Aqu¨ª no hay prueba de Tebbitt
En 1990, cuando Reino Unido empezaba a asumir su segunda y tercera generaci¨®n de ciudadanos de minor¨ªas ¨¦tnicas con origen en las antiguas colonias, el pol¨ªtico conservador Norman Tebbitt plante¨® una nefanda prueba de lealtad. La impopular prueba del cr¨ªquet o prueba de Tebbitt propone que la adhesi¨®n a Reino Unido entre sus ciudadanos de minor¨ªas ¨¦tnicas se mida seg¨²n los equipos de cr¨ªquet de los que sean seguidores. La idea proven¨ªa de la percepci¨®n de que los brit¨¢nicos de origen asi¨¢tico o caribe?o animaban a equipos de sus naciones de origen y no a Inglaterra.
La prueba de Tebbitt fue recibida con escarnio por casi toda la sociedad, y una memorable tira c¨®mica mostr¨® a un escoc¨¦s entre rejas, vestido con la tradicional falda lament¨¢ndose de no haber superado "la prueba de lealtad de Tebbitt". Era un recordatorio sutil pero manifiesto de que Reino Unido no s¨®lo lo integran ingleses, y de que escoceses, galeses e irlandeses tambi¨¦n apoyan a sus equipos y tiene complejas jerarqu¨ªas de lealtad al Estado brit¨¢nico.
El cr¨ªquet es la religi¨®n no oficial del sureste asi¨¢tico. Une, apasiona y emociona, pero en Espa?a esta pasi¨®n puede ser tambi¨¦n un signo diferenciador m¨¢s
Me vino a la mente la prueba de Tebbitt cuando vi una fotograf¨ªa de Joan Guerrero en la que aparec¨ªa un inmigrante paquistan¨ª no identificado que recupera su pelota de cr¨ªquet del agua. En Barcelona, a menudo me he preguntado qu¨¦ pensaban los aut¨®ctonos de los encuentros de cr¨ªquet que retransmiten constantemente los televisores de los restaurantes del barrio del Raval, o cuando ven un complejo partido que se celebra en una plaza de la ciudad.
Si creemos la jerga ol¨ªmpica, el deporte act¨²a como puente entre las poblaciones anfitrionas e inmigrantes. Al fin y al cabo, la devoci¨®n que despierta el f¨²tbol en Espa?a, por ejemplo, es tan grande como la locura que sienten por el cr¨ªquet en el sur de Asia. Sin embargo, existen escasos puntos de contacto, ya que pocos pa¨ªses del sur de Asia juegan a f¨²tbol, y la mayor¨ªa de los espa?oles no entienden el atractivo de un deporte tan complicado, sutil y prolongado como el cr¨ªquet. Por el contrario, el deporte se convierte en otra se?al diferenciadora y en un medio para manifestar una identidad cultural distinta de la del pa¨ªs anfitri¨®n.
El cr¨ªquet es la religi¨®n no oficial del sureste asi¨¢tico. Une, apasiona y emociona a m¨¢s millones de personas que cualquier otro deporte en el mundo. Pero en Espa?a, esta pasi¨®n tambi¨¦n puede constituir un aspecto diferenciador entre los inmigrantes del sur de Asia y la poblaci¨®n local.Y cada vez m¨¢s, en las estrechas calles del Raval y las plazas de Santa Coloma de Gramenet, los chicos que juegan a cr¨ªquet reemplazan a los chavales que persiguen un bal¨®n. Los equipos, por lo general formados con criterios ¨¦tnicos o nacionales, se enfrentan. Pero, cuando los inmigrantes salen al campo de cr¨ªquet, surge la camarader¨ªa. Hablan un lenguaje secreto donde t¨¦rminos como googly ('pelota que se lanza como si fuera hacia el campo opuesto al bateador'), bouncer ('lanzador') y straight drive ('lanzamiento directo') significan cosas que pocos catalanes comprenden; y comparten admiraci¨®n com¨²n hacia Imran Jan o Sunil Gavaskar, lo que permite superar cualquier hostilidad entre naciones.
Los emigrantes de segunda y tercera generaci¨®n originarios del sur de Asia han tendido a conservar su pasi¨®n por el cr¨ªquet. Esta afici¨®n sirve de signo de identidad cultural, como determinados alimentos, vestuario, m¨²sica y rituales religiosos. Es posible que en Espa?a, este signo de identidad cultural sea otro factor de separaci¨®n para las poblaciones del sur de Asia, pero como india y aficionada al cr¨ªquet, doy gracias porque al igual que es improbable que los espa?oles pierdan su pasi¨®n por el f¨²tbol, es poco probable que una prueba de Tebbitt se aplique a los fan¨¢ticos del cr¨ªquet en Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.