El futuro de Kosovo
La situaci¨®n definitiva de Kosovo ha entrado en su fase decisiva despu¨¦s de m¨¢s de un a?o en que las negociaciones auspiciadas por la ONU no han conseguido mover un ¨¢pice los diametralmente opuestos puntos de vista de serbios y albaneses. Las consultas reiniciadas, despu¨¦s de que Rusia vetase en el Consejo de Seguridad un borrador que daba por bueno el Plan Ahtissari para otorgar a la provincia serbia de mayoria albanesa una independencia vigilada, tienen fecha de caducidad -el pr¨®ximo diciembre-, pese al obstruccionismo del Kremlin, valedor hist¨®rico de Serbia, que pretende de nuevo negociaciones sin plazo sobre un tema de acuerdo harto dif¨ªcil. Mosc¨² deber¨ªa tener una actitud m¨¢s constructiva, pero en cualquier caso ser¨ªa un riesgo dejarle al margen.
Pocos dudan de que Kosovo, ahora un protectorado de la ONU y donde el d¨¦spota Milosevic llev¨® primero la opresi¨®n y despu¨¦s la guerra para encontrarse en 1999 con la contundente respuesta de la OTAN, ser¨¢ tarde o temprano independiente. Sus casi dos millones de habitantes albaneses han venido funcionando muchos a?os como un Estado paralelo y diferente de Serbia. Y entre otras cosas ser¨¢ as¨ª porque Belgrado, pese a su ret¨®rico victimismo hist¨®rico ni quiere ni puede administrar ya ese territorio.
Asumiendo el desenlace inevitable y lo impensable de que Belgrado mantenga su soberan¨ªa sobre el territorio, lo prudente, como ha se?alado el secretario general de la ONU, es que las cosas vayan lo suficientemente deprisa para evitar que los ¨¢nimos se desboquen entre una poblaci¨®n albanesa que, a un alt¨ªsimo precio, ha esperado muchos a?os a que llegara su momento. Si la nueva ronda de diplomacia no fructifica, la elecci¨®n se plantear¨¢ entre independencia avalada por el Consejo de Seguridad, es decir, con la bendici¨®n de Rusia, o independencia proclamada unilateralmente y reconocida por las potencias occidentales. Lo deseable ser¨ªa lo primero. Washington ya ha anunciado su intenci¨®n de reconocer antes de que acabe el a?o una declaraci¨®n de independencia si el obstruccionismo ruso se mantiene. La UE, que piensa lo mismo, teme sin embargo dejarse llevar por ese camino.
El objetivo pr¨®ximo, aparte de intentar acercar las irreconciliables posiciones, es que las potencias democr¨¢ticas que tutelan Kosovo se mantengan unidas. La divisi¨®n occidental ser¨ªa, adem¨¢s de una bomba de relojer¨ªa para la provincia, una nueva y formidable baza diplom¨¢tica para Putin. A la postre, ¨¦ste, empe?ado en restituir a Rusia su antigua condici¨®n de superpotencia, le importa menos la suerte de Kosovo o su repercusi¨®n en las antiguas rep¨²blicas del C¨¢ucaso, que la posibilidad de agrietar las relaciones transatl¨¢nticas y las internas de sus vecinos europeos.
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