Eurocostas de la muerte
Siempre recordar¨¦ este verano del 07 como el a?o en que dos turistas eminentes de nuestras costas y piscinas vinieron a darnos lecciones sobre el futuro de nuestro turismo. Hasta entonces, hasta finales de julio, los turistas se limitaban a ejercer de masa estad¨ªstica, a incrementar el producto interior bruto con la actitud pasiva de sus barrigas al sol, a disparar los precios del suelo urbanizable de las costas e islas mediterr¨¢neas, a fomentar esa arquitectura kitsch de interiores y exteriores que ya es un hito global y a ponerse morados de calamares fritos y otras fritangas. Pero los turistas nunca opinaban del pa¨ªs m¨¢s all¨¢ de la industria del t¨®pico y no est¨¢bamos preparados para que nuestros turistas tuvieran una teor¨ªa, y menos a¨²n una profec¨ªa, sobre nuestro turismo y su futuro. Gracias al Macba barcelon¨¦s, esa bendita y sincronizada factor¨ªa de ideas, por fin pudimos enterarnos de lo que piensan de nuestra famosa industria principal dos turistas listos y sin miedo a las masas que nos frecuentan apasionadamente, el novelista franc¨¦s Michel Houellebecq y el arquitecto holand¨¦s Rem Koolhaas.
Si yo pintara algo en este peri¨®dico, hubiera sido el indiscutible debate de este verano tan poco discutidor porque en el coloquio entre el novelista y el arquitecto estuvo perfectamente dise?ado nuestro futuro como ex primera potencia tur¨ªstica de Europa. Y esto fue lo que profetizaron. Ese turismo masivo que nos visita y nos enriquece cada vez ser¨¢ m¨¢s viejo, hay otras costas mediterr¨¢neas menos explotadas y machacadas por el horrible aglomerado arquitect¨®nico (pongamos Croacia); Las Vegas m¨¢s cercanas de Europa ahora se llama Dubai; Ibiza quedar¨¢ como nostalgia de las viejas juergas de anta?o y, sobre todo, resulta que en Espa?a se muere muy bien gracias a su avanzado sistema sanitario. La conclusi¨®n fue tajante: Espa?a se convertir¨¢ en el geri¨¢trico tur¨ªstico de Europa.
A muchos, la profec¨ªa crepuscular de estos dos turistas rompehuevos que son Koolhaas y Houellebecq les habr¨¢ parecido muy mal, y as¨ª se explica el silencio medi¨¢tico en los blogs, las columnas, los suplementos del verano y dem¨¢s artefactos que estos d¨ªas se dedican alegremente a trabajar nuestra industria principal como si aqu¨ª no hubiera pasado nada desde los a?os cincuenta, cuando se descubri¨® este Mediterr¨¢neo barato. Pero el diagn¨®stico de futuro no est¨¢ mal, aunque no nos guste c¨®mo suena. Las manadas europeas de la tercera edad emigran y emigrar¨¢n cada vez m¨¢s a este sur low cost para morir dulcemente en nuestras costas, y por consiguiente debemos prepararnos para reconvertir este territorio en un atractivo cementerio de elefantes dotados de tarjetas Visa sin l¨ªmite de gasto. La idea no es nueva, pero los dos turistas inteligentes contaron la profec¨ªa crudamente y sin pelos en la lengua: nuestro soleado litoral y su ladrillo especulativo ser¨¢n en un futuro no muy lejano las eurocostas de la muerte. Ese mismo cemento se convertir¨¢ en cementerio.
Lo que no dijeron ni Houellebecq ni Koolhaas es que en estos momentos la industria m¨¢s floreciente, muy por encima de todas las dem¨¢s, es la industria de la tercera edad. Y esto tiene una explicaci¨®n, digamos, groseramente materialista. Porque si en el siglo pasado la llamada generaci¨®n del baby-boom de los nacidos despu¨¦s de la guerra fue, entre otras cosas, el indiscutible motor del consumo en todas sus variantes populares, pues resulta que los boomers ya se han jubilado, han cobrado la herencia de sus padres, est¨¢n acostumbrados a ser los protagonistas del mercado, incluso compitiendo con sus hijos y nietos, y ahora s¨®lo nos queda morir consumiendo moderno, como siempre, hasta el suspiro final y bajo esa luz del crep¨²sculo mediterr¨¢neo que tan excelentemente describe Vicent.
Las preguntas fundamentales son: ?estamos preparados para este nuevo turismo ante m¨®rtem que puede ser tanto o m¨¢s rentable que aquel turismo de mediados del siglo pasado que tanto hizo por el producto interior bruto y la modernizaci¨®n acelerada de nuestras costumbres? ?Somos un buen cementerio moderno de elefantes baby-boom? ?Se nos adelantar¨¢n Italia y Croacia en la fabulosa industria de enterrar al turista?
Tendremos que cambiar urgentemente de chip tur¨ªstico, porque si nos atenemos a los usos internos de este pa¨ªs (de tan acelerado envejecimiento, por cierto), la tercera edad goza aqu¨ª de muy poco predicamento cultural, la ingratitud y el silencio hacia las generaciones provectas es la regla de comportamiento, se hace t¨¢bula rasa de los ancianos, y el desprecio hacia los viejos, hacia cualquier sagesse, es pr¨¢ctica muy in¨¦dita en cualquier comunidad del reino animal.
Y si no nos interesan para nada los viejos nativos, ?por qu¨¦ diablos vamos a templar gaitas con turistas octogenarios, por mucho que ah¨ª est¨¦ el verdadero negocio de nuestro futuro como potencia tur¨ªstica?
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