Granada como inspiraci¨®n

La cantaora granadina Marina Heredia logr¨® el lleno en este hermoso recinto del Castillo, que parece recobrar su embrujo antiguo cuando se hace presente el arte. Marina trajo el suyo con la orla de su bella imagen gitana para llenar la escena con sereno porte y desplegar un repertorio entre el cante y la copla con arrojo y entrega, hasta rozarse la voz en el empe?o.

El ciclo Siete discos est¨¢ hecho para presentar nuevas grabaciones, pero ella quiso, adem¨¢s, cantar por derecho en los estilos de su gusto. Una tanda de canti?as la situaron para abordar los tercios de la sole¨¢, desde Jerez a Alcal¨¢, antes de una malague?a rematada por los abandolaos fandangos del Albaic¨ªn, un terreno que le es propio y en el que luce y parece sentirse a gusto, como m¨¢s tarde se comprobar¨ªa. Porque, para acabar su concierto, Marina hab¨ªa elegido los tangos de su tierra, y en ellos volvi¨® a lucir cant¨¢ndolos en su justa cadencia ralentizada. Antes, se hab¨ªa marcado una minera junto al piano logrando transmitir su dolida emoci¨®n. Entre una y otra secuencia estuvo la parte que dedic¨® a las canciones de su disco, a las que defendi¨® con un empe?o que casi le cuesta la voz y con un Bola inconmensurable en la guitarra.

Referencias literarias (Ben¨ªtez Carrasco y Bergam¨ªn) para coplas de tem¨¢tica taurina y, una relectura del poema de Alberti que musicara Paco Ib¨¢?ez como Balada del que nunca fue a Granada. Pero, sobre todo, ah¨ª estuvo tambi¨¦n su valiente interpretaci¨®n del Tango de las madres locas, de Carlos Cano, con lo que se completaba un concierto de neta inspiraci¨®n granadina.