Soy un trolero
La verdad es que s¨ª, soy un trolero. Pero no miento por medrar en la vida, ni por perjudicar a nadie, lo hago s¨®lo por entretener. Yo soy de los que cuenta las an¨¦cdotas en primera persona, aunque no me hayan pasado a m¨ª, y adem¨¢s las mejora. Y tengo que decir que este mes de agosto he mentido mucho en EL PA?S. Y tengo que decir que jam¨¢s coincid¨ª en un ascensor con Paris Hilton, ni le hice un retrato al ¨®leo a Borja Thyssen ni, por supuesto, actu¨¦ en la boda de Paulina Rubio. Todo era un mont¨®n de patra?as. Pero, de verdad, s¨®lo lo hice para llevar la sonrisa a los lectores del peri¨®dico, creedme.
De todas formas esto no es de ahora, viene de hace tiempo, y hoy, que por fin me he quitado la careta, quiero hacer un sumario con mis mejores embustes.
Empecemos con mi ni?ez: una vez dije que con unas reebok pump -que eran estas zapatillas de baloncesto que ten¨ªan la leng¨¹eta hinchable- que hab¨ªa saltado desde un segundo piso sin hacerme un rasgu?o. Otra vez cont¨¦ que ten¨ªa un t¨ªo en Canarias, en la isla de Tenerife concretamente, que era capaz de manejar un avi¨®n teledirigido hasta la Pen¨ªnsula, hasta Albacete m¨¢s concretamente, y que entonces yo me montaba en el artefacto y me llevaba de vuelta a las islas. A este mismo t¨ªo le atribu¨ª tambi¨¦n una amistad con Felipe Gonz¨¢lez, la invenci¨®n del extremo r¨ªgido de los cordones o que hablaba cincuenta idiomas, incluido el tagalo.
En otra ocasi¨®n les solt¨¦ a mis amigos que mis padres hab¨ªan comprado en Andorra una televisi¨®n en la que se ve¨ªan las im¨¢genes en cuatro dimensiones.
?stos son algunos de mis hits infantiles.
Pero ya en mi edad madura he sido capaz de asegurar sin pesta?ear que vi c¨®mo en el programa Sorpresa, sorpresa, cuando lo presentaba Concha Velasco, una adolescente montaba un numerito en la intimidad con su perro y un bote de mermelada, mientras Ricky Martin permanec¨ªa agazapado dentro de su armario. Tambi¨¦n difund¨ª en Internet que Marilyn Manson era uno de los actores de Aquellos maravillosos a?os, y que se hab¨ªa quitado varias costillas.
Y tambi¨¦n son de mi invenci¨®n, atended: la an¨¦cdota del perro de las Indias (que es ¨¦sa en la que una pareja se trae un cachorrito de un viaje a la India y resulta ser una rata peligrosa y salvaje), la an¨¦cdota del canguro que sale pitando con la cazadora de unos turistas (y por lo tanto con su documentaci¨®n, dinero en efectivo y tarjetas), porque le hacen una foto con susodicha prenda, creyendo que est¨¢ muerto y al final con el flas de la c¨¢mara descubren que no. O la del mono tit¨ª que es aplastado y asfixiado con el coj¨ªn del sof¨¢ por el amigo del due?o mientras ¨¦ste est¨¢ de viaje, porque le ha dejado las llaves para que lo cuide y ¨¦l se ha llevado un ligue con el que a la postre ha retozado en el sof¨¢.
Y ahora, la que considero mi enga?ifa cinco estrellas: a una pareja de reci¨¦n casados les regalan unas l¨¢mparas de mesilla horribles. Meses despu¨¦s del enlace reciben una visita de, ni m¨¢s ni menos, los autores del presente. La feliz pareja repara en el detalle y r¨¢pidamente cambian las l¨¢mparas habituales por las feas. En un momento dado le dan al interruptor para ver lo bonitas que quedan y se encienden unas luces debajo de la cama.
En esta historia no soy el protagonista, pero aseguro conocer a los concernidos.
Y ahora, decidme: ?hago da?o a alguien? ?Acaso la verdad no est¨¢ sobrevalorada? ?No es bonito crear ilusi¨®n en la gente?
Pues eso, que soy un trolero.
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