Emma Penella

Tengo la impresi¨®n de que todo lo que se ha dicho hasta ahora de Emma Penella son frasecillas para salir del paso. Para empezar, su p¨¦rdida es irreparable. Con su muerte, cae un poco m¨¢s en picado el teatro espa?ol, cuya crisis de actores es preocupante, en el sentido de que todo cuanto sale, es producto de la televisi¨®n o del cine, ambas disciplinas en situaci¨®n ca¨®tica.No es que el teatro est¨¦ mejor, pero en ¨¦l, al menos, de vez en cuando se hace la luz, y con Emma, ¨¦sta se hac¨ªa cuando espor¨¢dicamente ella aparec¨ªa. Imposible olvidar la Micaela que hac¨ªa esta genial actriz en la obra del mismo nombre de Joaquin Calvo Sotelo. Tuve la suerte de disfrutar de Emma en mi obra Juana del Amor Hermoso, donde hac¨ªa una reina Isabel inolvidable. La reina del "tanto monta monta tanto Isabel como Fernando" nos mostraba aquella que ten¨ªa los desvanes llenos de amas de cr¨ªa con los bastardos de su esposo, con una gracia, un desparpajo, absolutamente inmejorable; o la escena de su muerte, en donde por amor arregl¨® el testamento ante el ego¨ªsmo de Fernando para que ¨¦ste pudiera seguir haciendo y deshaciendo a su antojo. En esta obra m¨ªa ten¨ªa frente a ella a su hija Juana. La actriz que hac¨ªa el papel de Juana, pronto pudo observar en los ensayos que Emma se quedaba siempre con el p¨²blico. Aguant¨® con serenidad de reina c¨®mo su papel era destrozado, para que el de Juana no perdiera protagonismo. Pues a pesar de todo, su presencia casi era impetrada.

Actriz ¨²nica del teatro. Ser¨¢ dif¨ªcil que tengamos alguna que se le parezca. Me refiero en el teatro, porque ni el cine, ni los espacios televisivos nos dan una idea aproximada de nuestra inmensa desgracia ante la desaparici¨®n de este animal bello y ¨²nico.