Refrescante
Hete ah¨ª un t¨¦rmino que no ven¨ªa en los manuales de g¨¦neros de los fenecidos (sin llanto) estudios de Ciencias de la Informaci¨®n: el g¨¦nero refrescante, tan en boga en la televisi¨®n de verano, m¨¢s faldicorta, si cabe, que la habitual. Por "refrescante" se entiende una mezcla sin receta establecida de insolencia y famoseo sumergida en la espuma intrascendente que ha caracterizado estas semanas.. Carnaza, en fin, para el becario en cuarto de carrera que confunde informaci¨®n con co?a.
Hace unos d¨ªas, por ejemplo, en un programa de TV-3 conducido por Cristina Puig, cre¨ªa hallarme ante una de estas confusiones de l¨ªmites tan inc¨®modas. Hab¨ªan invitado al cantante Dyango con motivo de sus 40 a?os de carrera y de la gira latinoamericana que acaba de realizar para celebrarlo. Una semana antes, un veintea?ero descaradillo se hab¨ªa presentado en casa del artista y le hab¨ªa arrancado a desgana la vaga promesa de que pintar¨ªa "un cuadro" en directo para el programa. Me pareci¨® una desfachatez. Dyango ha hecho exposiciones y ha vendido su obra al margen de su trayectoria como m¨²sico, lo cual es muy de admirar. La petici¨®n del chaval, francamente, sonaba a una imperdonable falta de documentaci¨®n junto a una precaria sensibilidad hacia el entrevistado. Ya en directo, Dyango le hizo un par de quiebros a Puig ("?Acuarela? No la utilizo nunca, s¨®lo acr¨ªlico"; "la pintura es otra forma de expresarme, pero no s¨¦ si lo hago bien o no, lo m¨ªo es la m¨²sica"), pero acab¨® aceptando, no sin lanzar al aire alg¨²n pullazo ("Vale, pinto y os lo dedico; total, tampoco me vais a pagar").
Y entonces el descaro y el mal rollo dieron lugar a una entrevista ¨²nica. Dyango no miraba a c¨¢mara, se concentraba en los colores y explicaba cosas de su gira, como las dificultades de cantar a m¨¢s de 4.000 metros de altura, y de su p¨²blico, m¨¢s joven el de m¨¢s all¨¢ del Atl¨¢ntico que el espa?ol, acaso porque, dijo, las madres cantan m¨¢s a sus hijos y eso crea un rebote generacional. Y acab¨® cantando su gran ¨¦xito, La mare. Sobre el papel dejaba un rostro de colores vivos que recordaba uno de los autorretratos de Sch?nberg. Con perd¨®n.
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