Mayordomos virtuales
Indisys se especializa en el mercado de la gesti¨®n de di¨¢logo
En la pantalla del ordenador un mayordomo virtual mantiene un di¨¢logo con el propietario de la casa. El segundo manda; el primero cumple. Sobre el plasma del port¨¢til, un plano de la vivienda indica las operaciones que se est¨¢n realizando: cierre de persianas, encendido de la calefacci¨®n, apertura de la puerta del garaje... Por fin, todo est¨¢ en orden. Llega el momento de pronunciar la palabra adi¨®s... vocablo clave que, para el mayordomo virtual, significa que ya puede irse a dormir.
Ahora toca reservar unas entradas para el espect¨¢culo de ¨®pera de esta noche. Una teleoperadora, tambi¨¦n virtual, mantiene con el usuario una conversaci¨®n, en un tono de total naturalidad, acerca de las butacas que desea, el precio, el modo de pago... la operadora tiene un aspecto sexy (su imagen aparece en la pantalla) y el comprador se va trastocando en conquistador... Primero insin¨²a que quiere quedar con la operadora, a lo que ¨¦sta hace o¨ªdos sordos; finalmente, le pregunta directamente a qu¨¦ hora acaba de trabajar... lo que provoca el enfado virtual de la vendedora. Nada, excepto el ciberaspecto de la mujer, indica que estas conversaciones se mantengan con seres salidos de la imaginaci¨®n de un programador.
Indisys trabaja en un proyecto de control para aviones no tripulados, con Boeing, y aplicaciones de atenci¨®n telef¨®nica para grandes clientes
La compa?¨ªa, un 'spin off' de la Universidad de Sevilla, va de la mano de Microsoft y participa en foros internacionales de innovaci¨®n
Un 'spin off'
La escena arriba descrita no transcurre en un domicilio particular (aunque perfectamente podr¨ªa ocurrir), sino en el despacho sevillano de Gabriel Amores, fundador de la empresa Inteligent Dialogue System (Indisys), "somos un spin off de la Universidad de Sevilla, una empresa que surge a partir de un grupo de investigaci¨®n de la propia universidad".
Ahora la compa?¨ªa est¨¢ en el foco permanente de los medios especializados; recibe invitaciones para participar en foros internacionales de innovaci¨®n; va de la mano de Microsoft, quien ya la ha presentado a algunos de sus mejores clientes.... Ahora todo parecen luces, pero los primeros pasos requirieron largos a?os de camino en la oscuridad.
Cuando Amoros es preguntado por la empresa que fund¨® y dirige, echa la cabeza atr¨¢s, suspira y abre el ¨¢lbum de los recuerdos de su memoria, "todo empez¨® cuando, durante mi tesis de doctorado, me especialic¨¦ en traducci¨®n autom¨¢tica. Luego segu¨ª un m¨¢ster en Manchester (Reino Unido); dos a?os en EE UU, trabajando en el sistema de traducci¨®n autom¨¢tica de la Organizaci¨®n Panamericana de la Salud; vuelta a Sevilla para montar un grupo de investigaci¨®n en la universidad...". Eran los primeros a?os noventa, los ordenadores a¨²n escaseaban en Espa?a: "Necesit¨¢bamos un soporte inform¨¢tico del que carec¨ªamos en la universidad, por lo que, continuamente, ten¨ªamos que recurrir al CICA (Centro de Investigaci¨®n Cient¨ªfica de Andaluc¨ªa)".
Aparte de la carencia de medios t¨¦cnicos, Amoros y su equipo ten¨ªan que enfrentarse a las fallas propias de su formaci¨®n, "nosotros ¨¦ramos ling¨¹istas, no inform¨¢ticos. Por esa raz¨®n, tuvimos que aprender a programar, implicamos a programadores sensibles a nuestras necesidades como ling¨¹istas... a la vez ten¨ªamos que formalizar el lenguaje para que fuera comprensible para un ordenador... en definitiva, que el uno ha de saber del otro... y viceversa".
Lo mucho investigado y desarrollado en sistemas de traducci¨®n autom¨¢tica no habr¨ªa de ser un final, sino un comienzo, "cuando nos damos cuenta del nivel que hemos alcanzado en sistemas de di¨¢logo, sobre todo despu¨¦s de participar en un proyecto europeo al que nos invitan, vemos la posibilidad de entrar en el mercado de la gesti¨®n de di¨¢logo a trav¨¦s de la red y el tel¨¦fono".
La idea parec¨ªa tener un futuro, un mercado en el que competir con posibilidades de ¨¦xito... pero faltaba financiaci¨®n para un proyecto cient¨ªfico... que nac¨ªa en una facultad de letras de Andaluc¨ªa. El reto no parec¨ªa f¨¢cil... pero, poco a poco, la muralla se fue resquebrajando. "Desde 1993 hemos conseguido en torno a un mill¨®n de euros, tanto de procedencia p¨²blica como privada. Adem¨¢s, somos proyecto Neotec del Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa, lo que nos ha permitido conseguir un pr¨¦stamo de 300.000 euros a inter¨¦s cero, a devolver s¨®lo a partir de la obtenci¨®n de beneficios".
En busca de dinero
Seg¨²n el propio investigador, el dinero obtenido ha llegado tras llamar a muchas puertas, despu¨¦s de hacer muchos kil¨®metros, "en los ¨²ltimos ocho a?os todo el dinero iba al ladrillo. Nadie prestaba atenci¨®n al desarrollo empresarial en tecnolog¨ªa... y mucho menos si hab¨ªa salido de la universidad. Afortunadamente, con el boom de Google, el mercado ha vuelto a confiar en el sector inform¨¢tico".
El Estado, organismos internacionales, bancos... muchos han sido los cofres que se han abierto, pero Gabriel Amoros no puede evitar emocionarse cuando habla de la implicaci¨®n de los trabajadores en el proyecto: "Hay gente que ha puesto su dinero aqu¨ª antes que en la hipoteca de su casa. Creen en la empresa, aun siendo conscientes del riesgo que corren".
Amoros se levanta, mira por la ventana y se pierde en el fluir del cercano r¨ªo Guadalquivir, cuyas aguas quedan a tan s¨®lo unos metros... Y se abstrae en los proyectos que habr¨¢n de venir, que ya est¨¢n aqu¨ª: un programa de control, con Boeing, de aviones no tripulados; participaci¨®n en diversos proyectos europeos de gesti¨®n de di¨¢logo; aplicaciones de atenci¨®n telef¨®nica para empresas con gran volumen de llamadas o productos espec¨ªficos para discapacitados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.