Vida y muerte bajo el azote de las bandas
El mundo se ha hundido sobre la familia Jones desde la muerte, por disparo de bala, del benjam¨ªn de la casa, Rhys, hace casi una semana. En la habitaci¨®n del peque?o de 11 a?os han quedado sin desempaquetar el uniforme escolar con el que hubiera empezado la secundaria en 10 d¨ªas, las nuevas zapatillas deportivas y las fotos de los jugadores de su club de Liverpool, el Everton. Y en el lugar donde el ni?o perdi¨® la vida, a pocos metros de su hogar, en Croxteth Park, van amonton¨¢ndose hileras de flores y cartas de los amigos y vecinos del barrio.
"Estoy muy triste. Rezo por ti", le escribe Leah Kelly, de nueve a?os. "Me puse a llorar en cuanto me enter¨¦, y no me importa decirlo. Siempre me defendiste y eras mi mejor amigo", confiesa Mike Dickson, de 11.
Los habitantes de Croxteth Park, el barrio de Liverpool en el que fue asesinado a tiros el ni?o de 11 a?os Rhys Jones, se sienten acorralados por la criminalidad que les llega de las zonas vecinas
Tambi¨¦n los j¨®venes se acercan con ramos al cord¨®n policial montado a corta distancia del aparcamiento del pub Fir Tree, en Croxteth Park, un barrio residencial del norte de Liverpool. All¨ª cay¨® el peque?o con un mortal tiro en la nuca. El asesino se dio a la fuga, en su bicicleta negra, tras haber errado probablemente en su objetivo. Dispar¨® tres veces apuntando, de acuerdo con algunos testigos, hacia unos adolescentes que estaban apoyados en un BMW. No ten¨ªan muchos m¨¢s a?os que la v¨ªctima, tal vez 13 o 15, seg¨²n sospecha la polic¨ªa.
Patricia Gallan, subdirectora del cuerpo policial de la regi¨®n, evita, de momento, confirmar si se han recuperado los tres casquillos de bala y la investigaci¨®n a¨²n sigue abierta respecto a los motivos del tiroteo. Pero de la inocencia del peque?o nadie duda. "Rhys es una v¨ªctima totalmente inocente", reitera Gallan.
Los d¨ªas pasan y la polic¨ªa sigue presionando, con promesas de confidencialidad y f¨¦rrea protecci¨®n, para que la comunidad aporte pistas que conduzcan al culpable de la muerte del peque?o.
Por miedo a represalias, los j¨®venes de la zona se resisten a colaborar con la investigaci¨®n y hasta ocultan su apellido a la prensa, nacional y extranjera. Incluso cuando defienden la reputaci¨®n del barrio. "Es una zona buena, muy agradable para vivir, y no nos esper¨¢bamos semejante atrocidad. No hay mucho que hacer aqu¨ª, pero llevar la situaci¨®n hasta tal extremo es horroroso", explica Terry, de 20 a?os, tras entregar un manojo de claveles al agente que controla el cord¨®n policial junto a la escena del crimen. "Se han pasado", dice su amigo, de 23. "Ese chaval ni sab¨ªa qu¨¦ es una banda, s¨®lo le interesaba el f¨²tbol. Yo dir¨ªa que han sido los de Norris Green", apunta un tercero.
A las dos barriadas que rodean Croxteth Park achacan ¨¦stos y otros vecinos la escalada de disturbios y violencia que han experimentando en los ¨²ltimos a?os. La zona se urbaniz¨® sobre los terrenos de la antigua finca de los condes de Sefton, cuya casa se?orial a¨²n sigue en pie. Las primeras hileras de casitas adosadas se construyeron, al final de la I Guerra Mundial, para los obreros de las vecinas industrias, llegando a formar los n¨²cleos de Croxteth y Norris Green. En sus bordes, una tercera colonia de viviendas privadas, Croxteth Park, comenz¨® a crecer a?os despu¨¦s con j¨®venes profesionales y familias pudientes como los Jones.
La falta de empleo llev¨® pr¨¢cticamente a la ruina de los dos viejos enclaves municipales convirti¨¦ndose con el tiempo en feudos de bandas rivales. En v¨ªdeos colgados en la web de YouTube, miembros de los Crocky Eds, Strand Gang y Croxteth Heds, an¨®nimos bajo sus capuchas y pasamonta?as, marcan territorio encuadrando en una imagen la se?al municipal de entrada al barrio. Hacen alarde en la pantalla de sus herramientas y modos de vida: un variado arsenal de armas, perros pitbulls, motos y coches.
La muerte del peque?o Jones coincidi¨® con el aniversario del asesinato de joven de Norris Green, Liam Smith, de 19 a?os, a la puerta de un penal de Liverpool. En el juicio, que concluy¨® la semana pasada, con tres adolescentes condenados por homicidio, trascendi¨® que las dos bandas del barrio hab¨ªan disparado los unos contra los otros o contra sus respectivas propiedades en 19 ocasiones. Se disputan el negocio de drogas, la protecci¨®n de los comercios de la zona, y sus redes de acci¨®n comienzan a infiltrarse en el pr¨®spero Croxteth Park.
"S¨®lo hay un acceso en coche a nuestro barrio, pero en bicicleta se puede entrar por cientos de atajos y caminos bordeados por ¨¢rboles. Las bandas los utilizan como v¨ªas de distribuci¨®n de droga. Hacen aqu¨ª el intercambio por la facilidad con la que pueden escapar de la polic¨ªa", explica Dave Savill, presidente de la Asociaci¨®n de Vecinos de Croxteth Park.
"Estamos rodeados de zonas malas", dice Terry. Su comunidad, la misma donde vive la familia Jones, poco aspecto da de pobreza. Viviendas de dos pisos, de ladrillo oscuro o al falso estilo Tudor, con toldos en los jardines y dos veh¨ªculos a la entrada. Hay tambi¨¦n casas adosadas, de dos y tres plantas, con arbustos y flores esmeradamente cuidados.
"La ¨²nica pega de nuestro barrio es que no hay nada que hacer, salvo jugar a f¨²tbol. No hay un centro juvenil, no hay boleras ni salas de m¨¢quinas. Pero aqu¨ª todos nos conocemos. Hay muchas pandillas, por supuesto, y cada cual se centra en lo suyo, sin ignorarnos, pero evitando la confrontaci¨®n", dice Terry
Savill cree que "no es una coincidencia" que Rhys fuera asesinado horas antes de que el jurado emitiera su veredicto de culpabilidad contra los tres adolescentes que mataron a Liam Smith, alias Smithen, destacado miembro de la Strand Gang. El motivo del tiroteo del pasado mi¨¦rcoles a¨²n no est¨¢ claro, pero, como confirm¨® el jefe de la brigada criminal de Liverpool, el superintendente Dave Kelly, el ni?o "lleg¨® al sitio equivocado en el momento equivocado".
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