Un matrimonio secuestra a una chica de 13 a?os para casarla con su hijo
La polic¨ªa rescat¨® a la muchacha tras 16 horas retenida en Madrid por gitanos rumanos
Una ni?a rumana de 13 a?os ha pasado 16 horas secuestrada por un matrimonio gitano, tambi¨¦n de Rumania, que pretend¨ªa casarla con su hijo, un quincea?ero. Ocurri¨® el s¨¢bado pasado en las afueras de Madrid, en una chabola de un poblado deprimido al que la ni?a hab¨ªa ido de visita para ver a su t¨ªa. Un familiar del matrimonio pas¨® su m¨®vil a la chica para que pudiera pedir socorro desde su encierro. As¨ª logr¨® avisar, entre sollozos, a su padre, que viaj¨® desde Valencia de inmediato. Una vez en Madrid, el hombre avis¨® a la polic¨ªa y la muchacha fue rescatada.
La calle no tiene nombre. Es larga, unos tres kil¨®metros, y serpentea al lado de la carretera que conduce a Valencia (A-3), desde la capital. Las viviendas se repiten una tras otra, cerradas tras sus verjas, como una ¨²nica fortaleza muda. Son poco m¨¢s que chabolas: muros de ladrillos, sin pintar, chatarra amontonada al lado de portales fr¨¢giles y jardines con enjambres de ni?os de todas edades. Son rumanos, gitanos, marroqu¨ªes y tambi¨¦n alg¨²n espa?ol. La Ca?ada Real Galiana es el nuevo hipermercado de la droga de Madrid. El s¨¢bado pasado una chica de 13 a?os que hab¨ªa llegado a este poblado desde Valencia para visitar a su t¨ªa, fue retenida desde las 12 del mediod¨ªa hasta las cuatro de la madrugada en una de esas casuchas.
A la gente de aqu¨ª no le gusta hablar. Sabe guardar sus secretos. Un flamante Mercedes negro descansa al lado de una verja que cierra la vista sobre lo que hay adentro. Las viviendas alrededor tienen la misma coraza de metal ondulado, que se cierra para no contestar a preguntas inc¨®modas.
El s¨¢bado era un d¨ªa normal de vacaciones para la joven visitante: despu¨¦s de comer, se fue a casa de una amiga. Cuando quiso volver a su vivienda, los padres de su compa?era de juegos no la dejaron. Marcel D., de 36 a?os, y Argentina, ambos rumanos, la retuvieron en la chabola durante m¨¢s de 16 horas. Seg¨²n sus planes, ten¨ªa que quedarse para casarse con uno de sus hijos, de apenas 15 a?os.
Al mediod¨ªa del s¨¢bado, siempre seg¨²n el relato policial, acudi¨® a la casa de Marcel D. un primo de la familia que, enterado de la situaci¨®n, intent¨® convencer al matrimonio de la necesidad de liberar a la muchacha. Se entabl¨® una discusi¨®n. El primo aprovech¨® el alboroto para pasarle su m¨®vil a la chica. Ella entonces llam¨® a su padre a Valencia. Eran las cuatro de la tarde.
Una llamada al m¨®vil
Al otro extremo del hilo telef¨®nico, el padre oy¨® la voz asustada de la hija, su relato envuelto en sollozos. Le cont¨® que estaba encerrada en la casa de una familia rumana que no la dejaba volver a casa de la t¨ªa, en la casa de al lado. El hombre, que reside y trabaja en Valencia, no dej¨® pasar ni un minuto. Primero intent¨® tranquilizarla: "Voy yo a liberarte", le dijo.
El matrimonio vio desplomarse su plan y ambos golpearon a la cr¨ªa para que se quedase quieta. La peque?a se desmay¨®, pero la alarma ya hab¨ªa llegado al blanco. El padre sali¨® disparado a la estaci¨®n, cogi¨® el primer tren. A las once de la noche ya estaba en Madrid, con el coraz¨®n hecho un nudo.
Corri¨® al poblado de la Ca?ada Real Galiana y llam¨® a la verja de la vivienda, la aporre¨®, pero obtuvo como respuesta s¨®lo amenazas y negativas. Intent¨® rescatar ¨¦l mismo a su hija, pero la pareja se neg¨®. Entonces avis¨® a la Polic¨ªa Municipal, que acudi¨® con un coche patrulla. Los agentes alertaron a sus compa?eros del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa. Tambi¨¦n el padre denunci¨® el secuestro en la comisar¨ªa de Villa de Vallecas. Coches de polic¨ªa camuflados e identificados se acercaron a la chabola.
S¨®lo en plena noche, tras cuatro horas de conversaciones y de gestiones dirigidas por los agentes, la ni?a fue dejada en libertad. El padre pudo abrazarla.
Marcel y Argentina est¨¢n acusados de un delito de retenci¨®n ilegal y de malos tratos a la chica: la polic¨ªa asegura que la muchacha ten¨ªa hematomas en la cara, en un ojo y en la espalda.
El hombre est¨¢ ahora detenido y no quiso declarar ante la polic¨ªa. Su esposa, como tiene menores a su cargo, no fue trasladada a la comisar¨ªa, pero tendr¨¢ que comparecer cuando se le requiera.
Tras un control m¨¦dico en el centro de salud del distrito, la chica cont¨® su historia a la polic¨ªa. Despu¨¦s ha vuelto a Valencia. Sentada al lado de su padre.
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