Pol¨ªticos desnudos
De Sarkozy a Putin, los presidentes trabajan en verano su proyecci¨®n simb¨®lica
Hasta hace poco, los l¨ªderes pol¨ªticos no veraneaban, tan s¨®lo desaparec¨ªan por completo. La operaci¨®n de total ocultamiento aportaba dos ventajas simb¨®licas de estimable valor. Una de ellas en el amplio campo laboral y otra en el terreno pol¨ªtico propiamente dicho.
En el ¨¢mbito laboral la invisibilidad estival de la autoridad principal contribu¨ªa poderosamente a la impresi¨®n de "tiempo libre". Ausente la figura del poder, las vacaciones proporcionaban la ilusi¨®n y la sensaci¨®n de poder hacer casi todo lo que se deseara y, entre esas opciones, la de no hacer nada.
Al vac¨ªo de la autoridad se sumaba as¨ª el gozoso vac¨ªo del deber y a la supresi¨®n del horario reglamentario se a?ad¨ªa el impulso general para la holganza. La desaparici¨®n del presidente, por ejemplo, junto al cierre del Parlamento y de todos los juzgados con sus jueces, abr¨ªa imaginariamente las puertas a una libertad estival, tan id¨ªlica como so?ada.
En el imperio de la imagen no hay ya tregua para la carne o el esp¨ªritu
En cuanto al puro ¨¢mbito pol¨ªtico la desaparici¨®n del mandatario brindaba tambi¨¦n un rendimiento notable. El jefe dejaba la cosa p¨²blica donde deb¨ªa ser vigilado y pasaba al mundo privado donde pod¨ªa y estaba autorizado a ser opaco. Toda la claridad que se le reclamaba en su funci¨®n oficial se cortaba bruscamente en el linde de su cant¨®n personal. El pr¨ªncipe, el ministro, el presidente, desaparec¨ªan desde el sal¨®n hacia sus celados aposentos y en ellos no penetraba la m¨ªnima luz que perturbara su peripecia ¨ªntima. De este modo se enaltec¨ªa el misterio del poder y el enigma sobre su condici¨®n sagrada.
Pero, adem¨¢s, la invisibilidad del l¨ªder en vacaciones pose¨ªa otra virtud, especialmente teatral, que se manifestaba de forma histri¨®nica cuando al sobrevenir una cat¨¢strofe natural o financiera, humana o material en pleno agosto, aparec¨ªa como desde la nada y con caracteres providenciales el presidente, envuelto en un aura lenitiva.
De estos anteriores supuestos simb¨®licos ha ido quedando, sin embargo, cada vez menos. Pr¨¢cticamente todas las figuras pol¨ªticas hace ya a?os que son fotografiadas en ba?ador y si se retiran a un bosque o un yate durante el est¨ªo, no se ausentan nunca por completo. Est¨¢n por ah¨ª, en continua comunicaci¨®n con los ministerios. Se hallan menos a mano que en el periodo regular pero no perdidas a la manera divina.
El paso siguiente ha sido, este verano, verlas adem¨¢s cumpliendo funciones productivas en escenarios supuestamente relajados. Los presidentes, desde Sarkozy a Putin, protagonistas con el torso desnudo de las portadas recientes han abandonado sus despachos pero no su exigible quehacer pol¨ªtico de nuestros d¨ªas. Han dejado reposando los viejos papeles del gabinete pero s¨®lo para hacerse con otros papeles nuevos.
La vigente sociedad de consumo no suspende las representaciones a ninguna hora, ning¨²n d¨ªa, en ninguna ¨¦poca del a?o y a la ejecuci¨®n de la tarea estrictamente gestora sucede la asunci¨®n de la amplia tarea personalizadora. Dos responsabilidades que, adem¨¢s, se cruzan en su proyecci¨®n medi¨¢tica y que, en ocasiones, se funden por completo. As¨ª, en noviembre de 2000, Gundar Berzins, ministro de Econom¨ªa de Letonia, cuya gesti¨®n era entonces objeto de numerosas cr¨ªticas, decidi¨® instalar una webcam en su despacho para que los ciudadanos pudieran comprobar veinticuatro horas sobre veinticuatro, la verdadera eficiencia y honradez de su gesti¨®n. Efectivamente no se ve¨ªa nada importante pero el gesto de eliminar obst¨¢culos a la visi¨®n despert¨® un ins¨®lito inter¨¦s en la ciudadan¨ªa.
Para ello, sin embargo, hay que ofrecer, dentro o fuera del gabinete, una estampa apropiada. Que Sarkozy reme sin michelines de Photoshop en las p¨¢ginas de Paris Match o que Putin en Siberia y junto al pr¨ªncipe Alberto, muestre un tallado busto de atleta contribuye a acentuar la fortaleza simb¨®lica de su r¨¦gimen. De hombres fornidos y sanos deber¨ªa esperarse mano firme y una inteligencia pol¨ªtica con un proyecto macizo o definido.
El presidente argentino Fernando de la R¨²a que tambi¨¦n pens¨® en exponerse dos veces a la semana ante una webcam para hacer m¨¢s cre¨ªble su programa no lleg¨® a realizar su plan porque sus asesores temieron que le perjudicara su afici¨®n a los bonsais y a los partes meteorol¨®gicos que se deduc¨ªan insistentemente de las tomas. No basta ser esto o aquello hay que saberse el papel. No basta saber trabajar, es necesario aprender a veranear. Del ocio se obtiene hoy tanta o m¨¢s informaci¨®n que del mundo del trabajo y ambos plat¨®s se conmutan en el ajetreo del personaje.
Hasta hace poco causaba esc¨¢ndalo sorprender al solemne ser investido sin sus ropajes. La vestimenta formaba el cargo y su orla de respeto. Ahora, sin embargo, Putin desvestido da la noticia pol¨ªtica en directo. No es la mente difusa la que habla sino la concreta y temible elocuencia del cuerpo. En el imperio de la imagen no hay ya excepciones ni tregua para la carne o el esp¨ªritu, la corbata o el ba?ador, la calvicie, el deltoides, la grasa o la cintura.
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