20 minutos y 33 a?os despu¨¦s de la ejecuci¨®n de Salvador
Cuenta Carmen Puig Antich que su "lucha" comenz¨® el 26 de septiembre de 1973 delante de un quiosco. Ese d¨ªa, un primer plano de Salvador Puig Antich, retratado como el asesino, y otro del subinspector Francisco Anguas, como el asesinado, ocupaba las portadas de todos los peri¨®dicos.
Nadie les hab¨ªa informado de la detenci¨®n de su hermano, ingresado en el hospital cl¨ªnico de Barcelona con dos heridas de bala. "Llevamos peleando desde aquel d¨ªa hasta hoy, 33 a?os. Sabemos que tenemos que continuar hasta que un d¨ªa u otro se reconozca la profunda injusticia cometida cuando el 2 de marzo de 1974 el verdugo atornillaba el garrote".
Anguas ten¨ªa al menos cinco balazos seg¨²n dos m¨¦dicos que lo examinaron. Puig Antich dispar¨® cuatro de los ocho proyectiles que llevaba su pistola
"El juicio fue una farsa de uniformes militares. A los jueces se les ca¨ªan los papeles de las manos porque se dorm¨ªan", recuerda Carmen Puig
Las hermanas de Puig Antich preparan el ¨²ltimo cartucho ante el Constitucional para pedir la revisi¨®n de la condena a garrote vil
Acaba de recibir de sus abogados, Sebasti¨¢n Mart¨ªnez Ramos, y Olga de la Cruz, el auto del Tribunal Supremo que les niega la autorizaci¨®n para pedir la revisi¨®n de la sentencia del Consejo de Guerra que el 8 de enero de 1974 conden¨® a muerte a su hermano Salvador, el pen¨²ltimo ejecutado a garrote vil del franquismo. Ten¨ªa 25 a?os. Agoniz¨® durante 20 minutos. "Hemos tenido que aprender a esperar, a digerir las malas noticias y a no alegrarnos demasiado cuando las cosas pintan mejor", relata Carmen con el auto en la mano. "Iremos al Constitucional", asegura Mart¨ªnez Ramos.
El abogado trata de reconfortarla ley¨¦ndole los dos votos particulares discrepantes de dos de los cinco magistrados de la sala de lo militar del Supremo: "Salvador Puig Antich no tuvo un proceso justo. El valor justicia hubiese exigido una respuesta distinta", declara ?ngel Juanes Peces. "En mi opini¨®n todas las irregularidades parecen tener una misma finalidad: atribuirle los disparos que causaron la muerte del subinspector Anguas e impedir que se descubriera que ¨¦ste recibi¨® disparos de otras armas", afirma el otro magistrado Jos¨¦ Luis Calvo.
"Al principio est¨¢bamos muy solas", relata Carmen Puig. "A veces nos llegaban cartas de ¨¢nimo de personas que dec¨ªan que estaban con nosotros, pero que ocultaban su nombre. La gente ten¨ªa miedo. Estoy convencida de que si Salvador hubiese pertenecido a alg¨²n partido hoy no estar¨ªa muerto. Habr¨ªan peleado por ¨¦l; pero era un anarquista y no lo reclamaba nadie", a?ade. "El juicio fue una aut¨¦ntica farsa, contin¨²a Carmen. "Oriol nunca se recuper¨® de aquella injusticia. El d¨ªa que ejecutaron a Salvador, se le acab¨® la vida, se hundi¨® por la impotencia. S¨¦ que cuando Oriol se estaba muriendo, le dijo a Caminal que siguiera adelante. Que no lo dejara pasar".
