Crisis de cr¨¦dito y nuevo entorno econ¨®mico
EL PANORAMA ECON?MICO no es el mismo tras la convulsi¨®n crediticia de agosto. Ha sido una crisis financiera en toda regla, con rasgos propios de esa nueva generaci¨®n de perturbaciones globales f¨¢cil y r¨¢pido contagio a todo tipo de instrumentos financieros y de pa¨ªses, pero con el origen de la infecci¨®n lejos de esas econom¨ªas poco desarrolladas que en el siglo pasado fueron la causa de casi todas las crisis financieras. Como ocurriera con las principales amenazas a la estabilidad financiera de la ¨²ltima d¨¦cada la quiebra del mayor hedge fund del mundo, el Long Term Capital Management, en 1998; las de algunas compa?¨ªas tecnol¨®gicas en 2000; las tensiones tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, o los episodios que sucedieron al colapso de Enron en 2002, la constituida por las hipotecas locas tambi¨¦n proviene de la principal econom¨ªa del mundo, con el sistema financiero m¨¢s sofisticado.
Las se?ales de endurecimiento crediticio eran ya expl¨ªcitas semanas antes de que se percibiera
Con la informaci¨®n disponible (en realidad no es mucha: aqu¨ª radica uno de los principales focos de inestabilidad residual) es dif¨ªcil calibrar el alcance de esa crisis (los inversores infectados) y sus consecuencias sobre la econom¨ªa real. Un primer impacto, de estimaci¨®n complicada, es el que tenga lugar sobre las decisiones de gasto, como consecuencia de la p¨¦rdida de riqueza ocasionada por la depreciaci¨®n de los activos mobiliarios (en particular, la muy significativa correcci¨®n de las cotizaciones de las acciones de empresas cotizadas) e inmobiliarios, principales destinos del patrimonio familiar en todo el mundo. Tambi¨¦n en Espa?a.
No menos importantes son las implicaciones derivadas de las mayores cautelas de los prestamistas, ya manifiestas en la mayor exigencia en la concesi¨®n y renovaci¨®n de cr¨¦dito y, desde luego, en la aplicaci¨®n de costes m¨¢s elevados por el mismo. A decir verdad, las se?ales de endurecimiento crediticio eran ya explicitas semanas antes de que se percibiera la met¨¢stasis institucional generada por las hipotecas subprime en EE UU. Ahora, los precios de todos los instrumentos financieros, desde luego los de cr¨¦dito, acusan la p¨¦rdida de confianza de los inversores. El apetito por el riesgo es mucho menor, los prestamistas discriminan mucho m¨¢s entre los prestatarios, atendiendo a su solvencia, y eso se traduce en mayores costes financieros.
Esa mayor dosificaci¨®n crediticia ser¨¢ una de las v¨ªas m¨¢s severas de impacto de la crisis financiera en la econom¨ªa real. No otra presunci¨®n manten¨ªa la Reserva Federal cuando redujo la tasa de descuento, el 17 de agosto, al admitir que los riesgos de menor crecimiento econ¨®mico se hab¨ªan intensificado apreciablemente. Ahora se asume que esas amenazas de frenazo crediticio ya no son exclusivas de EE UU. Las comparten aquellas otras econom¨ªas en las que las empresas y familias son tambi¨¦n muy dependientes de la financiaci¨®n crediticia: de la captaci¨®n de nuevos recursos para financiar decisiones de inversi¨®n o/y de la refinanciaci¨®n de las deudas existentes. La econom¨ªa espa?ola es una de ellas.
No son pocas, ni poco importantes, las empresas espa?olas con ¨ªndices de endeudamiento elevados. Hasta ahora, el crecimiento de los beneficios de estas empresas ha sido m¨¢s que suficiente para absorber el de los costes financieros, que siguen representando una proporci¨®n hist¨®ricamente baja de los costes totales de las empresas. El problema emerger¨¢ cuando se perciba que el ritmo de generaci¨®n de ingresos de esas empresas pueda poner en peligro una retribuci¨®n del capital que los mercados de acciones, u otro tipo de inversores, consideren aceptable en las nuevas condiciones de riesgo. Y la aversi¨®n al riesgo hoy es mucho m¨¢s exigente que la que ha dominado la escena financiera en los ¨²ltimos cuatro a?os. Tambi¨¦n la espa?ola.
Los dos rasgos favorables con los que nuestra econom¨ªa afronta este nuevo entorno no son poco importantes: un sistema bancario apenas afectado por esa crisis de confianza, con coeficientes de solvencia muy aceptables, y unas de las m¨¢s saneadas finanzas p¨²blicas de Europa. Esto no significa, sin embargo, que las cosas sigan igual que cuando nos fuimos de vacaciones.
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