Edimburgo es una fiesta
Una brillante versi¨®n de la opereta 'Candide', de Leonard Bernstein, abre en la capital escocesa el mayor y m¨¢s popular de los festivales de verano de Europa, que este a?o celebra por todo lo alto el 60? aniversario
Convencido de que la m¨²sica es un lenguaje universal, el vien¨¦s Rudolf Bing decidi¨® en 1947 reunir en la capital escocesa a un grupo de relevantes m¨²sicos de pa¨ªses centroeuropeos devastados durante la II Guerra Mundial para contribuir a la reconciliaci¨®n entre los bandos enfrentados en el conflicto b¨¦lico. Aquellos conciertos organizados con el objetivo de reconstruir el "sue?o de comunidad" perdido durante el choque, que constituyeron el que fue el primer Festival de Edimburgo, fueron anteanoche recordados justo en su 60? aniversario durante la inauguraci¨®n de la edici¨®n de 2007 por el nuevo director del evento, el australiano Jonathan Mills.
El de Edimburgo es un festival que jam¨¢s ha dado la espalda a las clases populares
Invoc¨® Mills el esp¨ªritu de integraci¨®n y tolerancia que inspir¨® los primeros conciertos como valor a seguir por el festival en su discurso inaugural, al que con j¨²bilo la Orquesta Sinf¨®nica Escocesa de la BBC y el coro del festival pusieron la guinda con los acordes del Cumplea?os feliz recibido con familiar complicidad por el p¨²blico que llenaba el Usher Hall. La velada de apertura culmin¨® con una chispeante versi¨®n en concierto de la opereta c¨®mica de Leonard Berstein Candide bajo la inspirada direcci¨®n del estadounidense Robert Spano. Y anoche, en la segunda jornada de la programaci¨®n que se prolongar¨¢ hasta el 2 de septiembre, Jordi Savall estren¨® en la capital escocesa su versi¨®n de la ¨®pera de Claudio Monteverdi Orfeo -mito convertido por Mills en hilo conductor de la pro-gramaci¨®n- en la bella producci¨®n del Liceo de Barcelona dirigida esc¨¦nicamente por el flamenco Gilbert Defl¨® y con el concurso de dos de los conjuntos instrumentales y vocales que el violagambista catal¨¢n dirige, La Capella Reial de Catalunya y Le Concert des Nations.
El de Edimburgo no es s¨®lo un festival de m¨²sica cl¨¢sica y ¨®pera, teatro y danza. Es un festival de festivales -tambi¨¦n de libros, cine, televisi¨®n y jazz y blues- que convergen en tiempo y lugar para convertir a la capital de Escocia durante tres semanas de agosto en un irresistible hervidero cultural donde lo oficial convive con lo alternativo, lo serio con la s¨¢tira y lo exclusivo con lo popular.Imposible dar abasto a tan ingente oferta, que s¨®lo para el popular Fringe -el festival alternativo tambi¨¦n nacido en 1947, del que las compa?¨ªas ofrecen numerosos y vistosos aperitivos de sus espect¨¢culos en plena calle para regocijo de transe¨²ntes locales y for¨¢neos, que estos d¨ªas son muchos- supera los m¨¢s de 2.000 espect¨¢culos.
El lujo que exhibe Salzburgo y la fe incondicional en Wagner que se exige para peregrinar a Bayreuth se tornan en fiesta y cultura al alcance de todos en Edimburgo. El de la capital escocesa es un festival que jam¨¢s ha dado la espalda a las clases populares. En todos los espect¨¢culos se ofrecen localidades a precios razonables desde ocho libras esterlinas 12 euros), y el ambiente resulta acogedor y propicia la participaci¨®n. Y no s¨®lo porque los artistas del Fringe salen a la calle, sino porque tambi¨¦n en el Festival Internacional el p¨²blico se muestra integrador, al estilo brit¨¢nico pero con esp¨ªritu escoc¨¦s, que para un espa?ol resulta lo m¨¢s cercano a lo mediterr¨¢neo que puede encontrarse en el Reino Unido. C¨®mo si no interpretar que esta cronista fuera interpelada tres veces por espectadores desconocidos durante el descanso del concierto inaugural sin m¨¢s raz¨®n que entablar conversaci¨®n, o que una cuarta, ya a m¨¢s de 400 metros del Usher Hall, al ver mi programa de mano de Candide me espetara con una cordial sonrisa: "?Gran espect¨¢culo! ?Ha disfrutado?".
Claro que disfrut¨®, y mucho, el p¨²blico de la inauguraci¨®n con la versi¨®n ofrecida por el estadounidense Robert Spano de la opereta c¨®mica de Bernstein Candide (1956). Las ¨®peras en versi¨®n de concierto son medio ¨®peras, pero la idea de introducir el personaje de un narrador para guiar al p¨²blico en el viaje alrededor del mundo que protagoniza el joven idealista Candide junto a su novia Cunegunde y su tutor, el Doctor Pangloss, m¨¢s all¨¢ de su didactismo result¨® ser todo un acierto.
El m¨¦rito hay que atribu¨ªrselo con toda justicia al veterano bar¨ªtono brit¨¢nico Thomas Allen, quien, en el doble papel de narrador y Pangloss, construy¨® un jugoso gui¨®n, por el mismo interpretado con maestr¨ªa, con el libreto de Lillian Hellman como base e ir¨®nicas referencias a Bush, los Simpson, la pol¨ªtica y la intolerancia religiosa que arrancaron las carcajadas del p¨²blico. Junto a Thomas Allen y dando espont¨¢nea y convincente vida esc¨¦nica a los personajes, pese a la versi¨®n concierto, estuvo brillante Matthew Polenzani como Candide; l¨ªrica y vivaz Laura Aikin en su personaje de Cunegunde; ¨¢cida y en¨¦rgica Kathryn Harris con su Vieja Dama, y acertados los personajes secundarios protagonizados por Keith Lewis, Jennifer Johnston, Tim Mirfin y Roland Wood, y el quinteto de aventajados alumnos de la Real Academia Escocesa de M¨²sica y Teatro. Spano, al frente de la Orquesta Sinf¨®nica Escocesa de la BBC y el Coro del Festival de Edimburgo demostr¨® no s¨®lo ser un gran concertador sino un espl¨¦ndido director de orquesta que ama con pasi¨®n la m¨²sica del genial Leonard Bernstein.
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