La ¨²ltima oportunidad de escuchar 'Purple Rain'
Prince no volver¨¢ a tocar sus ¨¦xitos tras su gira 'europea' en Londres
Si hay un artista que puede tocar Honky tonk woman y sonar mejor que los Rolling y encadenarlo con un todav¨ªa mejor The long and winding road de los Beatles, como hizo en su ¨²ltimo concierto, el pasado s¨¢bado, no es otro que Prince. S¨®lo el artista de Minneapolis puede tambi¨¦n permitirse realizar una gira europea tocando 21 conciertos en Londres entre agosto y septiembre y amenazar, como acaba de hacer, con no volver a tocar sus grandes hits, que se cuentan por decenas.
Si se es creyente y se adora a Prince, se debe estar dispuesto a sufrir las demoras de Heathrow para ver a este genio de 49 a?os, que ha decidido volver a ocupar el sitio que le corresponde: el del, probablemente, m¨²sico m¨¢s brillante de las tres ¨²ltimas d¨¦cadas. El Prince de las 21 noches en Londres no tiene la puesta en escena delirante de las giras de los 80 (Nude tour o Love sexy). Ya no se desliza en el escenario abri¨¦ndose de piernas a lo James Brown, ni canta Head con el torso desnudo y una bailarina frente a su cintura simulando una felaci¨®n. Pero sus conciertos tambi¨¦n han dejado de ser las exhibicionistas jam sessions con las que desesper¨® a sus incondicionales cuando dej¨® de llamarse Prince y se empe?¨® en una pelea con las discogr¨¢ficas, que s¨®lo le interesaba a ¨¦l y a su ex esposa, una tal Mayte.
El artista parece haber asumido que ¨¦l y sus grandes canciones deben ser los ¨²nicos protagonistas
El Prince de la gira londinenses es un artista maduro, rodeado de excelentes m¨²sicos (el saxofonista Maceo Parker o el bater¨ªa CC Dunham), pero asumiendo por fin que ¨¦l y sus grandes canciones deben ser los ¨²nicos protagonistas. Esa claridad de ideas se refleja en todo: desde la sobriedad de la coreograf¨ªa -s¨®lo las Twin, dos bailarinas caribe?as gemelas de largo pelo y m¨¢s largas piernas bailan junto a ¨¦l- hasta en el repertorio, repleto de sus ¨¦xitos. Mal har¨¢ Prince si cumple su amenaza de que Londres ser¨¢ el ¨²ltimo sitio donde los toque. La mejor prueba es que en el concierto del pasado s¨¢bado -el que pasaba el ecuador de su gira- arranc¨® con la canci¨®n Planet earth, la que da t¨ªtulo a su ¨²ltimo y flojo ¨¢lbum, y el p¨²blico apenas se despeg¨® de sus asientos. Pero bast¨® que encadenara los cl¨¢sicos 1999, Take me with you, Cream, You got a look y Shhhh, esa balada de otro planeta que apela al silencio, para que el pabell¨®n O2 Arena se pusiera a sus pies.
Con la euforia desatada de 20.000 gargantas gritando su nombre, ordena bajar luces y se pone al ¨®rgano. Y desgrana un popurr¨ª que comienza con una mel¨®dica versi¨®n de Little red Corvette, y sigue por Diamonds & Pearls, Beautiful one, Condition of the heart, Do me baby o Sometimes snows in April. Prince era un rebelde. Sus conciertos ahora est¨¢n repletos de patrocinadores. Pero ninguno de sus verdaderos fans est¨¢ aqu¨ª para verle cambiar el mundo sino para escuchar joyas como el If I was your girlfriend, Kiss o Purple rain con que cerr¨® el concierto dejando para el bis final Nothing compares to you. El genio de Minneapolis no tiene previsto venir a Espa?a, pero su concierto del pasado fin de semana ten¨ªa unos hu¨¦spedes especiales: Pen¨¦lope Cruz, Javier Bardem y Jord¨ª Moll¨¢. Para los que quieran verle, vuelve a tocar este viernes. P¨ªdanle Purple rain.
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