Solitaria Casa Blanca
El anuncio de la retirada a final de mes de Karl Rove, el m¨¢s estrecho colaborador pol¨ªtico del presidente George W. Bush, es un nuevo y serio rev¨¦s para el inquilino de la Casa Blanca y encoge a¨²n m¨¢s la menguante n¨®mina de incondicionales que acompa?¨® a Bush en su victoria electoral del a?o 2000. En relativamente poco tiempo han abandonado el puente de mando del barco republicano personajes que, como Donald Rumsfeld, Colin Powell o Paul Wolfowitz, han estado en el epicentro de controvertidas y trascendentales decisiones pol¨ªticas.
A la postre importa poco si Rove se va para estar m¨¢s con su familia, como ha dicho ang¨¦licamente al The Wall Street Journal, o porque la estrella del mayor estratega pol¨ªtico de Bush, que brill¨® cegadoramente cuando consigui¨® la reelecci¨®n del presidente en 2004, se ha ido apagando y complic¨¢ndose su futuro inmediato. En los ¨²ltimos tiempos, Rove se ha visto implicado en esc¨¢ndalos pol¨ªticos que han minado su credibilidad. El m¨¢s importante es el caso Plame, en el que ha tenido que testificar varias veces ante un gran jurado por la filtraci¨®n del nombre de la agente de la CIA despu¨¦s de que su marido criticara el uso por la Casa Blanca del espionaje antes de la guerra de Irak. Este mismo mes, el propio Bush, invocando el privilegio ejecutivo, ha impedido que su consejero ¨¢ulico, que le acompa?a en la Casa Blanca desde 2001, compareciera ante el comit¨¦ judicial del Senado en relaci¨®n con los nueve fiscales federales destituidos el a?o pasado por el ministro de Justicia Alberto Gonzales, otro fiel a ultranza en el ojo del hurac¨¢n.
El desguace de la compa?¨ªa estable de George W. Bush tiene una lectura m¨¢s all¨¢ de los nombres que van desvaneci¨¦ndose del entorno presidencial. Tiene que ver con el hurac¨¢n Katrina, con Irak, con Guant¨¢namo, con el amiguismo pol¨ªtico o el radicalismo y la incompetencia que han orientado muchas decisiones de la Casa Blanca.
El caso de Rove, en este contexto, es especialmente importante porque ¨¦l ha sido la materia gris conservadora detr¨¢s del sue?o republicano, compartido con Bush, para hacerse con el poder en EE UU y mantenerlo durante una generaci¨®n. Ese sue?o parece haber llegado a su final. El creciente aislamiento de la Casa Blanca, acentuado tras la victoria dem¨®crata en el Congreso el a?o pasado, anticipa tiempos m¨¢s que inciertos ante las presidenciales de 2008. Unas elecciones a las que los conservadores acudir¨¢n desprovistos de todo hechizo.
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