Lo que ven
L o que ven las gentes de la foto es una ciudad que est¨¢ que arde. Desde una de las siete colinas de la Barcelona que este verano parece desentenderse de s¨ª misma, seis ciudadanos de espaldas me certifican que a pesar del helic¨®ptero la ciudad est¨¢ dejando de ser la red de pactos y acuerdos colectivos que permiten el trasiego diario. Nada m¨¢s, pero tampoco menos. Pongamos que se trate de pasar un sem¨¢foro en verde sin que te atropelle un coche, de encender la luz, de tomar el tren a su hora. En fin, cosas diarias y sin m¨¢s. No hubieran dicho que sea esperar demasiado.
Pero un coche puede atropellarte en un paso de peatones o t¨² puedes causar destrozos al coche: el sem¨¢foro no funciona y ni t¨² ni el coche os hab¨¦is dado por aludidos, lelos vais t¨² y el conductor por no haber dormido en toda la noche de este verano de estrepitosos generadores convertidos en reyes de la calle, monarcas del silencio imposible, espejos de un sue?o que se ha hecho m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa que lo fue en los dos y tres d¨ªas previos sin electricidad.
En las espaldas de los vecinos una ve reflejada la jeta de la privatizaci¨®n. En el fuego observado una ve apagones el¨¦ctricos a gran escala
Tampoco hay un guardia para impedir que el coche se abalance sobre ti o que tu paso intempestivo asuste al coche; dif¨ªcil es saber qui¨¦n est¨¢ m¨¢s ido en una ciudad sin sem¨¢foros y tr¨¢fico incluso en agosto. Algo sucede. Nuestros vecinos de la foto lo advierten, dos de los hombres lo se?alan con sus brazos, los seis cuerpos lo indican con su tensi¨®n muscular e inter¨¦s manifiesto.
?Que c¨®mo lo ven? Este agosto nada es min¨²sculo para quien otea una ciudad aturdida, lo noto y oigo cada d¨ªa, en mi barrio.
Lo que ven los vecinos son los fundamentos, eso que llamamos las infraestructuras y que al parecer habr¨¢ que llamar el inframundo: no hay rastro de responsabilidad, nadie se responsabiliza ni se hace ni se har¨¢ cargo de nada. De nada.
Lo que ven es lo que hay.
Cuando el guardia de tr¨¢fico (el helic¨®ptero en la foto) acudi¨® tres horas m¨¢s tarde, el choque del sem¨¢foro que aqu¨ª imagino todav¨ªa estaba all¨ª. Todos corren en ambulancia y llegar¨¢n ululando al hospital p¨²blico que, como la ciudad, est¨¢ siendo privatizado, callada e inexorablemente. El guardia tendr¨¢ su medalla, el helic¨®ptero tambi¨¦n. Honores, honorables.
Lo min¨²sculo aqu¨ª observado -el accidente, la incidencia, como sea que lo llamen las autoridades- terminar¨¢ as¨ª por ganar una medalla, ya sea municipal o auton¨®mica, ya sea de las compa?¨ªas el¨¦ctricas o de cualquier otro due?o de nuestros destinos y quehaceres diarios. Pues aunque los ciudadanos est¨¢n contemplando uno de los efectos llamados naturales, ese fuego que cruza en diagonal en la parte izquierda media de la foto, sus espaldas estoicas y atentas indican que est¨¢n sumidos en una visi¨®n honda y precisa. El fuego potencia la imaginaci¨®n.
En las espaldas de los vecinos una ve reflejada la jeta de la privatizaci¨®n, llamada liberalizaci¨®n en la juerga contempor¨¢nea que nos llevamos con las palabras, otro deterioro cotidiano. En el fuego observado una ve apagones el¨¦ctricos a gran escala, retenciones descomunales en las autopistas...
Dec¨ªa Virginia Woolf, escritora mucho m¨¢s vital de lo que se complace en presentarla el rollo imperante, que la vida es una estrecha franja pavimentada junto a un abismo, pero que no por ello debemos dejar de ser felices. Se ve en la foto. Los seis vecinos asisten tremendamente interesados a un espect¨¢culo imperioso que les sostiene sin temor sobre la cinta pavimentada. Es estrecha, s¨ª. Convendr¨ªa ampliarla, hacerla m¨¢s transitable, advierte este mes de agosto de meditaciones en las colinas y en las calles. Pues la ciudad necesita poder declarar con la escritora: "Nadie podr¨¢ decir de m¨ª que no he conocido la perfecta felicidad, pero muy pocos podr¨¢n indicar con el dedo el momento, o la causa". No por ambiguo deja de ser audaz y certero, en extremo realista. Aunque, desde luego, es m¨¢s f¨¢cil indicar cu¨¢ndo y c¨®mo (incluso por qu¨¦) las cosas se ponen feas. Los desastres son muy interesantes.
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