Carmen se refiere a Oriol Arau y Francesc Caminal, el despacho de dos j¨®venes abogados de Barcelona, a los que acudi¨® precipitadamente aquel 26 de septiembre de 1973 que su hermano Salvador ocupaba las portadas de todos los peri¨®dicos. Ambos intentaron que le conmutaran la condena, que fue ratificada por el Consejo Superior de Justicia Militar el 11 de febrero de 1974, poco m¨¢s de siete semanas despu¨¦s de que ETA asesinara al presidente Luis Carrero Blanco. "Aquello volvi¨® a ser otra farsa de uniformes militares. Recuerdo que a los jueces se les ca¨ªan los papeles de las manos porque se dorm¨ªan", asegura Carmen.
Oriol falleci¨® hace 15 a?os sin haber superado el trauma de la ejecuci¨®n de su defendido. Caminal solicit¨® en 1994 la revisi¨®n de la sentencia, que fue denegada, y sigue apoyando el caso. El despacho Mart¨ªnez Ramos- de la Cruz representa desde 2002 a las hermanas de Salvador. Quieren que se revise la condena para demostrar que no est¨¢ probado que fueran los disparos de Puig Antich los que acabaron con la vida de Anguas en aquel "nutrido tiroteo", seg¨²n el atestado policial, el 25 de septiembre de 1973 en los seis metros cuadrados del portal n.? 70 de la calle Girona de Barcelona.
Para ello se apoyan en una prueba que no era viable en el momento del juicio, una infograf¨ªa por ordenador que reconstruye el tiroteo en tres dimensiones y en la que los dos peritos concluyen que se produjeron al menos cinco impactos de bala sobre Anguas desde distintos puntos del reducido espacio durante el forcejeo entre los cinco agentes y Puig Antich. La pistola de Salvador, con capacidad para ocho proyectiles, conservaba tres en el cargador y otro en la rec¨¢mara. Los peritos mantienen que no se puede demostrar de qu¨¦ pistola o pistolas salieron las balas que provocaron la muerte del subinspector. Las armas de los agentes nunca se pusieron a disposici¨®n del tribunal.
La autopsia de Anguas s¨®lo recoge tres impactos de bala, pero los dos m¨¦dicos que estaban de guardia en el hospital cl¨ªnico de Barcelona y recibieron el cuerpo, Ram¨®n Barjau y Joaqu¨ªn Latorre, insisten en su declaraci¨®n ante el Supremo que est¨¢ "cosido a balazos" y que ten¨ªa al menos cinco impactos. En el Consejo de Guerra de 1974 el tribunal militar no les permiti¨® declarar.
Mart¨ªnez Ramos enumera una vez m¨¢s, en su despacho de Barcelona, las irregularidades del proceso. Lo ha hecho muchas veces ante distintos p¨²blicos, pero su tono de voz se va elevando m¨¢s y m¨¢s, intacta, a pesar de la costumbre de repetirlo, su capacidad de indignarse:
"Salvador declar¨® sin presencia de abogado a las 72 horas de que le extrajeran una bala de la mand¨ªbula, sin abogado. La sede del Instituto Anat¨®mico Forense estaba en el mismo hospital cl¨ªnico donde Anguas lleg¨® cad¨¢ver, pero el jefe superior de polic¨ªa de Barcelona, inexplicablemente, solicit¨® ?el traslado del cuerpo a una comisar¨ªa de polic¨ªa para hacerle la autopsia! No se lo llevaron a la comisar¨ªa para velarlo. Las balas que le extrajeron desaparecieron".
Carmen Puig mira a su abogado mientras se indigna. "Una vez, despu¨¦s de mucho tiempo, le pregunt¨¦ a Carmen por qu¨¦ nunca me hab¨ªa preguntado si podr¨ªan acceder a una indemnizaci¨®n en el caso de Salvador. Me respondi¨® que ni siquiera se lo hab¨ªan planteado", afirma Mart¨ªnez Ramos. "No hacemos esto por dinero, sino por respeto a su dignidad", concluye Carmen. "Sencillamente, no podemos sacarnos de la cabeza aquellas 12 horas esperando a su lado a que lo ejecutaran".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.