Palabras perversas

Oigo por la radio esta ma?ana a un supuesto periodista utilizar, una vez m¨¢s, el t¨¦rmino "tercermundista" como sin¨®nimo de retraso, incultura, incapacidad tecnol¨®gica... ?Por qu¨¦? Hay palabras nuevas que responden, claro, a nuevas situaciones, y algunas de ellas resultan acertadas; otras, en mi opini¨®n, son indignamente empleadas.

Cuando comenz¨® a utilizarse el concepto de "Tercer Mundo", parec¨ªa tener cierta l¨®gica: el recuerdo del "Tercer Estado" franc¨¦s, el af¨¢n de que los pa¨ªses menos desarrollados subieran al carro del progreso, etc¨¦tera. Ya son historia esos buenos deseos.

Es falaz la diferencia que entra?a nombrar dos, tres o 34 mundos, m¨¢xime cuando ese puesto lo hemos conseguido entre todos y cada uno de los pa¨ªses que conseguimos el dudoso honor de procurarnos una colonia o muchas.

Si se habla de un tercer mundo -ahora ya sin entrecomillar- es porque existe un primer mundo que esquilma a los otros e impide su propio desarrollo, con el ritmo que consideren adecuado, con los modos, costumbres y perspectivas que necesiten ellos, no los extra?os.

Tengamos m¨¢s decencia en el uso de la lengua, porque la lengua recrea el pensamiento, los conceptos y, sin apenas darnos cuenta, se inventan palabras perversas que esconden ideas perversas.