Viajo para conocer mi geograf¨ªa
1 Recordando al entra?able amigo y gran viajero Carlos Tr¨ªas.
Me dijeron que los finlandeses no se sienten tensos si la conversaci¨®n atraviesa largas pausas, ya que para ellos el silencio siempre fue una forma de comunicaci¨®n. Ahora bien, cuando por fin se deciden a hablar, se quedan contrariados si les interrumpes. Tambi¨¦n me dijeron que resulta sorprendente en la televisi¨®n el ritmo pausado de los presentadores de los informativos, y tambi¨¦n que muchos finlandeses consideran que el tango naci¨® en su pa¨ªs y lleg¨® en los barcos a la Argentina. ?El tango es finland¨¦s? Creo que en Buenos Aires, en revancha, dicen que la sauna es argentina. Y tambi¨¦n me dijeron que la vida en Helsinki es gris y deprimente, tal como la retrata el cineasta finland¨¦s Aki Kaurism?ki en sus extra?as pel¨ªculas silenciosas o la describe Arto Paasilinna en sus novelas (Delicioso suicidio en grupo), donde dice que el enemigo m¨¢s poderoso de los finlandeses es la oscuridad, la apat¨ªa sin fin, "pues la melancol¨ªa flota sobre el desgraciado pueblo y durante miles de a?os lo ha mantenido bajo su yugo con tal fuerza que el alma de ¨¦ste ha terminado por volverse tenebrosa y grave".
Antes de salir hacia all¨ª, le¨ª las Cartas finlandesas de ?ngel Ganivet, recientemente reeditadas (escritas hace un siglo, son de una modernidad asombrosa), y me dediqu¨¦ a investigar sobre Kaurism?ki alquilando todas sus pel¨ªculas. Son muy originales, admirables obras de autor, sin duda. Pero s¨®lo pude ver dos, La chica de la f¨¢brica de cerillas y Sombras en el para¨ªso. Y es que deprimen al m¨¢s optimista, aunque reconozco su poes¨ªa f¨²nebre: los silencios se hacen misteriosamente inolvidables, la tristeza se convierte en materia infinita, la oscuridad parece un t¨²nel sin regreso. Pens¨¦ que, si todo iba a ser as¨ª en Finlandia, el viaje ser¨ªa duro y extra?o. Pero me animaba la perspectiva de encontrar buen material literario para un hipot¨¦tico libro sobre el tema de la rareza en general. Fui all¨ª a primeros de agosto y pas¨¦ en Helsinki 10 d¨ªas y no encontr¨¦ ese material, casi no vi nada all¨ª que fuera realmente raro. Al d¨ªa de hoy, ni siquiera puedo seguir pensando que Finlandia es extra?a. Hasta recuerdo ahora con bochorno que viaj¨¦ habiendo ya escrito mentalmente las postales: "Desde la rara, silenciosa, pac¨ªfica Finlandia...".
A los dos d¨ªas de mi llegada, le¨ª estupefacto en la edici¨®n europea de EL PA?S: "En la pac¨ªfica Finlandia tuvo lugar ayer un crimen tremendo...". En aquel momento, todo llevaba a pensar que encontrar¨ªa en Finlandia una r¨¦plica del ¨¢ngulo m¨¢s raro de mi propio paisaje cerebral... Pero nada de nada. Salvo esa an¨¦cdota, lo dem¨¢s transcurri¨® con una normalidad inquietante. Los encantadores finlandeses que conoc¨ª (Anu Partanen y compa?¨ªa) no ten¨ªan nada de tenebrosos ni de graves. Si cuando hablaban les interrump¨ªas, sonre¨ªan comprensivos. A uno le pregunt¨¦ si le hab¨ªa molestado que le interrumpiera y me contest¨® con una frase de suave rareza: "?Seguro que naciste para interrumpir?". No eran tenebrosos, sino que ten¨ªan humor y eran agudos, amables, comunicativos. No encontraba uno grandes rarezas que registrar. Anot¨¦ esto en la din¨¢mica terraza del Gran Hotel Kamp: "Kaurism?ki es raro, Finlandia no".
2En un manicomio franc¨¦s, a principios del siglo XX, un loco escribi¨® en grandes letras sobre las paredes del centro: "Viajo para conocer mi geograf¨ªa". La frase la descubr¨ª hace 20 a?os y la inclu¨ª al comienzo de un libro de cuentos. Y en mi viaje a Finlandia est¨¢ claro que fui a buscar algunas de las rarezas y cartograf¨ªas perdidas de mi geograf¨ªa ¨ªntima. Pero el hecho es que no encontr¨¦ ah¨ª ninguna. Seguir¨¦ buscando. Aunque quiz¨¢ soy ya uno de esos expedicionarios de los que habla Canetti, uno de esos "exploradores que ya no saben c¨®mo volver del mapa". Ser¨ªa una l¨¢stima porque quisiera regresar alg¨²n d¨ªa a la en¨¦rgica Finlandia.
Ese pa¨ªs es el menos corrupto del mundo (lo cual est¨¢ dicho pronto) y se halla situado en primera fila en crecimiento, innovaci¨®n, difusi¨®n tecnol¨®gica y protecci¨®n social. Cuenta con 20 orquestas sinf¨®nicas para sus cinco millones de habitantes. Son parcos en palabras, es cierto, pero se comunican con una sensatez e inteligencia inusuales en los pa¨ªses latinos. Adem¨¢s, no son m¨¢s tristes que un andaluz en plena juerga. Pensar que la vida en Finlandia se parece a una pel¨ªcula de Kaurism?ki (en www.cajanumero8.blogspot.com el cineasta V¨ªctor Iriarte le dedica interesantes l¨ªneas) es como creer que en Espa?a todos somos personajes de Almod¨®var.
La existencia de las 20 orquestas sinf¨®nicas es una de las claves de su prosperidad espiritual. Fueron pioneros en establecer el sufragio universal y tambi¨¦n en las comunicaciones telef¨®nicas, de modo que no es tan raro que de all¨ª haya surgido Nokia, un pueblo a cinco kil¨®metros de Helsinki. No hay, por otra parte, apagones de luz y los trenes de cercan¨ªas funcionan con una perfecci¨®n alucinante. Los aeropuertos son un modelo de orden, geometr¨ªa, calma y transparencia. Los pol¨ªticos son muy eficaces y no salen en la televisi¨®n para poder as¨ª disponer de m¨¢s tiempo para trabajar. Tal vez all¨ª lo ¨²nico raro sea que Johan Ludvig Runeberg, el gran poeta nacional finland¨¦s del siglo XIX, lo escribiera todo, absolutamente todo en sueco; es decir, que, seg¨²n la ¨®ptica catalana, no podr¨ªa representar a su pa¨ªs en la Feria de Francfort. Pero bueno, el caso de Runeberg tal vez sea precisamente la excepci¨®n a la regla en un pa¨ªs donde lo dem¨¢s es de una normalidad aplastante y donde, por mucho que se diga, siempre han sabido ingeni¨¢rselas para no tener que quedarse est¨²pidamente a oscuras. .
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