La venganza de don Emilio
Los 11 represaliados que se exhuman en O Pino y Ames fueron delatados por el cura
Don Emilio, el p¨¢rroco de Boimil y Andabao, en Boimorto, les ten¨ªa ganas a aquellos 17. El cura andaba resentido porque la Rep¨²blica hab¨ªa acordado expropiar a la Iglesia todos los camposantos para convertirlos en cementerios civiles, y al estallar la guerra enfrent¨® a los feligreses adeptos al falangismo con aqu¨¦llos otros que defend¨ªan el republicanismo. A mediados de agosto, en el tiempo de la malla, Don Emilio, que era de Curtis, sugiri¨® a los fascistas una lista de nombres. Hab¨ªa que darles un escarmiento a esos rojos que hac¨ªa tiempo le ven¨ªan a pedir entierros civiles y, sobre todo, al alcalde, la otra autoridad local, Pedro L¨®pez Bodelo, vecino de la parte de Arent¨ªa.
Una cuadrilla fue a buscarlos casa por casa. Ten¨ªan que presentarse en A G¨¢ndara, donde la escuela, con sus mejores galas. "Ponte lo del domingo", le sugirieron los falangistas a Ram¨®n S¨¢nchez Rapela, que a sus 35 a?os hab¨ªa tenido tiempo de emigrar a Cuba y volver para hacer tres beb¨¦s. Ram¨®n estaba sachando en su finca de Orro y no rechist¨®. Fue porque nada malo hab¨ªa hecho. Sus familiares ni siquiera saben hoy si era concejal o simple afiliado del Sindicato Agr¨ªcola, pr¨®ximo a la UGT.
"Ponte la ropa del domingo", le dijeron los falangistas a Ram¨®n al ir a buscarlo
Isidro Filloi L¨®pez, Isidro do Canteiro, de la aldea vecina de Parabico, que hab¨ªa sido despedido de la f¨¢brica de tejidos de Pr¨¦saras por defender los derechos laborales de sus 200 compa?eras, tambi¨¦n se present¨®. Antes mand¨® recado a Andresito Filloi, su sobrino, para que escapase, pero ¨¦l fue puntual. Al llegar, le pidi¨® a su sobrina que corriese a buscarle el dinero que ten¨ªa guardado, y uno de los fascistas que presenciaba la escena le dijo que no se apurase: "Tranquilo, que para donde vas no necesitas cuartos".
Juan Mart¨ªnez Bao, Juanito de Froito, de la aldea de O Bo¨ªdo, dej¨® la sopa humeante en el plato y, en torno a la mesa, a su madre, a Consuelo, su mujer, y a sus cuatro hijos. Y Antonio Felpete Budi?o, de Os Curr¨¢s, ya esposado, le pidi¨® un duro prestado al due?o de la tasca de A G¨¢ndara por si le hac¨ªa falta. Unos meses despu¨¦s, Carmela, la viuda, fue donde el tabernero y se lo devolvi¨®.
El alcalde y otros dos convocados escaparon. Un par de vecinos m¨¢s lograron librarse por intercesi¨®n de los curas de otras parroquias. El resto, 12, fueron llevados en un cami¨®n a Sobrado dos Monxes. All¨ª los retuvieron 48 horas sin comer ni beber, oblig¨¢ndolos a pasear con sacas de 100 kilos de piedra. Luego los golpearon, y por ¨²ltimo transportaron a seis de ellos a Amenal, en O Pino, junto a Lavacolla. Los otros seis fueron llevados a Orto?o, en Ames. La Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica empez¨® a excavar el martes en O Pino, en una carballeira que atraviesa el camino de Santiago. Cuando concluya aqu¨ª, se trasladar¨¢ a Orto?o. Ayer a ¨²ltima hora, en presencia de familiares, hab¨ªan conseguido desenterrar tres esqueletos con zapatos de domingo. Fueron los primeros que se desplomaron bajo el sol, aquel 20 de agosto del 36, a tres metros de sus verdugos. "Corred", les hab¨ªan dicho los mandados de don Emilio, y ellos se echaron ladera abajo. Les dispararon por la espalda y fueron enterrados donde cayeron. Jos¨¦ Cabanas fue el ¨²nico que sali¨® vivo. Lo dieron por muerto y escap¨®. Unos campesinos que estaban mallando le sacaron una bala de la pierna con el fouci?o. Y sigui¨® corriendo 40 kil¨®metros. Vivi¨® escondido en una chimenea varios a?os y se intent¨® suicidar tres veces. Por suerte para ¨¦l, no sobrevivi¨® a sus camaradas m¨¢s que 15 a?os.
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