Resplandor en la oscuridad
Quiso ser un maldito. Fue antip¨¢tico para unos y condescendiente con otros. La voz se la tom¨® prestada a Cela, la vestimenta a los poetas franceses. Se cre¨® una imagen propia sobre sus or¨ªgenes. Tan pronto era de Valladolid como del Rastro, se autocalific¨® de dandy, e hizo de su vida pura literatura. Su hallazgo fue su columna. Lo que no pod¨ªa soportar el franquismo era la iron¨ªa, el rid¨ªculo. Y all¨ª estaba Umbral con su aspecto de Don Juan marm¨®reo para poner de vuelta y media al franquismo. Puso en circulaci¨®n lo del pan bajo el brazo, la bufanda roja, el gab¨¢n hasta el suelo.
Frecuentador de los mitines del PCE y amigo de la izquierda, se pasaba tambi¨¦n por los caf¨¦s, donde dejaba su tarjeta de visita. Se hizo grandes enemigos por su desparpajo. Provocaba gran envidia de la sana y de la insana.
Delibes le explic¨® la diferencia entre periodismo y literatura, y se lanz¨® a escribir de todo. As¨ª se granje¨® esa imagen de se?or que quer¨ªa ser "sublime sin interrupci¨®n". Hizo una carrera period¨ªstica al mismo tiempo que cult¨® la novela, el memorialismo. Fue un creador de grandes personajes y su prosa se desliz¨® por los ambientes de Madrid con la aproximaci¨®n del soci¨®logo m¨¢s que del novelista puro.
Recibi¨® alguna paliza, pero las olvid¨® porque la vida segu¨ªa. Salones de marquesas, tabernas, bares de lujo en los que exig¨ªa el aire acondicionado con malos modos, un comunista que trataba mal a los camareros, rastros para alimentar su leyenda de buen escritor y ciudadano ¨¢spero. Una cierta crisis le lleg¨® el d¨ªa que se pregunt¨® si lo hab¨ªa conseguido todo, como quer¨ªa a veces metas inalcanzables como el Nobel. Dej¨® de lado a Delibes para elegir con fervor a Cela porque le prometi¨® no s¨¦ sabe qu¨¦ premio. Era raro por obligaci¨®n y por leyenda, numerero a la busca de la fama perpetua. Ese d¨ªa que no consigui¨® el Nobel, pues nadie lo hab¨ªa propuesto, comprendi¨® que luch¨® mucho, pero todos los ¨¦xitos le eran insuficientes.
Era envidioso. Cargaba contra todo lo que se le pudiera oponer y ve¨ªa a cualquier reci¨¦n llegado como a un rival. Solitario y sentimental, su gran drama fue la p¨¦rdida de su hijo. ?l se hac¨ªa el distante, pero adoraba a su hijo. Cu¨¢l ser¨ªa su abatimiento que me pregunt¨® c¨®mo podr¨ªa congelar el cuerpo en un instituto de Italia. Lo digiri¨® muy mal y pas¨® una etapa oscura. No era el perdonavidas y el hombre fr¨ªo que promet¨ªa. Con sus amigos llegaba incluso alguna vez a la ternura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.