Manzanares, ?artista!
Qu¨¦ gozada haber estado en la Malagueta y haber tenido la suerte de presenciar la obra de arte que ayer firm¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares en su primer toro. Porque dibuj¨® una de esas faenas que justifican por s¨ª solas una fiesta como ¨¦sta, de ¨¦sas que se recuerdan siempre, que quedan en la retina para la eternidad. Fue toda ella una lecci¨®n de torer¨ªa suprema; un compendio de perfecta colocaci¨®n, temple, largura, profundidad, suavidad, gusto, empaque, pureza y, sobre todo, una explosi¨®n de belleza. Manzanares le puso los vellos de punta a M¨¢laga con un toreo solemne, excelso y aut¨¦ntico. En una palabra, demostr¨® que es un artistazo.
Domecq/Aparicio, Conde, Manzanares
Toros de Juan Pedro Domecq, mal presentados, inv¨¢lidos, mansos y nobles. Julio Aparicio: media y un descabello (silencio); bajonazo (ovaci¨®n). Javier Conde: bajonazo _aviso_ (ovaci¨®n); media trasera y dos descabellos (silencio). Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: estocada (dos orejas); _aviso_ pinchazo y estocada (oreja). Plaza de la Malagueta. 14 de agosto. S¨¦ptima corrida de feria. Lleno.
Lo recibi¨® con cuatro ver¨®nicas templad¨ªsimas, antesala de los mejores presagios. Con la muleta en la mano derecha, perfecto de colocaci¨®n siempre, desgran¨® tandas cortas de dos, tres muletazos largos, ligados con insuperables pases de pecho de pit¨®n a rabo. Mejor, si ello es posible, tore¨® por naturales, muy despacio, gust¨¢ndose en cada uno de ellos, y con la plaza hace rato ya entusiasmada y ensimismada ante la gran obra de la que era testigo. A¨²n hubo un cambio de manos de ¨¦poca antes de una estocada hasta la empu?adora que llev¨® la locura a los tendidos.
?Es posible mayor gozo? Pues, s¨ª. Porque la faena de Manzanares hubiera alcanzado la categor¨ªa de hist¨®rica si hubiera tenido delante un toro y no un becerro inv¨¢lido de los que abundan en la ganader¨ªa de Juan Pedro Domecq. Un becerro extraordinario, eso s¨ª, que se encontr¨® con un torero en estado de gracia. Pero ¨¦sta es una fiesta de toros, elemento imprescindible, que nunca, nunca, debe quedar en el olvido.
M¨¢s cara de toro ten¨ªa el manso y dificultoso sexto. Embest¨ªa con cierta brusquedad, pero Manzanares consigui¨® muletearlo con poder porque derroch¨® valent¨ªa, pis¨® el terreno adecuado y lo llev¨® toreado en todo momento. Lo ense?o a embestir, en una palabra, y lo exprimi¨®. Incansable al animal por el lado derecho, la faena fue, quiz¨¢, demasiado larga, y, tambi¨¦n, un derroche de toreo con la mano derecha -el toro se neg¨® a embestir por el pit¨®n izquierdo- que volvi¨® a entusiasmar a la plaza. Manzanares sali¨® a hombros por la puerta grande con todo merecimiento despu¨¦s de una tarde gloriosa que ha puesto cara, muy cara, la feria.
Le acompa?aban Julio Aparicio, que sustituy¨® al convaleciente Cayetano, y Javier Conde. El primero s¨®lo vino a demostrar que la inactividad se paga y que sigue siendo un torero fr¨¢gil. Muy desconfiado estuvo ante su amuermado primero, y esforzado, pero sin brillo, ante el soso cuarto.
El malague?o quiso y no pudo, algo habitual en ¨¦l. No sali¨® "su" toro, y naufrag¨®, sin orden ni concierto, en su primero, manso y noble, ante el que no encontr¨® ni el sitio ni la distancia, y se perdi¨® ante el brusco quinto, a pesar de haber brindado al respetable y de sus buenas intenciones por agradar.
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