Beitia, el instinto y 2,03 metros
La c¨¢ntabra calcula que tendr¨¢ que batir el r¨¦cord de Espa?a para lograr medalla en el salto de altura
"Cuando llegue el momento m¨¢gico, cuando qued¨¦is cuatro o cinco, cuando est¨¦is en dos metros, d¨¦jate llevar por el instinto animal. Grita, haz lo que quieras. Olv¨ªdate de tus inhibiciones. D¨¦jate invadir por la energ¨ªa de las gradas. Pisa fuerte y salta". As¨ª redactado, suena imperativo, m¨¢s una orden que otra cosa, pero no es sino un consejo, El Consejo, que ha recibido la saltadora de altura Ruth Beitia para la final de hoy, en la que parte con la tercera mejor marca del a?o entre las participantes (2,02 metros, empatada con la campeona ol¨ªmpica, la rusa Elena Slesarenko, y por detr¨¢s de los 2,03 de la italiana Antonietta Di Martino y los 2,07 de la croata Blanka Vlasic), lo que la convierte autom¨¢ticamente en aspirante a medalla.
La saltadora espa?ola parte con la tercera mejor marca del a?o entre las participantes
La recomendaci¨®n le ha llegado a la saltadora c¨¢ntabra de un sabio, del t¨¦cnico federativo Ram¨®n Cid, un hombre sensible que, sin embargo, no habr¨ªa llegado tan claramente a aconsejar el instinto por encima de la raz¨®n si no hubiera sido porque el Mundial del calor y la humedad ha sido tambi¨¦n el Mundial de Irving Saladino, el Mundial de Donald Thomas.
El momento m¨¢gico, la "experiencia extracorp¨®rea", la comuni¨®n con la grada -tr¨ªada que se resume en la expresi¨®n 'subid¨®n de adrenalina'-, lo vivi¨® Saladino arrodillado en la pista mientras sonaba el himno de Australia en honor de Jana Pittman, ganadora de los 400 vallas. "Cuando vi que hab¨ªa ceremonia de medallas estuve a punto de pedir que se atrasara un poco y me dejaran saltar antes. No quer¨ªa romper mi ritmo", cuenta el paname?o, que deb¨ªa responder con su ¨²ltimo salto a los 8,47 metros de Andrew Howe, que le acababa de adelantar en la final de longitud. "Pero luego agradec¨ª el par¨®n. Me permiti¨® concentrarme mejor, aislarme, convencerme". La energ¨ªa recibida la congel¨® durante la carrera de aproximaci¨®n -50 metros-, una carrera tranquila, relajada, templada -velocidad m¨¢xima: 38,4 kil¨®metros por hora a 9,57 metros de la tabla, muy inferior a la de Howe, 39,9-, una bomba potencial que estall¨® sin freno convertida en un salto de oro, de 8,57 metros. "Como Pedroso, s¨ª", reconoce Saladino. "Todo el mundo me dice que le recuerdo a su estilo, su calma en los grandes momentos", sonr¨ªe, admirador del cubano, Saladino, que se entrena en Brasil: "No est¨¢ nada mal".
Esa serenidad en el momento cumbre se le pide a Beitia: responder a lo mejor de las dem¨¢s con lo mejor de una misma concentrando la energ¨ªa en la batida, sin desperdiciarla en la carrera. Tambi¨¦n se le reclama que libere su alma animal. O sea, que sea Donald Thomas, el atleta de Bahamas que en una sola noche hizo que todos los t¨¦cnicos de altura quisieran tirar sus libros a la basura.
"Me hizo ver que perdemos mucho tiempo machacando con elementos secundarios, con tecnicismos, y nos olvidamos de lo primordial, la batida", dice Arturo Ortiz, el mejor saltador espa?ol de la historia y ahora entrenador. "S¨ª, al final los entrenadores nos dedicamos a domesticar a la bestia, a caparla, cuando deber¨ªamos contribuir a liberarla", dice Cid, impresionado por la revelaci¨®n de Thomas, que gan¨® el oro con 2,35 metros, con un estilo en el que habr¨ªa que rastrear mucho para encontrar alg¨²n elemento acad¨¦mico: no existen, ni en la carrera -muy corta, muy lenta-, ni en el talonamiento -que marca como lo marca en su primera especialidad, los mates a canasta de baloncesto: por aproximaci¨®n-, ni en los movimientos encima del list¨®n, el giro mortal que acompa?a de eficaces movimientos de piernas similares al dos y medio de los saltadores de longitud en el aire. "Y si hubiera necesitado saltar m¨¢s lo habr¨ªa hecho". Un saltador innato que act¨²a por instinto. Como Dick Fosbury, el que hace 40 a?os empez¨® a saltar de espaldas, un movimiento m¨¢s eficaz que el anterior rodillo ventral, en el que el centro de gravedad del saltador deb¨ªa superar el list¨®n: no as¨ª con el Fosbury flop. "?Qui¨¦n es Fosbury?", pregunta Thomas, universitario en Auburn (Florida), sin ¨¢pice de malicia en su voz. "Lo ¨²nico que s¨¦ es que mi entrenador me ha dicho que en Pek¨ªn saltar¨¦ 2,50 metros. Estoy seguro: mi t¨¦cnico me ha medido la altura de la cadera en el salto". Lo dice como si tal cosa, quiz¨¢s desconociendo que el actual r¨¦cord mundial, 2,45 metros, lo fij¨® Javier Sotomayor en 1993 y que desde el a?o 2000 ning¨²n saltador ha superado los 2,40.
Beitia no quiere llegar tan alto. Calcula que con 2,03 metros, r¨¦cord de Espa?a, estar¨¢ en las medallas. "Est¨¢ muy segura", dice Cid. "S¨®lo falta que en el momento m¨¢gico...".
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