El superh¨¦roe ambiguo
En una historieta de los a?os cincuenta, un Batman gordo y cuarent¨®n combate a una bella y elegante Mujer Gato. Tambi¨¦n Robin se ve algo pasado de kilos y con peinado de se?ora. La relaci¨®n entre el superh¨¦roe noct¨¢mbulo y su delicado pupilo nunca ha sido clara y hasta mediados de los ochenta los t¨ªmidos escarceos de Batman con las mujeres no rebasaban su actividad profesional: ellas gritaban y ¨¦l ven¨ªa a rescatarlas de cualquier peligro y, supongo que para mantener las apariencias, coqueteaba un poco con ellas antes de regresar con Robin a la Baticueva.
En las ¨²ltimas d¨¦cadas, Batman ha tenido m¨¢s cambios que Michael Jackson; trat¨¢ndose de un superh¨¦roe esto no deber¨ªa extra?ar, pero en alguien tan humano como Batman tiene sus bemoles y muchos fans hicieron sentir su voz de protesta. Y es que sin necesidad de b¨®tox, liposucci¨®n ni tratamientos japoneses para crecer, el Hombre Murci¨¦lago rejuveneci¨® 10 a?os, cambi¨® grasa por m¨²sculos y aument¨® por lo menos 10 cent¨ªmetros hasta casi equipararse con el omnipotente Superman. Tambi¨¦n sus habilidades y parafernalia electr¨®nica fue haci¨¦ndose cada vez m¨¢s sofisticada; quien sigui¨® inalterable fue el elegante mayordomo. A diferencia del resto de criaturas que pueblan el Sal¨®n de la Justicia, el Hombre Murci¨¦lago no viene de otro planeta ni tuvo alg¨²n "afortunado" incidente que lo dotara de poderes especiales; fue un ni?o rico y feliz hasta que un par de hijueputas asesinaron a sus padres.
Los gringos, a¨²n dirigidos por idiotas criminales como Bush, prefieren seguir crey¨¦ndose Superman
La venganza inspir¨® al superh¨¦roe, su ¨²nica debilidad conocida es recoger apuestos adolescentes en las calles. Hasta el momento lleva tres robines: el primero se llamaba Dick Grayson y Batman lo sac¨® de un circo pobre. Este Robin fue siempre muy temperamental e inseguro, las continuas peleas y celos terminaron separando al D¨²o Din¨¢mico y Grayson se convirti¨® en Nightwing. El segundo, Jason Todd, fue v¨ªctima de un atentado terrorista del cual se acusa al Guas¨®n, y el tercero, a¨²n vigente, se llama Tim Drake.
El cuarto, con esto de la globalizaci¨®n, podr¨ªa llamarse John Henry y provenir de una ronda de medianoche de Batman por las afueras de Bogot¨¢. No cabe duda de que el defensor de Ciudad G¨®tica es el m¨¢s cursi, desequilibrado y autodestructivo superh¨¦roe que jam¨¢s ha existido, y eso lo ha hecho perdurable porque su humanidad no se distingue de la nuestra, lo sentimos como otro jodido avichucho de este apestoso corral llamado Tierra.
Es innegable que el car¨¢cter y el ¨¦xito de Batman (fue elegido de forma un¨¢nime como el superh¨¦roe del siglo) se debe en gran parte a sus enemigos. Ning¨²n otro palad¨ªn de la justicia goza de contradictores tan extravagantes como ¨¦l. Del Guas¨®n (quien de un tiro dej¨® inv¨¢lida a la supersexy Batichica) al Acertijo, pasando por una gama de criaturas deformes como el Ping¨¹ino o bellas de mal coraz¨®n como Hiedra Venenosa, podemos afirmar que en Ciudad G¨®tica reside la ¨¦lite de los malos. Y lo mejor del asunto es que entre Batman y sus enemigos las diferencias son escasas; hay una escena pat¨¦tica en que Alfred remienda el uniforme mientras Batman se cura las heridas y uno se pregunta por qu¨¦ putas un millonario como Bruno D¨ªaz no se compra otro par de uniformes y explota de forma tan cruel a aquel anciano.
El oscuro Batman de los comienzos, nacido para ense?arle a los gringos que Metr¨®polis era una farsa porque la verdadera alma yanqui era la corrupta y desquiciada Ciudad G¨®tica, fue decayendo hasta convertirse en un sujeto bonach¨®n en los cincuenta.
Y es que los gringos, a¨²n dirigidos por idiotas criminales como Bush, prefieren seguir crey¨¦ndose Superman y no un murci¨¦lago saltar¨ªn. De hecho, para cortar los comentarios que pon¨ªan en entredicho la sexualidad del Hombre Murci¨¦lago, jubilaron a Robin. Por fortuna, a mediados de los ochenta, la mala leche de Batman retorna en pleno de la mano de Frank Miller. ?l le dio el toque definitivo de perversa ambig¨¹edad; como cualquiera de nosotros, el Batman de Miller siempre parece a punto de dejarse llevar por sus bajas pasiones y terminar convertido en lo que m¨¢s odia.
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