Un vuelo, muchos precios

Escena en la fruter¨ªa: "Oiga, que me ha cobrado el triple que a la se?ora". "Es que la se?ora sab¨ªa desde mayo que quer¨ªa peras". Luego el frutero obliga al cliente a quitarse los zapatos y el cintur¨®n y ya est¨¢ liada. Pensando en las ventajas de no tener vacaciones (aparte de cobrar, esto es), el Condenado en la ciudad recuerda la ¨²ltima vez que vol¨® junto a un caballero que se encarg¨® de informarle de que hab¨ªa pagado la mitad por su asiento. ?C¨®mo es posible que en un mismo avi¨®n, hombro con hombro, la gente pague tarifas tan distintas? Hay sectores, como el de las compa?¨ªas a¨¦reas, que vacilan al consumidor. Junto a los de los m¨®viles, parecen vivir en un para¨ªso de impunidad. Cada tanto ocurren cosas, como que venden un precio y luego cobran por misteriosas tarifas de ¨²ltima hora y se pasan por el forro aquello de la puntualidad, aunque si t¨² llegas tarde, no perdonan.

Pero esc¨¢ndalos aparte, todas las aerol¨ªneas pretenden que el cliente trabaje para ellas. Comprar un billete de avi¨®n se ha convertido en un ejercicio de paciencia y destreza. La responsabilidad de buscarse la oferta es del cliente (otra coincidencia diab¨®lica: las low cost han jubilado a las agencias de viajes, como los operadores de m¨®viles hicieron con los relojeros). Con la responsabilidad llega la culpa: cuando al fin consigues un billete m¨¢s caro y con peores condiciones de las que esperabas (de esos que despegan a las cinco de la ma?ana y hacen tres transbordos) resulta que la culpa es tuya porque no sabes comprar online.

El Condenado, que tiene el dedo (y el pronto) r¨¢pido cuando no entiende algo, llama desde el curro a la Asociaci¨®n Internacional de Transporte A¨¦reo (IATA), donde un suizo encantador le explica que esto son las cosas que tiene el libre mercado. Resulta que cada compa?¨ªa cuenta con un departamento de pricing que se encarga del yield management. En cristiano: en las centrales de las aerol¨ªneas hay un grupo de agentes mirando pantallas en plan Wall Street. En funci¨®n de la oferta y la demanda van asignando un precio a cada billete para maximizar el beneficio de un vuelo a medida que se llena.

Le Monde prob¨® en mayo a buscar billetes de Air France en un mismo avi¨®n (clase econ¨®mica) de Par¨ªs a Nueva York. Hab¨ªa 17 tarifas distintas. De 467 a 3.228 euros. En EasyJet ilustran los quebraderos de cabeza de las aerol¨ªneas para obtener beneficios con un gr¨¢fico en forma de avi¨®n. Tiene 155 asientos. 39 se van en pagar al aeropuerto, 37 en combustible, 15 en los sueldos de la tripulaci¨®n. Y as¨ª hasta que s¨®lo quedan 9 para beneficios. RyanAir dice que las tasas son el malo de la pel¨ªcula: adem¨¢s de las de siempre, cada pasajero paga 50 c¨¦ntimos por la silla de ruedas que lleva el avi¨®n, y desde el 11-S, 5,29 euros m¨¢s por el seguro de terrorismo.

Hay un libro estupendo de Antonio Orejudo titulado Ventajas de viajar en tren, aunque puede que le falte un par¨¦ntesis: (mientras no sea en Barcelona). Por cierto, si quiere que su compa?¨ªa de m¨®viles no le tome el pelo, llame a "bajas" y amenace. Es gratis y desahoga.