Entre el suelo y el cielo
Freire gana en Santiago y se convierte en l¨ªder tras un 'sprint' condicionado por una montonera
?scar Freire no se sent¨ªa bien. Pero eso era el s¨¢bado. No le iban las piernas, o el p¨¢lpito, vaya usted a saber. Lo recordaba ayer Pedro Horrillo, en l¨ªnea de meta, que tuvo que animarle en el circuito de Vigo tras haber pasado un peque?o calvario en el alto de Zamans (390 metros), la primera tachuela de la Vuelta. No se sent¨ªa bien, no ten¨ªa p¨¢lpito. Y fue segundo, porque no encontr¨® el hueco oportuno para colarse en la fiesta. Ayer era otra cosa. Ayer era otro duelo, a priori con los mismos rivales. Con Benatti, con Petacchi -de Boonen no se esperaban muchas noticias porque la meta picaba cuatro kil¨®metros hacia arriba que al belga se le iban a atragantar-, pero estaba Bettini y los meritorios que en cualquier momento pueden echar la firma.
Al c¨¢ntabro le gustaba la llegada, exigente. La entend¨ªa como suya y se la adjudic¨® en un pisp¨¢s
Nada. Freire ten¨ªa la vista puesta en Santiago. Le gustaba la llegada, exigente. La entend¨ªa como suya y se la adjudic¨® en un pis pas. Claro que cuando Freire alzaba los brazos con un punto majestuoso, porque gan¨® de largo y de corto, Benatti discut¨ªa dos kil¨®metros m¨¢s atr¨¢s con Koldo Fern¨¢ndez de Larrea. Al parecer, ambos manten¨ªan una pendencia reciente. La rueda de Petacchi es tan cara que Benatti en Vigo puso en riesgo al sprinter vasco por cogerla. Ayer, cuando quiso hacer lo mismo, Larrea dijo no. Y se arm¨® la montonera. Hablaban con gestos hoscos, cabreados, en medio de un mont¨®n de ciclistas por los suelos, con Carlos Casta?o como el principal damnificado. "?Acaso la rueda de Petacchi es tuya?", le espet¨® el vasco al italiano. Y se acab¨®. Pero all¨ª se qued¨® Pereiro (dolido y fastidiado) y se quedaron los candidatos Benatti y Petacchi. Unos se examinaban, otros hablaban, algunos discut¨ªan, y al final todos se fueron a la meta como cicloturistas contrariados. Por delante era otra cosa. La pel¨ªcula hab¨ªa cambiado radicalmente. Estaba Freire, listo como siempre, que enfil¨® los repechos gallegos en cabeza de la fila para evitar sobresaltos. Ten¨ªa bien las piernas y el p¨¢lpito. Era su d¨ªa. "Ya dijo antes de salir que la llegada le gustaba", recordaba Horrillo. "Era el mejor final para mis caracter¨ªsticas", dijo el campe¨®n c¨¢ntabro.
Y fue un final inesperado, porque de pronto Freire se encontr¨® frente a frente contra lanzadores e invitados. Los cuatro ¨²ltimos kil¨®metros invitaban a las aventuras. Cualquier fuga, adem¨¢s, am¨¦n del triunfo, daba el liderato (salvo a los ocho ¨²ltimos de la clasificaci¨®n). Por las cuestas arriba y abajo de Santiago circulaba el pelot¨®n a 70 kil¨®metros por hora dirigido por el Liquigas italiano para evitar aventuras. Intentar huir era una locura. Pero la carrera hizo la selecci¨®n m¨¢s aleatoria. Unos se fueron al suelo (bastantes), otros quedaron cortados (la mayor¨ªa) y una veintena se fueron para la meta como si de una escapada se tratase. Los lanzadores tomaron protagonismo. Zabel, sin Petacchi, asumi¨® los galones y arranc¨® primero. Freire tom¨® su rueda. Bettini, sin Boonen, se agazap¨® (o no pod¨ªa m¨¢s). Y entre medio, el colombiano Duque, ese ejemplo de la evoluci¨®n del ciclismo suramericano.
Era el momento del ¨¦xito, despu¨¦s de la desgracia y m¨¢s all¨¢ de la segunda aventura imposible de la Vuelta. Esta vez, la combatividad fue cosa de tres valientes, Dom¨ªnguez, V¨¢zquez y Garc¨ªa Mateos, que se dieron la pechada del d¨ªa, cumpliendo el papel que les toca en las jerarqu¨ªas de la carrera y atisbando un resquicio para la sorpresa que muri¨® a la entrada de Santiago. Como la de Seraf¨ªn Mart¨ªnez muri¨® en el circuito de Vigo, un d¨ªa antes y como morir¨¢n otras hasta que una salga adelante.
Lo sentimental muri¨® ah¨ª para dar paso a lo decisivo. Freire, casi sin esfuerzo, listo, sobrado, consigui¨® el objetivo: ganar su cuarta etapa en la Vuelta, conseguir el primer maillot amarillo de su carrera y promover la primera emoci¨®n de la ronda espa?ola. Una carrera que sigue mirando a dos sitios a la vez. Por un lado a lo que sucede en el asfalto y a lo que ocurre con Alejandro Valverde [que ayer compiti¨® sin problemas en Plouay, en Francia] tras el chantaje de la Uni¨®n Ciclista Internacional para que no vaya al Mundial. "Valverde acudir¨¢", dijo ayer el presidente de la federaci¨®n espa?ola. "Y si no quieren que corra que le echen". El ciclismo, como ayer, se mueve entre el suelo y el cielo.
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