"El oficio desaparecer¨¢ cuando alguien invente el cristal irrompible"
Nacido en Argentina hace 53 a?os, sigue trabajando a la antigua, cortando el cristal con un diamante, un oficio que huele a extinci¨®n
Miguel ?ngel Musto, de 53 a?os y natural de Rosario (Argentina), ha transitado por un sinn¨²mero de oficios hasta que, finalmente, se acuartel¨® en el gremio de los cristaleros. "Y har¨¦ este trabajo hasta que me muera", sentencia. La instalaci¨®n de cristales fue el trabajo con el que se estren¨® cuando era un adolescente de 14 a?os. En aquel entonces, mientras estudiaba Secundaria, aprovechaba el tiempo libre que le dejaba la escuela para ayudar a un cristalero y, as¨ª, sacarse unas "perras" que le permitieran financiar sus actividades de ocio.
"Tambi¨¦n ahorraba para comprarme ropa, que entonces era muy cara, como unos vaqueros Levi's", comenta. Trabaj¨® hombro a hombro con su maestro todos los fines de semana durante cinco a?os, tiempo suficiente para intimar con todos los secretos del oficio. Paralelamente, desde los 15 hasta los 21 a?os de edad, Miguel ?ngel estudi¨® relojer¨ªa electr¨®nica en una c¨¦lebre escuela suiza. Al concluir la carrera, mont¨® una joyer¨ªa en Rosario, Chino's, donde fundamentalmente se dedic¨® a la compraventa de oro.
"Har¨¦ este trabajo hasta que me muera", afirma convencido Miguel ?ngel Musto
Tras dos a?os -uno despu¨¦s del golpe de Videla-, cerr¨® el negocio y vol¨® a Canad¨¢, donde se centr¨® en el trabajo de piedras preciosas en una joyer¨ªa durante 12 meses. En 1977, un amigo suyo, residente en M¨¢laga, le anim¨® a venirse a Espa?a. Ambos se fueron a trabajar de segadores a Asturias y, de all¨ª, marcharon a la vendimia francesa. Despu¨¦s de la experiencia en tierras francesas, los dos colegas marcharon a Barcelona, donde Miguel ?ngel empez¨® una nueva vida como transportista de cristales. Con el tiempo volvi¨® su inter¨¦s hacia el oficio que primero aprendi¨®, el de cristalero, hasta que finalmente pudo, en 2000, montar su propia empresa de instalaci¨®n, reparaci¨®n y mantenimiento para particulares y empresas (ACA, Agrupaci¨®n Comercial Americana).
Miguel ?ngel no es s¨®lo un relojero, joyero y cristalero acreditado. Tambi¨¦n es lampista y tiene todos los t¨ªtulos necesarios para instalar infraestructuras de gas y electricidad. Pero ¨¦l prefiere el cristal. Su empresa se dedica, fundamentalmente, al acristalado de hoteles, oficinas y centros comerciales en Barcelona, pero sus servicios tambi¨¦n son requeridos en Valencia y en Madrid. Cuenta que, hoy en d¨ªa, los cristales de los escaparates son muy resistentes. De hecho, instalaron en una tienda de deportes del conglomerado comercial de La Maquinista una vidriera que pesaba 800 kilos, que necesit¨® 25 personas para ser transportada y colocada, y que estaba formada por cuatro capas de cristal separadas por una l¨¢mina de pl¨¢stico. "Es pr¨¢cticamente irrompible. Da igual los golpes que des y con qu¨¦ los des", explica. Hace poco, su empresa ha realizado la instalaci¨®n del supercristal del escaparate de la tienda Louis Vuitton, en la calle de Pau Casals, que ha costado 6.000 euros.
Miguel ?ngel habla del cristal como si fuera una pieza de porcelana china de la dinast¨ªa Ming: "Hay que tener much¨ªsimo cuidado con ¨¦l, pues tan s¨®lo rozarlo, se agrieta". Se define como un cristalero de la vieja escuela, que se form¨® con sus maestros a trav¨¦s de la pr¨¢ctica y de ellos aprendi¨® a manipular el vidrio de forma manual a base de viejos "truquillos". Es de los pocos que no lo trabaja a lo industrial y que, con sus manos y un poco de geometr¨ªa, puede hacer un agujero perfecto en un cristal sin romperlo, cort¨¢ndolo con un diamante. Dice que s¨®lo queda una veintena de cristaleros de su escuela en Barcelona, de expertos en la manipulaci¨®n manual del cristal. El aprendizaje puede llevar m¨¢s de un a?o trabajando duramente en un taller.
Como el lobo, el lince o el oso pardo, los cristaleros, al igual que otros oficios, est¨¢n en peligro de extinci¨®n. Miguel ?ngel dice que carpinteros y cristaleros tienen bastantes posibilidades de sobrevivir, "al menos, hasta que alguien se preocupe de inventar un cristal irrompible". Pero est¨¢ seguro de que este momento llegar¨¢, pues ahora ve que los cristales tambi¨¦n se pueden cortar con una t¨¦cnica llamada l¨¢ser, y que su maestro nunca lleg¨® a conocer.
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