"No he estado a la altura"
Ruth Beitia, sexta en la final de salto con una discreta marca de 1,97 metros
El miedo. La decepci¨®n. El shock. Blanka Vlasic, croata de piernas infinitas, buscaba el salto perfecto. Veinte a?os de imbatibilidad, dos d¨¦cadas sin ninguna mujer capaz de saltar por encima de 2,09 metros, temblaban bajo sus pisadas. Vibraba el estadio Nagai de Osaka, roto de palmas de los espectadores. Tenso frente al gran momento. Y observaba en primera fila, sentada en el suelo, la saltadora c¨¢ntabra Ruth Beitia. Beitia, en su rojo ch¨¢ndal. Beitia, eliminada. Beitia, sexta, derrotada por 200 cent¨ªmetros de altura. Beitia, la gran esperanza espa?ola, decepcionada por no superar su r¨¦cord de Espa?a (2,02) y por dudar en la liturgia del salto, en la aproximaci¨®n a la barra. Beitia, saltadora antes que nada, convertida finalmente en un jerogl¨ªfico.
Aparecieron los dos metros, que iniciaban la pelea, y a la c¨¢ntabra se le pararon las piernas
"No he estado a la altura. Las oportunidades est¨¢n ah¨ª. Hay que aprovecharlas", dijo mientras las luces del estadio sacaban lustre a sus pendientes. Corren buenos tiempos para la psicolog¨ªa deportiva. Tiempos de gesti¨®n de la presi¨®n. Tiempos de reforzamiento del nervio competitivo de los deportistas. Tiempos de divanes llenos de atletas. Beitia, que ha firmado una temporada magn¨ªfica, impecable en el vuelo, exitosa en las marcas, tampoco escapa a la tendencia. La espa?ola trabaja para digerir el ¨²ltimo salto, el ¨²ltimo intento, la frontera entre el ¨¦xito y la eliminaci¨®n del tercer nulo. Para combatir la tensi¨®n y el miedo. "Con los dos nulos, pens¨¦ en jugarme el ¨²ltimo salto sobre m¨¢s altura, pero...". Beitia tir¨® la barra. Se puso el ch¨¢ndal. Y se qued¨® a ver c¨®mo saltaba Vlasic, Blanka en honor a la marroqu¨ª Casablanca, que se sinti¨® "liberada y en estado de shock" por la victoria; brinc¨® tres veces entre palmas; y se qued¨® con el oro mundial pero sin el r¨¦cord del mundo (2,05 metros).
A Beitia, dicen los expertos, hay que medirla por la pisada. "Pisa fuerte y salta", que le recomendaba Ram¨®n Cid, el sabio espa?ol de la altura. Y Beitia, estudiante de fisioterapia al mismo tiempo que atleta de ¨¦lite, salt¨® mucho y bien. Pas¨® 1,85, 1,90 y 1,94 sin fallo. A la segunda, 1,97. Todo, en su sitio. Todo, seg¨²n lo previsto. Todo lo fino, ventilado. Aparecieron los dos metros, que iniciaban la pelea. Y a Beitia se le pararon las piernas. "En las alturas bajas he saltado bien y despu¨¦s, con los dos metros, he pecado de cambiar la carrera al irme un poquito atr¨¢s", confes¨®.
Perdido el paso, se acab¨® el concurso. La altura se disputa al detalle. Se miden los pasos, el lugar de batida, la curva del salto. Los matices ganan medallas. S¨®lo los elegidos, como Donald Thomas, el campe¨®n masculino, pueden prescindir de sutilezas. Beitia, como ya ha descubierto, no. La espa?ola sinti¨® que en Osaka estaba ante la gran oportunidad de su carrera. Y, aun as¨ª, siempre se encontr¨® con un cent¨ªmetro de m¨¢s o una pisada de menos. "Me tiraba un poquito al list¨®n, pero pienso que es porque estaba bajo", dec¨ªa tras superar la calificaci¨®n. "Me esperaba otra cosa", reconoc¨ªa ayer; "no me voy contenta porque esperaba mucho m¨¢s. Las medallas han estado en 2,05 y 2,03 metros. Eso es una pasada. Me voy decepcionada porque pensaba que pod¨ªa estar m¨¢s arriba".
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