Maxime Chevalier, hispanista
Investig¨® los 'minicuentos' y la tradici¨®n oral en los siglos XVI y XVII, y su impronta en la creaci¨®n literaria
Nacido en 1925, alumno de l'?cole Normale Sup¨¦rieure, Maxime Chevalier fue catedr¨¢tico
de la Universidad de Burdeos, ciudad en la que ha muerto el pasado 20 de agosto.Una th¨¨se doctoral de las de entonces, L'Arioste en Espagne, consagr¨® a Maxime Chevalier en 1966 entre los grandes maestros franceses del hispanismo internacional. El libro no era s¨®lo un replanteamiento completo de la trayectoria del Orlando furioso en el Siglo de Oro: cada uno de los campos que estudiaba, trat¨¢rase de la ¨¦pica, el romancero o el teatro, se beneficiaba de nuevas y provechosas perspectivas. As¨ª, el examen del Quijote a la luz de Ariosto resultaba ser una lectura fundamental del Quijote todo.
Nacido en 1925, alumno de l'?cole Normale Sup¨¦rieure, fue muchos a?os catedr¨¢tico de la Universidad de Burdeos, ciudad en la que ha muerto el 20 de agosto. Ah¨ª, en la cuna y cabeza del hispanismo franc¨¦s y en coincidencia con personalidades como No?l Salomon, llev¨® a cabo una larga serie de investigaciones sobre los minicuentos y la tradici¨®n oral en los siglos XVI y XVII, y su impronta en la creaci¨®n literaria. No hay m¨¢s que recordar, entre otros t¨ªtulos, Cuentecillos tradicionales en la Espa?a del Siglo de Oro; Folklore y literatura: el cuento oral en el Siglo de Oro; Cuentos folkl¨®ricos en la Espa?a del Siglo de Oro, y Cuento tradicional, cultura, literatura, publicado ¨¦ste a ra¨ªz de la concesi¨®n del Premio Nebrija que en 1998 vino a corroborar su prestigio.
Culminaci¨®n de su obra podr¨ªa quiz¨¢ juzgarse el libro Quevedo y su tiempo: la agudeza verbal. Chevalier no se limita a identificar los elementos formales y ret¨®ricos que caracterizan al conceptismo, sino que adem¨¢s estudia la pragm¨¢tica de la agudeza, los modos en que se hace presente en la vida real, en los g¨¦neros m¨ªnimos que entretienen a los caballeros y gentes de corte. Ese enfoque le permite mostrar que el estilo m¨¢s t¨ªpicamente quevedesco exacerba las especies de agudeza gratas a la buena sociedad del siglo XVI y progresivamente orilladas, en cambio, a lo largo del siguiente, a medida que la tipograf¨ªa se volv¨ªa m¨¢s dominante y desplazaba las t¨¦cnicas de la oralidad. Quevedo, gracias a unas prodigiosas dotes creadoras, alz¨® a gran arte las ma?as que ¨¦l y tantos otros ven¨ªan usando para triunfar en los salones y medrar al arrimo de los poderosos.
Prosista admirable en franc¨¦s y en espa?ol, de una elegancia un punto a la antigua, era hombre de inmensa cultura, siempre dominada, que no dejaba de contemplar con alguna iron¨ªa las peque?eces del mundo acad¨¦mico, pero se interesaba por la labor de los colegas m¨¢s j¨®venes, cuyos primeros pasos supo guiar con acierto. Alguna vez le o¨ªmos una broma: "?Maxime chevalier? Bien, parece un poco exagerado". No era exageraci¨®n.
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