Romperse la espalda por nada
El duro periplo en busca de un futuro de dos rumanos que viv¨ªan y trabajaban de sol a sol en el edificio donde muri¨® otro empleado
Marian Laurentiu camina arriba y abajo por la plaza de Castilla. Est¨¢ descolocado y no sabe ad¨®nde ir. Despu¨¦s de cuatro meses trabajando en Espa?a ha tirado la toalla y se plantea seriamente, por primera vez, volver a casa. All¨ª, en su Galati natal, una ciudad industrial del este de Rumania, le esperan sus padres y su novia. En Espa?a no tiene nada. Ni dinero, ni trabajo, ni familia. Tampoco tiene casa. Sus sue?os de ganar algo de dinero para poder traerse a su novia y alquilar una habitaci¨®n en Madrid para vivir con ella se han esfumado.
Tiene 20 a?os, pero parece mayor. Lleva desde los 16 trabajando como pe¨®n de obra en su pa¨ªs por apenas 10 euros al d¨ªa. Nunca hab¨ªa vivido una situaci¨®n l¨ªmite. Hasta este martes. El encargado de la obra en la que trabajaba muri¨® en el tajo. Le aplast¨® el ascensor que manipulaba. Su muerte destap¨® las miserables circunstancias en las que Marian y otros cuatro obreros viv¨ªan. Dorm¨ªan, com¨ªan, subsist¨ªan en el edificio que reformaban. No hab¨ªan cobrado.
"Mi pa¨ªs es muy bonito, pero all¨ª no hay nada; ni trabajo ni dinero", asegura Calin
"Mis padres y mi novia quieren que vuelva a Rumania; tienen miedo", dice Marian
"No s¨¦ qu¨¦ voy a hacer. He trabajado un mes para nada", repite sin cesar en su lengua natal. Tiene muy mala cara, pero cada vez que suena su tel¨¦fono m¨®vil le cambia la expresi¨®n. Sus padres y su novia, Ana, le piden desde Rumania que vuelva. "Est¨¢n muy preocupados, dicen que el accidente me podr¨ªa haber sucedido a m¨ª", asegura. S¨®lo piensa en volver con ellos. Marian no para de fumar. Acaba de salir de declarar de los juzgados por el accidente. No habla casi espa?ol. Ha necesitado un int¨¦rprete en su declaraci¨®n. Nunca se le dio bien estudiar. Por eso decidi¨® ponerse a trabajar. Hace un a?o empez¨® a plantearse viajar a Espa?a. Uno de sus primos que viv¨ªa en C¨®rdoba le hab¨ªa contado que en Madrid hab¨ªa trabajo. Tard¨® varios meses en reunir los 250 euros que costaba el billete de autob¨²s. Despu¨¦s de tres d¨ªas de viaje desembarc¨® en Madrid. Pod¨ªa quedarse tres meses, porque a pesar de que Rumania pertenece a la Uni¨®n Europea, tiene una moratoria (hasta el 1 de enero de 2009) que no permite la libre circulaci¨®n de trabajadores.
Pero Marian se qued¨®. Pas¨® de vivir en su viejo piso de tres habitaciones junto con sus padres y su novia a compartir un apartamento en Villalba con otros seis rumanos. Pagaba 250 euros por una habitaci¨®n.
"Pens¨¦ que todo ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil", dice desencantado. No fue as¨ª. S¨®lo consigui¨® trabajo en alguna obra y haciendo chapuzas en casas particulares. Siempre sin contrato, sin seguro y en dinero negro. Apenas consegu¨ªa reunir los 1.000 euros so?ados por mes. Un d¨ªa conoci¨® a Marian Cojocea, el que ser¨ªa su encargado de obra, y sinti¨® un poco m¨¢s cercano el sue?o de ganar dinero y vivir con Ana. Era un trabajo duro, pero los 1.800 euros que le promet¨ªa le convencieron. Trabajar¨ªa de ocho de la ma?ana a ocho de la tarde, y vivir¨ªa en el inmueble que reparaba.
Desde hace un mes, Calin y Marian son inseparables. Las charlas nocturnas en el s¨®tano que compart¨ªan, junto a Ciprian, otro rumano, les ha convertido en amigos. Calin lleva m¨¢s de un a?o en Espa?a y no sabe castellano. "No conozco a casi ning¨²n espa?ol. Siempre estoy con rumanos", dice con media sonrisa. Ahora s¨®lo est¨¢ cansado e indignado. Tiene mucho mejor aspecto. Ayer, en el centro del Samur Social donde durmi¨® junto a Marian, se duch¨® por primera vez desde hac¨ªa una semana. El s¨®tano en el que viv¨ªa no ten¨ªa ni siquiera ba?o.
Tiene 28 a?os y trabajaba desde los 16 en la agricultura en Galati-Grivita, un peque?o pueblo del este de Rumania. "Mi pa¨ªs es muy bonito, pero all¨ª no hay nada. No hay trabajo ni dinero", explica mientras se encoge de hombros. Le cuesta hablar. Sus tres hermanas y su hermano emigraron a Espa?a hace cuatro a?os. ?l aguant¨® un poco m¨¢s. "Pens¨¦ que lo mejor era venir. Mi hermano viv¨ªa en Villalba y trabajaba en alguna obra. Me dijo que aqu¨ª encontrar¨ªa empleo", explica. As¨ª, picoteando encargos en varias obras, consegu¨ªa pagarse la habitaci¨®n que compart¨ªa con otros rumanos. Apenas le quedaba dinero para enviar a casa.
Calin se revuelve cuando escucha a Marian decir que va a volver a Galati. ?l lo tiene muy claro. Sus sue?os se han desinflado. Pero quiere quedarse en Espa?a. A¨²n desea encontrar un trabajo y comprar una casa. No se plantea volver al pueblo.
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