El limbo de los justos

Otro cartel mixto. Como en las cafeter¨ªas. Sosos, renuentes y sin malicia los de Los Espartales de rejones. ?dem y menos nobles -no hay tonto bueno- los de Marca. El primero sali¨® con ganas de irse, miraba las tablas, y en cuanto pudo salt¨®. Hermoso sac¨® a Chenel para embeberlo en los flancos, en la cola... Nada. Tampoco Silveti, con llamadas y quiebros, rompi¨® el trote indeciso del bicho. Tuvo que girar a su alrededor hasta el mareo para forzar la embestida. Un toro soso, desde un caballo, es mucho m¨¢s soso. Y el torete anovillado y aserrado que con trabajoso son corr¨ªa por la arena en cuarto lugar, tampoco era unas casta?uelas. Dos toros sosos, desde un caballo, es el espect¨¢culo que m¨¢s se ve en el limbo. Apenas Chenel, a paso de filigrana en su cara, consegu¨ªa alegrarlo. Con Fusilero, los giros y molinetes llegaron a abrumarlo. Se mostraba inexpresivo y perplejo. Todo lo puso Pablo. Tambi¨¦n las farpas, palos, el medio rej¨®n trasero...

Bonito, primera de Castella, no lo era. Recortado y sin cuello, desesperaba al diestro con volteretas, tropiezos e incertidumbres. Pas¨®, con todo, con dos trincherillas, hacia los medios y no dej¨® de pasar sin calor, con cierto aburrimiento rezong¨®n en el resto de los muletazos que a izquierda y derecha le propinaba el franc¨¦s. El aburrimiento se le contagi¨® al p¨²blico. Y al torero. El quinto, escurrido y cornal¨®n, acept¨® ver¨®nicas muy bajas, de reposado vuelo. Parearon Curro Molina y Paco Delgado cum laude, y se hab¨ªa calentado al fin el coso, cuando, seg¨²n su costumbre, Sebasti¨¢n le cambi¨® por detr¨¢s en el centro. Llam¨® entonces el toro a los suyos con lastimero mugir, y no ces¨® de hacerlo mientras segu¨ªa, con tropiezo de manos y cabeceo indigno, la muleta empecinada de Castella.

Era Illumbe el limbo de los justos cuando Gallo brind¨® a Refranero. Tore¨® correcto y sin garra, sin entrar en la l¨ªnea de la suerte, al toro correcto y sin garra que apenas rozaba la l¨ªnea de la suerte. Hubo unas palmas breves, las que dan los justos en el limbo. Incluso en el arrim¨®n. M¨¢s hecho, con m¨¢s presencia, sali¨® el ¨²ltimo. Gallo notaba en los justos que poblaban las tres cuartas partes de gradas y tendidos las ganas de salir del limbo y corri¨® a dar lances, pic¨® breve, y le corri¨® la mano derecha entre oles de aliento, no sabemos si para ¨¦l o para los propios justos que los emit¨ªan. Pronto dio el toro por concluida su labor y decidi¨® quedarse a medio pase. Entonces los justos salieron del limbo a la calle por los amplios vomitorios habilitados para la ocasi¨®n.