharse incluso sin brazo. Se sabe porque el experimento se ha hecho: poco a poco, los neurocient¨ªficos se acercan al viejo sue?o de controlar objetos con el pensamiento.
El ejemplo m¨¢s llamativo por ahora se expuso hace un a?o en la portada de la revista Nature. En la corteza motora de un tetrapl¨¦jico de 25 a?os se implant¨® un diminuto sensor capaz de registrar la actividad de docenas de neuronas; estas se?ales eran instant¨¢neamente decodificadas y enviadas a un ordenador y a otros dispositivos perif¨¦ricos. El resultado es que el joven aprendi¨® r¨¢pidamente a abrir el correo electr¨®nico moviendo un cursor, a ajustar el volumen del televisor y a operar un brazo rob¨®tico con el que mov¨ªa objetos. Todo ello, orden¨¢ndolo mentalmente. Sin trampa ni cart¨®n. El sujeto pod¨ªa incluso conversar mientras controlaba el cursor del ordenador, "lo mismo que nosotros trabajamos con un ordenador a la vez que hablamos", explic¨® en julio de 2005 John Donogue, neurocient¨ªfico de la Universidad de Brown (Providence, EE UU) y fundador en 2001 de Cyberkinetics, la empresa que aspira a llevar al mercado este tipo de implantes cerebrales. "Estos resultados nos permiten esperar que alg¨²n d¨ªa podamos activar los m¨²sculos de las extremidades con las se?ales que env¨ªan las neuronas, reestableciendo el control cerebro-m¨²sculo", a?adi¨® Donogue.
Pero para ese objetivo final a¨²n falta mucho, advierte Jos¨¦ Carmena, investigador espa?ol en la Universidad de Berkeley (California, EE UU) que hace ya tres a?os llev¨® a cabo un experimento similar al de Donogue, pero con monos -y que insiste en "no crear falsas expectativas"- ?Por qu¨¦ tanta cautela? La tecnolog¨ªa de los implantes cerebrales tiene un problema: es muy invasiva. En un paciente joven, por ejemplo, no s¨®lo habr¨ªa que instalar el implante en el cerebro, sino probablemente reemplazarlo al cabo de un tiempo. Varias intervenciones quir¨²rgicas en el cerebro. Por eso Carmena cree que la t¨¦cnica avanzar¨¢ realmente s¨®lo cuando se aprenda a registrar actividad neuronal con gran detalle desde fuera del cerebro. "Si se lograra eso, se har¨ªan cosas que hoy son ciencia-ficci¨®n", dice. "Ser¨ªa una revoluci¨®n. Tendr¨ªas una forma de comunicaci¨®n directa con el cerebro". ?Para qu¨¦? Para estar tranquilamente sentado -tal vez con un casco- y a la vez operando un robot; para escribir un texto sin necesidad de teclear ni de dictar... No es descabellado predecir que el cerebro acabar¨ªa integrando como una extremidad m¨¢s ese nuevo hardware perif¨¦rico. Y de ah¨ª al mito del cyborg hay un paso. ?Es ¨¦tico que los humanos se a?adan perif¨¦ricos a voluntad?
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